viernes, 7 de marzo de 2014

La mirada de un catedrático acerca de la realidad de un pueblo que reclama derechos.

HAITÍ
ENTREVISTA. Fritz Deshommes, vicerrector de la Universidad Estatal de Haití

El testimonio del académico y docente permite reflexionar sobre similitudes y diferencias, logros y carencias ?tanto en Haití como en la Argentina- en el marco de una perspectiva que, retomando banderas levantadas hace dos siglos, avanza en la consolidación de un proyecto que enlaza, más allá de las particularidades, a los países de América Latina y el Caribe.

por Carlos Marín

El 1 de enero de 1804 Haití se convirtió en el primer Estado independiente de América Latina al declarar formalmente su independencia de Francia. En los años previos y posteriores fue un punto neurálgico en el desarrollo de los acontecimientos que culminaron con la independencia de otros pueblos del continente, en particular en Sudamérica. 
Sin embargo, ese inicial grito de libertad quedó ahogado tempranamente. Como tributo a su audacia y valentía al enfrentarse a las grandes potencias y proclamarse territorio soberano, Haití pagó con creces la osadía. La estrategia de sometimiento sin embargo no concluyó ?y con el apoyo de factores internos y externos- durante los dos últimos siglos, el noble y sufrido pueblo caribeño ha soportado una sucesión de intervenciones que han ocupado el poder en función de intereses ajenos a las mayorías. 
Como si eso no fuese suficiente, este país de 28.000 kilómetros cuadrados y 10 millones de habitantes, ha soportado el azote de terribles catástrofes naturales. La más reciente, el devastador terremoto del 12 de enero de 2010 que arrojó el dramático saldo de más de 220.000 muertes. 
Esa conjunción de plagas ?ocupaciones extranjeras, discontinuidad institucional, dictaduras, cataclismos- no han logrado apagar el espíritu rebelde y libertario de los haitianos, que también saben divertirse y gozar de la vida. Y apostar a la esperanza. 
En ese panorama, hablar con Fritz Deshommes brinda algunas claves para entender qué sucedió en ese punto de América, y acercarse a una realidad que ?más allá de la distancia y las diferencias- tiene similitudes con algunos aspectos de la realidad argentina. 
Deshommes es vicerrector de Investigación de la Universidad Estatal de Haití. Visitó Entre Ríos invitado por autoridades de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER y el Doctorado en Educación de esa casa de estudios. Entrevistado por EL DIARIO, el economista, brindó ?en un fluido castellano, cuyo dominio adquirió en sus posgrados en América Central- un pantallazo de la situación de su país y los desafíos que enfrenta en materia política, social y educativa. 
DESAFÍOS Y DISCONTINUIDADES 
-¿Qué desafíos enfrenta la democracia en Haití? 
-El primero, diría que es el de lograr que nuestro pueblo tenga condiciones de vida dignas. E inmediatamente, agrego, superar la fuerte dependencia que tenemos en cuanto a la injerencia extranjera en asuntos internos. Entre ellos, me refiero concretamente a la presencia de tropas de otros países en el nuestro. 
Si usted lo piensa resulta casi una paradoja: el primer país que se proclama formalmente independiente en la región de América Latina y el Caribe, recibe actualmente en su territorio a tropas extranjeras. Y estando hoy en la Argentina me parece importante señalar y resaltar que es América Latina quien contribuye con la mayor parte de esta fuerza ajena. Y esto, sostenemos, no corresponde al camino que trazaron los padres fundadores de nuestras patrias. Me refiero a (Simón) Bolívar, a (Francisco) Miranda. Quiero decir: la manera en que se encontraron nuestros próceres, tenía que ver con libertad, independencia, soberanía, autodeterminación. Históricamente Haití abrió el camino y ayudó a buena parte de los países latinoamericanos a obtener su independencia. Hay hechos muy documentados de la ayuda consistente que aportaron los dirigentes haitianos a personalidades como Bolívar y Miranda. Ellos encontraron refugio y recibieron ayuda en reiteradas oportunidades en nuestro país. En Haití, por ejemplo, se les facilitaron armas, barcos, combatientes, expertos y consejos. Y en Haití, lo recuerdo, fue creada la bandera venezolana. Por eso es que en 2006, Hugo Chávez viajó para recordar ese acontecimiento. Por otra parte, Haití es el primer país en reconocer la independencia de la Argentina. 
Es decir que la historia de nuestro país está atada a términos como libertad y soberanía. 
Por eso digo que la cooperación que tendrían que mantener hoy nuestros países no debería ser una asistencia basada en la presencia de contingentes conformados por integrantes de fuerzas armadas de otro país, sino en muchas otras cosas. No es la permanencia de tropas de otro país en su territorio lo que necesita nuestro pueblo. Creo, asimismo, que una necesidad urgente de Haití es resolver la intervención que realizan en forma sistemática países como Estados Unidos, Francia, y otros. 
-¿Qué necesita primordialmente el pueblo haitiano en este momento? 
-El respeto de sus derechos. No sólo los derechos civiles y políticos, sino también los económicos y sociales. En nuestro país, usted sabe, tenemos una tasa de pobreza muy elevada. Diría que más del 70 por ciento de los haitianos están por debajo de la línea de pobreza. La gente tiene problemas para alimentarse, para acceder a la salud y la educación. Ésas son urgencias a resolver.
-Usted refirió que los haitianos tienen un proyecto de desarrollo propio, que quedó plasmado en la Constitución de 1987. Sin embargo, indicó también que se está lejos de alcanzarlo. Es decir la letra de la Ley Fundamental en Haití no ha podido ser puesta en práctica plenamente. ¿Qué sucede en este sentido? ¿Hay un proyecto para poner en marcha un proceso que salde esa discontinuidad? 
-En realidad no. Y ése es el problema de Haití. Y allí se ve una de las claves de nuestra situación. Por un lado está lo que quiere la gente, el pueblo; con la particularidad de que este proyecto fue planteado muy claramente en su momento. No hay posibilidad de engañarse en este aspecto. Ello fue expresado no sólo en debates, manifestaciones, diversas instancias, sino también en congresos y otros espacios. Ese proyecto de las mayorías no sólo es legítimo, es también plenamente legal. Pero para ser más claro en la respuesta de su pregunta, podría sintetizar que existen dos proyectos: por un lado está lo que el pueblo quiere y por otro lo que pretenden los sectores de poder, que son haitianos y extranjeros (grupos económicos, organismos financieros internacionales, grandes propietarios y sectores de las fuerzas armadas). Estos últimos han logrado imponer sus puntos de vista aún por sobre lo que claramente indica la Constitución. 
LA UNIVERSIDAD. 
-Con una tasa de analfabetismo -según cifras brindadas por organismos internacionales en 2010- del 41 por ciento, ¿cuál es el planteo al hablar de universidad en su país? Con este panorama ¿qué urgencias en materia de políticas públicas enfrenta Haití? 
-Es claro que la primera prioridad es lograr que la mayoría de la población pueda acceder al sistema educativo. Es evidente que el acceso de la gente a la escuela es muy bajo. Tenemos, por otra parte, y en un plano más general, que dar mayor impulso a la producción nacional, a la producción agrícola, agroindustrial. Y dirigir nuestros recursos hacia los sectores a los que efectivamente deben ir: salud, obras básicas de saneamiento, acceso al agua potable y electrificación, por ejemplo. 
-¿Qué porcentaje de la población de Haití accede a los estudios universitarios? 
-Menos del uno por ciento. 
-¿Qué características tiene la educación superior? 
-En nuestro caso, el de la institución que integro, se trata de una propuesta gratuita y estatal, la única en mi país. 
En cuanto al universo educativo de nivel superior tiene una gran presencia la oferta privada. El hecho es que la universidad pública no tiene suficiente espacio para albergar a todos los interesados. Y como expresa aquel principio planteado por los aristotélicos, ?la naturaleza tiene horror al vacío?; por lo tanto el sector privado crea su propia oferta, a veces en condiciones muy poco regulares. Para decirlo claramente, existe en mi país un proceso de privatización de la enseñanza superior por falta de recursos del Estado, y también por falta de interés en la cosa universitaria. 
-En el caso de la universidad en la que es vicerrector. ¿qué cantidad de estudiantes cursan estudios? 
-Somos la mayor universidad de Haití. Nuestra historia comienza en 1944 y más específicamente, universidad como tal, en 1960. 
La matrícula es de 25.000 alumnos, que asisten a un total de 11 facultades, repartidas entre Puerto Príncipe y en provincias, donde existen sedes sobre todo de Derecho y Ciencias Económicas. 
De ese universo estudiantil, 15.000 alumnos cursan estudios en las sedes de Puerto Príncipe y 10.000, en otras ciudades fuera de la capital. 
Actualmente contamos con la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas, de Ciencias, de Agronomía, de Medicina y Farmacia, de Odontología, de Lingüística aplicada, de Ciencias Humanas, de Etnología, y como Institutos el de Administración, Gestión y Altos Estudios Internacionales, Escuela Normal Superior. 
COMPARACIONES Y APORTES. 
-¿Cómo puede contribuir la universidad a la integración de una sociedad como la haitiana, con un nivel de fragmentación entre sectores sociales tan marcado? 
-Le doy un ejemplo. A pesar de las dificultades que tenemos para llevar adelante investigaciones en la universidad, como le expliqué, hemos lanzado un programa de valorización de los saberes locales. Esto para mí tiene un sentido muy profundo, en cuanto a que ciertamente somos  una sociedad muy fragmentada. Y una de las causas de ese quiebre es la falta de reconocimiento, a nivel social, de los unos hacia los otros. Los habitantes rurales, campesinos, por ejemplo, no están bien vistos ni son considerados por quienes viven en los centros urbanos. Y lo mismo sucede con los sectores más favorecidos en relación con la mayoría del pueblo. 
Cuando lanzamos este proyecto de validación de saberes locales, pretendemos que ese reconocimiento sea algo concreto, en el sentido de que si veo al otro y puedo identificarlo como portador de saber, de conocimiento concreto, aún cuando sea diferente se lo reconozca como valioso. 
Un caso concreto es el de la medicina. En Haití tenemos el problema del acceso a la salud. Pero a la vez los pobladores de los sectores populares tienen un conocimiento muy concreto de propiedades de hierbas, plantas, del cuerpo humano; pero tienen otra visión de lo que es la enfermedad, el organismo y la salud. Más del 50 por ciento de la población nace y crece entre esta gente humilde, pero que tiene ese conocimiento valioso. 
La pregunta es, si ese conocimiento puede recuperarse, validarse, si podemos llegar a encontrar lo científico de ese patrimonio, y podemos difundirlo, creo que contribuiríamos a generar aportes desde lo económico, y también socialmente al lograr que el reconocimiento de esas personas haga que la brecha social se reduzca. 
-En esta recorrida que realiza, ¿qué semejanzas y diferencias aprecia entre lo que se plantea en su país y la Argentina? 
-Aclaro que no soy experto, pero la primera gran diferencia que se advierte es que en Haití nosotros tenemos una universidad concentrada en el grado, en el nivel de Licenciaturas. Muy recientemente es que hemos comenzado con estudios de posgrado, maestrías. Y mucho más cerca aún es que hemos lanzado un programa de doctorado. 
Esto explica también que el nivel de investigación aquí, en Argentina, tiene un desarrollo muchísimo mayor que en mi país. 
Incluso la diferencia en cuanto a que ?si bien aquí la mayor parte de los docentes tienen su dedicación simple o a tiempo parcial- aquí la tasa de profesores que se dedican a tiempo completo a la universidad, que entiendo es reducida, es mucho mayor que en mi país. 
En el campo de la gobernancia, diría que tenemos el cogobierno, pero los pesos de los componentes no son lo mismo. También me doy cuenta de que aquí existe la Asamblea Universitaria, algo que no se da en Haití. 
-Usted habló en algún momento de las dificultades que enfrenta el sector universitario para avanzar en la investigación en su país. En cuanto a la extensión ?el vínculo de universidad con el medio que lo contiene-, ¿qué sucede en Haití? 
-Creo que es una de nuestras mayores debilidades. La universidad no se vincula suficientemente con la sociedad. La universidad está mirándose hacia dentro, a sí misma y considero muy necesario que haya más apertura hacia el entorno. 

Interrogante 
-En un plano general, y a propósito de su visita, ¿existe algo que lo sorprenda de la Argentina? 
-Me sorprende que éste sea un país tan rico, con tantos recursos disponibles. Y si comparo con mi país, esa percepción aumenta. La extensión territorial que disponen es de casi 2.800.000 kilómetros cuadrados si tomamos el continente, y son 40 millones de habitantes. 
Nosotros somos 10 millones de habitantes en una superficie de casi 28.000 kilómetros cuadrados. 
La primera pregunta fuerte que me hago es ¿por qué un país como Argentina tiene tantos problemas económicos? Y me voy a atrever ? (duda y sonríe) a decir algo que podría verse como intromisión o injerencia ?pero no es mi intención-: me parece que la idea de reforma agraria no ha tenido la relevancia que, a mi humilde juicio, debería tener en un país en el que existen tantos problemas de tipo económico y a la vez tanta extensión territorial. 

De esperanzas y decepciones 
La dictadura de los Duvalier ?que se extendió con matices primero con François Duvalier entre 1964 y 1971 y luego con el hijo de aquel, Jean-Claude, de 1971 a 1986- concluyó en 1986, con una insurrección popular y el alzamiento del Ejército, que lo expulsó del poder. 
En 1987, tras promulgarse la Constitución y en 1990 se dieron en Haití procesos eleccionarios que fueron anulados por sectores de poder al establecerse que los resultados marcaban una clara tendencia en cuanto a qué sectores se harían con el poder. 
En ambos casos quedó un saldo trágico expresado en la masacre de militantes y ciudadanos que se comprometieron con la alternativa opositora. 
En 1990, la experiencia de un gobierno elegido democráticamente que planteaba llevar a la práctica lo establecido por la Constitución, fue interrumpida por un golpe de Estado apoyado por grupos de poder expresión de intereses económicos y el apoyo de otros países. 
?En ambas ocasiones la participación extranjera ha sido muy visible?. 
En ese camino, el período en el cual Jean Bertrand Aristide estuvo en el poder es definido de manera concluyente por Deshommes: ?Jean Bertran Aristide fue una gran decepción. Él expresó mucha esperanza. Era un fenómeno extraordinario. Su discurso, lo que se sabía de su pasado. La sinceridad que se le reconocía. Todo eso hizo que la gente, el país casi entero, lo apoyara. Cuando asumió por primera vez hubo un ambiente extraordinario. Pero llegó el golpe y cuando volvió, lo hizo con políticas y prácticas que decepcionaron. 

Contextos 
Oriundo de Puerto Príncipe ?capital de su país- y con ?casi 60 años? de edad, Fritz Deshommes realizó sus estudios universitarios de grado en Haití. Licenciado en Economía, completó su maestría en Honduras y cursos de posgrado en otros países de la región. 
Es vicerrector de Investigaciones de la Universidad del Estado de Haití y máster en Economía y Planificación del Desarrollo. Llegó a Paraná para participar del Conversatorio sobre desafíos de la universidad: intercambios entre contextos, en el marco del Doctorado en Educación, que se desarrolla en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER. 

(2): La fuerte dependencia de Haití en cuanto a la injerencia extranjera en asuntos internos, un asunto preocupante para el entrevistado.

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