Han pasado casi tres meses desde que Nisman fue hallado con un balazo en la cabeza en su departamento de Puerto Madero, cuatro días después de denunciar a la presidente Cristina Kirchner, al canciller Héctor Timerman y al legislador Andrés Larroque, entre otros, por encubrir la investigación del atentado a la AMIA. Tres meses es mucho tiempo parahaber descubierto nada y no tener a mano siquiera una línea de investigación confiable.
A la investigación que lleva adelante la fiscal Viviana Fein, ratificada al frente de la causa por la juez Fabiana Palmaghini, le falta por saber todo: en principio si se trató de un suicidio o de un asesinato. Luego, de qué manera murió Nisman. Y, en especial, algo que deberá establecer con una certeza irrefutable, cuándo y a qué hora murió el fiscal. También deberá hallar, o presumir, los móviles del suicidio, si lo hubo, o del asesinato, si lo fue. Y, lo que también parece ser vital, si la muerte de Nisman estuvo o no ligada a su labor profesional, la investigación de la causa AMIA y la denuncia contra la Presidente. Aunque parezca tonto decirlo, y tal vez lo sea, la única certeza que tienen hoy los investigadores es que Nisman está muerto.
Hay que viajar en los anales de la criminología argentina, que son amplios y generosos, para hallar algún otro caso de resolución tan árida, morosa e improbable. Todavía no hay siquiera certezas sobre cuál fue la trayectoria de la bala que mató al fiscal. Nadie duda de los afanes, las buenas intenciones y la honestidad de los investigadores. Sólo que, en este caso, no parecen ser suficientes para aspirar a la verdad.
Las deudas de la investigación son muchas. Y variadas. La hora y día de la muerte de Nisman es, tal vez, la central. Porque involucra de alguna manera al único imputado en la causa, el técnico informático Diego Lagomarsino, que lo está por haber facilitado a Nisman el arma de la que salió la bala que lo mató.
Los peritos de la ex mujer de Nisman, la juez Sandra Arroyo Salgado, establecieron un horario de muerte del fiscal que pone a Lagomarsino en la escena del crimen. Sin decirlo en forma taxativa, aunque lo sugirió de modo tácito, la revelación de la existencia de una cuenta compartida con el fiscal ubica a Lagomarsino, con un hipotético móvil, en la lista de sospechosos de asesinato, lista en la que lo colocó de modo imprudente la propia Presidente a horas de la muerte de Nisman. La casa de Lagomarsino fue allanada y se hicieron pericias sobre sus computadoras y sus ropas más de dos meses después del asesinato. Los investigadores deben resolver no sólo el horario de muerte de Nisman, sino que deben revelar por fin el resultado de esas pericias para decidir, luego, si acusan a Lagomarsino o le piden disculpas, pero en todo caso le evitan la incómoda existencia de un sospechoso permanente.
Si la investigación dictamina que el de Nisman fue un suicidio, también deberá explicar cómo fue que el barrido electrónico no dio rastros de pólvora en las manos del cadáver.
También es imprescindible que la fiscalía esclarezca qué sucedió en el departamento del fiscal la noche del hallazgo de su cadáver. Por qué, horas antes, sus custodios actuaron de modo tan errático y falto de profesionalismo para con un hombre que, sabían, estaba amenazado de muerte?.
Es preciso que la investigación determine cómo, cuándo y de qué forma fue movido el cuerpo inerte del fiscal, como afirma la querella. Se trata de una ecuación muy simple: si Nisman fue movido, agonizante o ya muerto, hay uno o más asesinos y la hipótesis del suicidio queda descartada. En cambio si fue movido en otro momento y por otra persona, la responsabilidad recae sobre quienes mancillaron la escena del crimen ni bien fue hallado el cadáver. ¿Es tan difícil establecer un hecho que, a simple vista, parece tan sencillo y no ha sido posible determinar en tres meses?
¿Cuál fue el rol del secretario de Seguridad, Sergio Berni, la noche del domingo 18 de enero? ¿Qué pasó en el departamento de Nisman durante las tres horas que van desde el hallazgo del cadáver hasta la llegada de la fiscal Fein?, lapso en el que deambularon por el piso además de su madre y otro familiar, los custodios de Nisman y miembros de las fuerzas de seguridad, todas dependientes de Berni. En un territorio de incertezas donde todas son sospechas, Berni en suma era un representante del Poder Ejecutivo al que Nisman había acusado días antes. Y lo que el funcionario dijo haber visto esa noche, está en abierta contradicción con las fotos que se conocieron de la escena del crimen.
También hay cierto desfase entre las afirmaciones de la fiscal Fein, que asegura que esa noche todo el mundo, o casi todo el mundo, actuaron con guantes en la escena del crimen, cuando las fotos sólo muestran con guantes al operador de video de la Policía.
Durante esas tres horas blancas en las que el cadáver de Nisman estuvo a su suerte, rodeado de extraños y sin autoridad judicial competente, al menos una ambulancia del SAME, llamada a las 22.45, minutos después del hallazgo del cadáver, fue devuelta ¿por quién?, y sus servicios rechazados, ¿por qué?
A lo largo de estos meses, las computadoras, Ipad y celulares de Nisman se transformaron en secreto de Estado, a pedido de su ex mujer. Era imprescindible conocer, al menos a través de sus aparatos electrónicos y aún en forma parcial, cómo fueron las últimas horas del fiscal y cuáles sus últimos actos. Arroyo Salgado pidió suspender esas pericias en salvaguarda de la intimidad del fiscal y de la de sus hijas menores. Sólo existe, hasta ayer, un informe preliminar de los celulares de Nisman. Está a disposición exclusiva de la juez Palmaghini, sólo para sus ojos y para echar más luz sobre el caso una vez que resuelva qué es privado y qué es de relevancia para la investigación. Menuda tarea le esperar que le llevará meses.
Este es uno de esos raros momentos del país, raros pero cada vez más frecuentes, en los que el desvelo del Poder Judicial por resolver un caso se da de narices con la intuición de la gente, que sólo avizora brumas y oscuridad.
Si los aforismos legales son ciertos y, como se dice a menudo, a cada hora que pasa la verdad se aleja, en este caso la verdad, jurídica y real, adquirió ya la calidad de inalcanzable.
No nos olvidemos de Nisman...!
Carlos Alberto Espiño
C.A.B.A., Abril 13 del 2015
Hay que viajar en los anales de la criminología argentina, que son amplios y generosos, para hallar algún otro caso de resolución tan árida, morosa e improbable. Todavía no hay siquiera certezas sobre cuál fue la trayectoria de la bala que mató al fiscal. Nadie duda de los afanes, las buenas intenciones y la honestidad de los investigadores. Sólo que, en este caso, no parecen ser suficientes para aspirar a la verdad.
Las deudas de la investigación son muchas. Y variadas. La hora y día de la muerte de Nisman es, tal vez, la central. Porque involucra de alguna manera al único imputado en la causa, el técnico informático Diego Lagomarsino, que lo está por haber facilitado a Nisman el arma de la que salió la bala que lo mató.
Los peritos de la ex mujer de Nisman, la juez Sandra Arroyo Salgado, establecieron un horario de muerte del fiscal que pone a Lagomarsino en la escena del crimen. Sin decirlo en forma taxativa, aunque lo sugirió de modo tácito, la revelación de la existencia de una cuenta compartida con el fiscal ubica a Lagomarsino, con un hipotético móvil, en la lista de sospechosos de asesinato, lista en la que lo colocó de modo imprudente la propia Presidente a horas de la muerte de Nisman. La casa de Lagomarsino fue allanada y se hicieron pericias sobre sus computadoras y sus ropas más de dos meses después del asesinato. Los investigadores deben resolver no sólo el horario de muerte de Nisman, sino que deben revelar por fin el resultado de esas pericias para decidir, luego, si acusan a Lagomarsino o le piden disculpas, pero en todo caso le evitan la incómoda existencia de un sospechoso permanente.
Si la investigación dictamina que el de Nisman fue un suicidio, también deberá explicar cómo fue que el barrido electrónico no dio rastros de pólvora en las manos del cadáver.
También es imprescindible que la fiscalía esclarezca qué sucedió en el departamento del fiscal la noche del hallazgo de su cadáver. Por qué, horas antes, sus custodios actuaron de modo tan errático y falto de profesionalismo para con un hombre que, sabían, estaba amenazado de muerte?.
Es preciso que la investigación determine cómo, cuándo y de qué forma fue movido el cuerpo inerte del fiscal, como afirma la querella. Se trata de una ecuación muy simple: si Nisman fue movido, agonizante o ya muerto, hay uno o más asesinos y la hipótesis del suicidio queda descartada. En cambio si fue movido en otro momento y por otra persona, la responsabilidad recae sobre quienes mancillaron la escena del crimen ni bien fue hallado el cadáver. ¿Es tan difícil establecer un hecho que, a simple vista, parece tan sencillo y no ha sido posible determinar en tres meses?
¿Cuál fue el rol del secretario de Seguridad, Sergio Berni, la noche del domingo 18 de enero? ¿Qué pasó en el departamento de Nisman durante las tres horas que van desde el hallazgo del cadáver hasta la llegada de la fiscal Fein?, lapso en el que deambularon por el piso además de su madre y otro familiar, los custodios de Nisman y miembros de las fuerzas de seguridad, todas dependientes de Berni. En un territorio de incertezas donde todas son sospechas, Berni en suma era un representante del Poder Ejecutivo al que Nisman había acusado días antes. Y lo que el funcionario dijo haber visto esa noche, está en abierta contradicción con las fotos que se conocieron de la escena del crimen.
También hay cierto desfase entre las afirmaciones de la fiscal Fein, que asegura que esa noche todo el mundo, o casi todo el mundo, actuaron con guantes en la escena del crimen, cuando las fotos sólo muestran con guantes al operador de video de la Policía.
Durante esas tres horas blancas en las que el cadáver de Nisman estuvo a su suerte, rodeado de extraños y sin autoridad judicial competente, al menos una ambulancia del SAME, llamada a las 22.45, minutos después del hallazgo del cadáver, fue devuelta ¿por quién?, y sus servicios rechazados, ¿por qué?
A lo largo de estos meses, las computadoras, Ipad y celulares de Nisman se transformaron en secreto de Estado, a pedido de su ex mujer. Era imprescindible conocer, al menos a través de sus aparatos electrónicos y aún en forma parcial, cómo fueron las últimas horas del fiscal y cuáles sus últimos actos. Arroyo Salgado pidió suspender esas pericias en salvaguarda de la intimidad del fiscal y de la de sus hijas menores. Sólo existe, hasta ayer, un informe preliminar de los celulares de Nisman. Está a disposición exclusiva de la juez Palmaghini, sólo para sus ojos y para echar más luz sobre el caso una vez que resuelva qué es privado y qué es de relevancia para la investigación. Menuda tarea le esperar que le llevará meses.
Este es uno de esos raros momentos del país, raros pero cada vez más frecuentes, en los que el desvelo del Poder Judicial por resolver un caso se da de narices con la intuición de la gente, que sólo avizora brumas y oscuridad.
Si los aforismos legales son ciertos y, como se dice a menudo, a cada hora que pasa la verdad se aleja, en este caso la verdad, jurídica y real, adquirió ya la calidad de inalcanzable.
No nos olvidemos de Nisman...!
Carlos Alberto Espiño
C.A.B.A., Abril 13 del 2015
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