domingo, 30 de marzo de 2014

Teléfono para Cri$tina.

Carta abierta a la presidente, de un ciudadano no militante


0327_cristina_cadena_nacional_dyn
En mi condición de ciudadano no militante, me dirijo a Ud. en la necesidad de expresarle mi más absoluto repudio hacia su persona y su gestión, que han convertido a gran parte de una sociedad, alguna vez considerada modelo, en un grupo disgregado de bárbaros.
Ud. padece de insania, con el agravante de la mala inspiración. Una insania y una mala inspiración que ha trasladado a la mayoría de los ámbitos en los que los argentinos nos desarrollamos. Ud. ha convertido los días que alguna vez agradecimos a Dios, en lo más parecido a ese Calvario o Gólgota de las afueras de Jerusalén, donde se llevara a cabo la crucifixión de Jesús, el hijo de Dios.
Y a tal punto llega su insania, esa palabra que hasta los más osados críticos periodistas no se animan a pronunciar, que una simple puesta en escena, ante un grupo cada vez más acotado de lacayos, le alcanza para sentirse venerada, endiosada, que es en definitiva el núcleo de ésa, su insania.
¡Por supuesto que para que su locura prospere, se necesita de la complacencia por acción u omisión, de un porcentaje importante de esos cuarenta millones de argentinos a los que alude la señora o señorita que la presenta en cualquiera de sus apariciones circenses, dignas de varios tratados de psiquiatría!
Ud., Señora, nos ha retrotraído a la época de la colonización, representada de alguna manera por ese monumento que hoy se encuentra en posición decúbito dorsal, deteriorándose aún más, detrás de La Rosada. ¡Y es cierto que a Cristóbal se le endilga el hecho de haber pisado éstas tierras acompañado de homicidas condenados a la pena de muerte. Algo así como “parte” del séquito que a Ud. ha rodeado y rodea, con la sutil diferencia de que a quienes lo integran no sólo no se los puede condenar a muerte, sino que gozan de fueros especiales, y se los ha resarcido económicamente a través de sumas de dinero varias veces millonarias, por haber impulsado la más terrible guerra fratricida que reconozca una historia escrita desde la insolencia supina de un marxismo vestido de payaso!
La saludo con recíproca desconsideración, en estado de total indefensión, pero dispuesto a no renunciar a mi inherente dignidad.
Ricardo Pareja2

“A veces, la picardía crioya es sólo desesperación, Mendieta”. Roberto Fontanarrosa.


¿Pícara o Desesperada?
“A veces, la picardía crioya es sólo desesperación, Mendieta”. Roberto Fontanarrosa
Un pequeño inventario de los sucesos de la semana pasada deberá incluir, no necesariamente en orden, la invocación al doble standard hecha por la señora Presidente, la situación en Venezuela, la curiosa conmemoración del 24 de marzo de 1976, el desacato de los docentes a la medida cautelar dictada por un Juez de La Plata y la continuidad de la huelga hasta el viernes, el veto del kirchnerismo a que Cobos asumiera la Presidencia de la Comisión de Educación en la ¿H°? Cámara de Diputados, los linchamientos de Rosario y el “original” discurso del jueves de doña Cristina. Bravo el cóctel, ¿no es cierto?
En primer término, debo retractarme de todo lo que he dicho respecto al pago del cupón atado al crecimiento del PBI, que el Gobierno abortó esta semana. Realmente, quedé sorprendido por la corrección retroactiva de las cifras del INDEC para evitar ese desembolso, porque siempre supuse que se trataría de una maniobra de la señora Presidente para consumar el robo final. Es cierto que esta noticia traerá aparejada un nuevo y enorme daño a la imagen del país en el mundo, dadas las desprolijidades y arbitrariedades con que se manejan las estadísticas aquí, pero peor hubiera sido, sin duda, hacer este pago cuando estamos tan escasos de reservas y aunque, desde el 2005, ya hemos pagado más de US$ 10.000 millones por hablar de las “tasas chinas”. Por eso, mis disculpas y un pedido a los jueces: investiguen quién vendió esos cupones (“inside information”) el día anterior a saberse que no se pagarían.
En Venezuela, el Pajarico Chitiquico se ha quitado la máscara democrática, asesinando a la población civil desarmada y encarcelando y quitando sus bancas, por mera voluntad, a los líderes opositores. Cuando en Paraguay su Congreso destituyó, por enorme mayoría, al ex Presidente Lugo, los países de UNASUR se rasgaron las vestiduras, expulsaron a nuestro vecino del Mercosur y aprovecharon esa exclusión para permitir el ingreso de los caribeños a ese mercado, hasta entonces vetado por los guaraníes. Para todo ello, utilizaron una “cláusula democrática”, que habían aprobado cuando Rafael Correa consiguió disfrazar una simple huelga policial por mejores salarios en un presunto golpe de estado en Macondo, como los que Maduro denuncia diariamente.
La Argentina envió al ex Twitterman a integrar el grupo de cancilleres que se constituyó en Caracas para dar apoyo regional al régimen; mientras ya se contabilizan treinta y siete asesinatos, cientos de heridos y miles de detenidos, algunos de ellos probadamente torturados, por las hordas cubano-chavistas, nuestra Presidente dice horrorizarse por el doble standard de los países centrales en relación con la crisis de Crimea. ¡Realmente, notable!: doña Cristina se ha puesto del lado del Zar Putín, respaldando la toma por la fuerza de un territorio extranjero y el plebiscito de los habitantes; de allí a justificar la ocupación militar de Gran Bretaña en Malvinas y aceptar la opinión de los kelpers hay un solo paso.
El kircherismo ha sido, desde su origen, el campeón del doble discurso; basta recordar la sesgada política de derechos humanos que, mientras premiaba a éstos con cargos públicos muy bien rentados y pagaba sumas siderales a los familiares de los terroristas, envía a militares, policías y civiles, casi todos mayores de setenta años y muchos enfermos terminales, a cárceles comunes, todo ello en nombre de la “lesa humanidad” y la mayoría sin condena; se trata de los únicos presos para los cuales no rige el beneficio del arresto domiciliario cuando superan esa edad. (Si quiere que eso cambie, clickee aquí y firme:http://www.change.org/petitions/a-la-corte-suprema-de-justicia-argentina-concedan-la-prisión-domiciliaria-a-los-militares-que-superan-los-70-años-y-a-los-menores-de-esa-edad-con-graves-enfermedades?fb_action_i...) Ese concepto, la “lesa”, creado a partir de 2004 por el Estatuto de Roma, habla de acciones criminales respaldadas por “un estado”. Sin embargo, los guerrilleros de los 70’s, que eran financiados, armados y entrenados por Cuba, Libia, Líbano, Vietnam, China y hasta Rusia, fueron exculpados y transformados en los famosos jóvenes idealistas. Si esto, y la promoción del Tte. General Milani, imputado de los mismos hechos por los cuales sus camaradas están presos, no es doble discurso, ¿qué es?
Es más, el martes, el Gobernador Lancha Scioli (el mismo que, con la Presidente, mintió descaradamente con las cifras de muertos producidas en las inundaciones de La Plata, otro caso monstruoso de corrupción) obtuvo una medida cautelar que obligaba a los docentes a retomar las clases. Cuando los maestros se negaron a obedecer la resolución, Coqui Capitanich y los ministros nacionales y bonaerenses se sintieron ofendidos ante lo que llamaron un flagrante desacato. Otro episodio notable, toda vez que tanto don Néstor (q.e.p.d.) cuanto su viuda han desobedecido, y aún lo hacen, sentencias de la Corte Suprema de Justicia, como los casos del Procurador Sosa, de Santa Cruz, Badaro y las jubilaciones y Perfil y la pauta publicitaria, por sólo citar los más conocidos; con esos antecedentes, la reciente orden al Ejecutivo de transparentar e informar acerca de los planes y subsidios sociales constituirá un nuevo hito en la materia, ya que la Casa Rosada no puede exhibir la impudicia del clientelismo y dejará desnudo, una vez más, el doble discurso oficial.
La Corte, que tiene recursos constitucionales para que sus fallos sean acatados –desde la detención de los funcionarios reacios hasta el pedido de juicio político a la Presidente- nada hizo al respecto en todos los años de gobierno de los Kirchner; todos los laureles académicos que habían cosechado sus integrantes han quedado incinerados en el escenario de la real politik.
Lo mismo ocurrió en la Cámara de Diputados cuando la mayoría oficialista, por orden directa de doña Cristina, se negó, invocando su conducta en la crisis del campo, a la designación de Cobos como Presidente de la Comisión de Educación, que correspondía a la UCR. Lo hizo el mismo bloque kirchnerista que, cuando la oposición pretendió arrebatarle la Presidencia del cuerpo o de algunas comisiones, invocó la tradición parlamentaria para respaldar su posición; una vez más, un claro caso de doble standard que, por otra parte, mostró a un sector jugando limpio contra otro que no respeta norma alguna.
Pero la verdadera perla semanal fue el discurso presidencial, por cadena nacional, con que se despachó la Presidente de la Nación el jueves, en medio de la indispensable –pero escasa y mal ejecutada- quita de subsidios, de la irresponsable y torpe conducción personalizada de la economía y de la notoria manipulación de las cifras del INDEC, de la prolongada huelga de los docentes, de los ríos de sangre que produce la violencia sin control, de la desatada inflación. Mechando ridículas anécdotas personales, ponderaciones los alfajores Fantoche y de francas amenazas a los industriales, ignorando esas situaciones se autocalificó de “madre de todos los argentinos”. Convengamos en que: a) pronuncia pícaros discursos que nos obligan a hablar de pavadas y a olvidar lo principal; o b) desesperada por la inoperancia de su círculo áulico se ve impedida de hacer cualquier referencia a los enormes problemas de la coyuntura, aún a riesgo de convertirse en el epítome de la ridiculez, mostrándonos una total desconexión con la realidad de un país que se está cayendo a pedazos. No sé qué pasa en su cabeza ni qué mantiene ocupada la mente de nuestra mandataria, pero debe estar influida por viajar siempre en helicóptero, que transita entre nubes.
Los docentes bonaerenses recomenzarán las clases mañana, luego de obtener aumentos que, en algunos casos, llegan al 38%; el conflicto continúa en otras jurisdicciones. Caló se ha jugado el futuro al firmar por el 29% en dos tramos, ya que sus metalúrgicos seguramente acompañarán el paro general decretado para el 10 de abril y creo que lo harán con su cabeza. Falta mucho para cerrar todas las paritarias pero, con índices de inflación tal elevados, pocos serán los gremios dispuestos a aceptar menos del 35%, aún cuando para muchas empresas, en medio del estancamiento, les resultará imposible acceder. Por otra parte, esos planes sociales –los que la Corte exige transparentar- que no se actualizan al ritmo de los precios serán fuentes de conflicto durante lo que resta, poco o mucho, del mandato de doña Cristina.
En fin; un panorama complicado sin razón para un país que perdió el tren de una década de fuertes vientos de cola para toda la región y que hoy, prácticamente solo, debe enfrentar huracanes que vienen de frente, de la mano de la desconfianza generalizada en una administración malvada y bruta, impredecible y arbitraria. La fiesta que organizaron los Kirchner para auto-festejarse está llegando a su fin; me permito recordar que, ya en 2006, dije que, a éstos, no los echaríamos ni siquiera con votos.
Bs.As., 30 Mar 14

sábado, 29 de marzo de 2014

Entrevista al economista político Julio Gambina.

ARGENTINA

"La devaluación, el acuerdo YPF-Chevron, los arreglos con el Club de París y Repsol es el programa de las clases dominantes"

POR Mario Hernandez

Mario Hernandez (MH): Damos comienzo a ?Fe de erratas? del 19 de marzo con la presentación del economista político Julio Gambina. Vamos a comenzar con los botines de punta como ya es habitual en nuestras últimas entrevistas. Estuve revisando Le Monde Diplomatique en su edición del mes de marzo, en particular, la nota ?La balada del dólar? del economista Claudio Scaletta quien se refiere a la restricción externa, es decir, la falta de divisas que afecta a la economía argentina y dice: ?en el largo plazo, ya no disponible para la actual administración, el camino lógico es la sustitución de importaciones. En el corto plazo, en tanto, las opciones son más variadas e incluyen todo lo imaginable para desincentivar la salida de capitales e incentivar su ingreso, desde promover la demanda de pesos y la demanda de dólares vía tasas de interés, endeudamiento externo, refinanciamiento de vencimientos de deuda o la promoción de la inversión extranjera?. Mi pregunta es ¿éstas son las únicas alternativas, las únicas salidas que tenemos?
Julio Gambina (JG): Claro que no. Rápidamente te diría que se puede pensar en un proceso de nacionalización de la banca y del comercio exterior, lo que supone un proceso de nacionalización portuaria, de la red ferroviaria, porque la salida de la soja, para dar el ejemplo de uno de los principales productos de exportación, supone para el caso del principal productor de aceite que es Urquía en la provincia de Córdoba, un tren privatizado para sacar la soja y el aceite de soja del interior de la provincia y llevarlo al puerto privado de Rosario y desde allí al exterior.

Se pueden hacer muchas cosas. El problema del artículo que me leíste y de muchas cosas que están pasando en el gobierno, es el límite que impone encontrar soluciones en el marco del capitalismo contemporáneo. Si el gobierno quiere una solución en ese marco tiene que reanimar el proceso productivo, lo que supone que haya inversión de capitales para ampliar la producción y, obviamente, no alcanza con la inversión pública que es la que viene sosteniendo la inversión en los últimos tiempos en Argentina, hace falta inversión privada.

Hay un debate con la Unión Industrial Argentina (UIA) donde hemos escuchado a la Presidenta y a su Ministro de Economía insistir que los capitales privados no invierten en la Argentina y por eso están a la búsqueda de inversiones externas. La UIA salió a contestarles que el año pasado la inversión privada creció respecto de años anteriores, pero para que el capitalismo funcione tiene que haber inversores dispuestos a invertir. Si no hay inversión originaria, no hay desarrollo productivo.

Ayer el Jefe de Gabinete salió a anunciar que se están presentando en el Parlamento iniciativas legales para inducir la producción de autopartes en Argentina y terminar con la pérdida de capitales que supone su importación. La cifra oficial es que el déficit del año pasado por autopartes fue de U$S 9.000 millones. Ingresaron U$S 20.000 millones y Argentina produjo y exportó por U$S 11.000 millones. Por lo tanto, la propuesta del gobierno argentino, que parece lógica, es ir a una sustitución de importaciones de autopartes, lo cual cuenta con el agrado de la industria siderometalúrgica y es un tema que cae bien a los autopartistas en nuestro país. Tampoco creamos que esa solución sea inmediata y en el corto plazo. La intención es que esos U$S 9.000 millones bajen a un ritmo relativamente pequeño en el corto plazo y se vaya corrigiendo esa diferencia. La pregunta sería si hay tiempo para hacerlo, no es la primera vez que el gobierno intenta en los últimos años mejorar la situación productiva de las autopartes. La realidad es que el capitalismo de esta época es trasnacional, donde tiene mucho peso el capital externo y, de hecho, en la Argentina de estos años con crecimiento económico, más allá de discutir su nivel y volumen, ha tenido un peso muy importante el capital externo.

Recuerdo que en la última conversación que tuvimos sostuve que el gobierno desde octubre del año pasado ha asumido el programas de las clases dominantes, del capital más concentrado y que se expresa sobre todo en la devaluación, en el arreglo de las cuentas externas, terminar con el default y por eso sale a arreglar con el Club de París y conseguir inversores externos para dinamizar el proceso productivo. Es lo que está diciendo la nota que me leíste, por eso se muestra como modelo el acuerdo YPF-Chevron y se aceleran los pasos del acuerdo con Repsol para ir cerrando espacios conflictivos con capitales externos.

No solo Repsol continúa en YPF sino que Argentina abre sus puertas como lo hace con Chevron. Hace una expropiación y paga lo que ?corresponde?, sea porque lo dice el tribunal de tasación en Argentina, porque lo acepta Repsol o haya acuerdo en la cotización de la empresa expropiada parcialmente.

La devaluación, las conversaciones que se van a iniciar a fines de mayo con el Club de París y la apertura a inversores externos son claras señales que Argentina quiere amigarse con el capitalismo mundial que es la forma de restablecer el orden capitalista en el país.

¿Se puede hacer otra cosa? Sí, pero hay que salir de la lógica capitalista. No hay que pedirle al gobierno que asuma esa posición porque desde que llegó en el 2003 viene promoviendo que su objetivo era normalizar el sistema capitalista. No está en el imaginario gubernamental ir más allá del orden capitalista.

El modelo energético empieza en los 90 con las privatizaciones y no ha sido corregido sustancialmente

MH: Hablaste del régimen de autopartes, otro es el energético y tengo entendido que este fin de semana, razón por la cual no pudimos hacer esta entrevista el viernes pasado, asististe en Mar del Plata al Congreso de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (Fetera) donde me imagino que este tema fue debatido.

JG: La Fetera es parte de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Es una de sus expresiones más interesantes que agrupa a trabajadores de la energía del sector privado y estatal, desde la Comisión Nacional de Energía Atómica hasta Río Turbio, pasando por las estaciones de servicio o de las empresas de generación y distribución energética. Está todo el panorama que va desde la electricidad al petróleo, a la energía atómica, el carbón, etc., con lo cual el panorama fue más que interesante y se pudo analizar en profundidad la crisis energética en Argentina.

Se hizo una crítica muy profunda al modelo energético que empezó en los 90 con las privatizaciones y no ha sido corregido sustancialmente. Pensá que lo ocurrido desde 2001-3 en adelante cuando mucho fue el congelamiento de las tarifas, pero es la continuidad de un modelo energético sustentado en la presencia del capital extranjero. Ahora, con la expropiación parcial de YPF, en el tema central que es el de los hidrocarburos, está planteada la asociación con el capital externo, nada menos que con Chevron, para avanzar en la explotación de los hidrocarburos no convencionales y, entre otras cosas, se dijo que el país que más ha desarrollado la tecnología para su explotación, del shale oil y el shale gas es EE. UU. Por eso la elección de Chevron.

En EE. UU., que tiene gran desarrollo en los hidrocarburos no convencionales, se ha generado una resistencia más que importante y ya hay varios estados que no permiten avanzar en ese tipo de producción, por eso EE. UU. exacerba su interés por las fuentes petroleras. Eso explica la avanzada sobre Venezuela, por ejemplo, quisiera que no estuviera el chavismo, no hubiera Maduro ni un manejo soberano de la política petrolera y hacerse de las reservas más importantes del mundo. Al mismo tiempo, quiere trasladar su experiencia sobre no convencionales a otros países y ahí encontraron que Argentina es el tercer reservorio mundial y, por lo tanto, no tiene que sorprender que vía Chevron, una de sus empresas más paradigmáticas, una de sus grandes petroleras, pretenda llegar a Argentina y avanzar sobre América Latina.

Hay que pensar en el antecedente de Repsol, una empresa española de un país que no tiene petróleo, sin embargo, con Repsol y pisando fuerte en América Latina con la privatización y compra de YPF, se proyectó a todo el continente y se transformó en una gran petrolera mundial desde nuestro país proyectándose a América Latina y Africa. Hoy es uno de los grandes jugadores petroleros a escala mundial, entonces, no sorprende que EE. UU. pretenda desde la Argentina organizar negocios con los no convencionales e YPF, de gestión estatal, ya está haciendo convenios con otras estatales de la región como la YPF boliviana y la estatal petrolera uruguaya, intentando involucrar a ambos países en la estrategia de explotación de los no convencionales.

Esto estuvo fuertemente planteado en el debate de Fetera el fin de semana y hay declaraciones en su página de internet, una muy importante sobre la cuestión de la energía y un planteo muy fuerte sobre la cuestión que Argentina tiene que diversificar su patrón productivo energético que en un 90% está asentado en hidrocarburos y, por lo tanto, hay que ir a una fuente más diversificada. Obviamente, las petroleras en Argentina y el mundo condicionan la diversificación de la matriz productiva de la energía.

Quizás un tema interesante para comentar es que Fetera viene insistiendo en que la energía no debe ser considerada una mercancía, un bien que se intercambia en el mercado, sino que hay que pensarla como un derecho así como hablamos de la educación y la salud. Desde la Fetera se empuja el tema de que la energía es un derecho de la población a calefaccionarse en invierno, poder refrigerarse en verano, tener acceso a la electricidad o al gas para cocinar o para satisfacer los hábitos populares y, por lo tanto, supone un trabajo ideológico, propagandístico, político muy difundido para que la sociedad lo asuma como lo está la educación. Eso implicaría desmercantilizar a la energía.

Volviendo al comienzo, ¿se puede hacer algo distinto? Claro, se podría desmercantilizar la educación que supone poner todas las fichas del presupuesto público en la escuela pública, en mejorarla. Lo estoy diciendo en un momento de gran conflicto por el no inicio de las clases, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, pero es que está instalado en el país por los bajos salarios docentes, un país que viene subsidiando y financiando a la escuela privada que en los últimos años ha venido creciendo consolidando un patrón de educación como mercancía y no como derecho. Imaginate en el plano de la energía donde hay que hablar del gas de garrafa, el que utilizan los pobres y es el más caro.

Pensar en una concepción de derecho a la energía supone que Argentina debería modificar sustancialmente su política energética y reestructurar sus recursos públicos y fiscales. Es un tema que primero hay que instalarlo en la sociedad para que lo transforme en presión.

Se está intentando transferir el costo del ajuste a la mayoría de la población que son los trabajadores

MH: Te referís al conflicto docente y he observado que en relación a la discusión paritaria la idea que intentó instalar el gobierno de aumentos salariales por debajo del 25% se ha quebrado. El caso docente es muy claro, con porcentajes que superan el 30% en la ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, incluso en la provincia de Buenos Aires. También han adoptado una posición muy firme los metalúrgicos, su secretario general, Caló, planteó que no había paritaria por debajo del 30% de aumento. ¿Qué consecuencias puede tener esta situación? Mucho se ha hablado de que un aumento de estas características en los salarios podría ahondar la crisis económica.

JG: El tema es quién va a pagar la crisis. El gobierno ha cambiado su agenda de prioridades asumiendo la demanda de las clases dominantes que venían pidiendo un enfriamiento de la economía argentina y es lo que está ocurriendo. Hay un proceso que avanza a la desaceleración o recesión de la economía. ¿Quién va a pagar todo esto? Los trabajadores, porque aunque se haya roto el techo del 25% y se discuta entorno al 30% la pregunta sería ¿cuánto fue la inflación anualizada de acuerdo al índice del mes pasado? En torno del 30% y todavía el gobierno no ha explicado la mentira del Indec. Ha salido directamente de menos del 1% de inflación en diciembre al 3,7% en enero sin ninguna explicación.



MH: Vos decís ¿quién paga el ajuste? El otro día leía las ganancias de las empresas, por ejemplo los bancos, pero me sorprendió el caso de Edenor. ¿Cómo puede ser que esta empresa declare en la justicia que no reciben subsidios, que trabajan a pérdida pero igual realizan las inversiones para garantizar el servicio que hemos visto en el verano en qué consiste y después leo que tuvo ganancias millonarias? Junto con los bancos fue una de las empresas que más ganancias ha tenido.

JG: Quizás sea muy sencillo decir es el capitalismo. Al principio decíamos hacen falta inversiones. ¿Por qué alguien invierte? Para ganar dinero. Cuando no hay ganancia las empresas se retiran. Cuando estudiás qué empresas se re-estatizaron en Argentina se trata de las que empezaban a dejar de ganar, la misma Repsol estaba previendo hacerlo. No es un secreto, a pesar que YPF seguía dando ganancias y habían descubierto Vaca Muerta y eso habilitaba una expectativa y antes de que sea importante en la valuación de la empresa, porque la propia tasación de Repsol indicó que la incidencia de Vaca Muerta era menor en su valorización, se produce la expropiación. Se la expropia antes. Lo mismo ha pasado con la empresa de aguas, con los ferrocarriles, todas las re-estatizaciones en general tienen que ver con la relativa voluntad de retirarse de las empresas.

La lógica es el tema de la ganancia.

Te venía diciendo que si la inflación fue del 30% en el 2013, el interrogante va a ser de cuánto será para el 2014. La proyección de enero-febrero da por encima del 40%. El gobierno dice que están haciendo esfuerzos para que no sea así en marzo y más adelante y no será del 40%. Imaginemos que sea exitoso en política anti-inflacionaria, en el mejor de los casos, va a ser de otro 30%, por lo tanto, el ajuste salarial no es solo sobre lo perdido en 2013 sino sobre lo que va a perder en el 2014.

Fijate que las organizaciones de los jubilados vienen planteando un ajuste porque el que se proyecta en marzo para los próximos 6 meses es del 11%. Con un ajuste en los alimentos en enero-febrero superior al 10%, la actualización de las jubilaciones ya se comió con lo que se movieron los precios en esos dos meses.

Es evidente que se está intentando transferir el costo a la mayoría de la población que son los trabajadores, que van a bancar esta situación o a generar procesos de resistencia y lucha como están expresando los docentes y qué capacidad tendrán para que la sociedad los acompañe.

Hay un accionar muy fuerte de parte del poder político y mediático para responsabilizar a los docentes de la falta de clases.

MH: Hoy lo estaba escuchando al periodista Nelson Castro apuntando sus baterías en ese sentido diciendo que los niños habían perdido once días de clase, que la educación en Argentina fue históricamente para igualar, que así fue como se desarrolló una poderosa clase media en los 50/60, etc.

JG: Sobre la base de la escuela pública, pero lo que ha crecido en los últimos años fue la privada.

MH: Para ir cerrando, me acuerdo de una vieja frase que decía ?el que apuesta al dólar, pierde? ¿Podríamos decir lo mismo en este momento de quietud del mercado cambiario?

JG: No, el dólar es un precio más de la economía, pero no es uno cualquiera.

MH: Lo decía porque está debajo de los $ 8.

JG: Pero muy cerquita y últimamente viene subiendo y sectores del poder económico vienen diciendo que este nivel de inflación se come la devaluación de enero y ya empezó la presión nuevamente para que se piense en términos devaluatorios.

MH: Quisiera recordarte algunas cifras. Producción de soja: + 1.5 millones de toneladas. Brasil: - 3 millones. Precio x tn = U$S 535. Faltan los dólares que van a ingresar producto de esta cosecha.

JG: Supuestamente van a contener la cotización, pero te falta contar todo lo que hay que pagar de deuda. Los dólares que hacen falta para cubrir el balance exterior de Argentina, para cubrir el déficit en materia de autopartes, en turismo. Hay mucha necesidad de dólares de la Argentina. La crisis energética también demanda muchos dólares. No alcanzan todos los dólares que vengan por la soja o por las exportaciones de minerales, por eso se están buscando préstamos e inversiones externas. Si esta situación no se equilibra habrá nuevas presiones por la devaluación.

viernes, 28 de marzo de 2014

MARXISMO, VIGENCIA Y CADUCIDAD.

MARX HOY



(AW) El pensador marxista – trotskista Daniel Bensaid (1946-2010), en un reportaje concedido a la organización Vpered, expuso algunas de sus ideas sobre que cosas del pensamiento de Marx siguen siendo actuales y revolucionarias y cuales se muestran agotadas en su capacidad transformadora.
marx
Actualidad del marxismo
Entrevista a Daniel Bensaïd (1946-2010)
Daniel Bensaïd
Democracia Socialista

Respuestas del intelectual marxista y militante anticapitalista francés Daniel Bensaïd (1946-2010) a las preguntas de jóvenes militantes de la organización política marxista Vpered, tras su congreso llevado a cabo en Moscú de noviembre del 2006. 
Vpered : ¿Qué partes de la herencia marxista pertenecen claramente al pasado, y cuáles te parece que conservan hoy en día la vigencia de siempre ?
Daniel Bensaid : Me gustaría comenzar por matizar o precisar la idea misma de herencia. No hay una herencia, sino muchas : un marxismo “ortodoxo” (de Estado o de Partido) y marxismos “heterodoxos” ; un marxismo cientificista (o positivista) y un marxismo crítico (o dialéctico) ; o mejor aún, lo que el filósofo Ernst Bloch llamó las “corrientes frías” y las “corrientes cálidas” del marxismo. No se trata de simples diferencias de lecturas o interpretaciones, sino más bien de discursos teóricos que sustentan en ocasiones políticas antagónicas. Como a menudo insistía Jacques Derrida, una herencia no es un bien que puede ser transmitido o conservado. Es lo que con ella hacen los herederos, así como lo que harán.
Entonces, ¿qué está obsoleto en la teoría marxista ?
Para empezar, diría, un cierto tipo de optimismo sociológico : la idea de que el desarrollo del capitalismo entraña de manera casi mecánica el desarrollo de una clase obrera cada vez más numerosa y concentrada, cada vez mejor organizada y cada vez más consciente. Un siglo de experiencias ha mostrado la importancia de las divisiones y las diferenciaciones en las capas del proletariado. La unidad de las clases explotadas no es una naturaleza dada, sino algo por lo que se lucha y que se construye.
Luego, creo que tenemos que retomar un serio examen de las nociones de dictadura del proletariado y de la extinción del estado. Es una cuestión complicada, porque las palabras no tienen el mismo sentido hoy que el que podrían haber tenido en la pluma de Marx. En su momento, en el léxico de la Ilustración, la dictadura se contraponía a la tiranía. Evocaba una venerable institución romana : un poder de excepción delegado por un tiempo limitado, y no un poder arbitrario ilimitado. Es evidente que tras las dictaduras militares y burocráticas del siglo XX, la palabra ya no conserva su inocencia. Para Marx, sin embargo, designaba algo enteramente nuevo : un poder de excepción por primera vez mayoritario, del cual la Comuna de París representó – según sus propias palabras – “la forma finalmente descubierta”. Es entonces de esta experiencia de la Comuna (y de todas las formas de democracia “desde abajo”) que deberíamos hablar hoy. La noción de dictadura del proletariado no definía entonces, para Marx, un régimen institucional específico. Tenía mas bien un significado estratégico : el de destacar la ruptura de continuidad entre un antiguo orden social y jurídico y uno nuevo. “Entre dos derechos opuestos, es la fuerza la que decide” [1], escribió en El capital. Desde este punto de vista, la dictadura del proletariado sería la forma proletaria del estado de excepción.
Finalmente, solemos escuchar que Marx podría haber sido (o ha sido) un buen economista, o un buen filósofo, pero sin embargo un político mediocre. Considero que esto es falso. Por el contrario, Marx fue un pensador de la política, pero no como se la enseña en las denominadas “ciencias” políticas, no como una tecnología institucional (por otra parte, en el siglo XIX, no había prácticamente regímenes parlamentarios en Europa – aparte de Gran Bretaña – ni partidos políticos del tipo moderno que nosotros conocemos). Marx piensa a la política como acontecimiento (las guerras y las revoluciones) y como invención de formas. Es lo que yo llamo “una política del oprimido” : la política de aquellos que son excluidos de la esfera estatal a la que el pensamiento burgués reduce la política profesional. Si bien esta otra concepción de la política sigue siendo muy importante hoy en día, no menos lo son los puntos ciegos de Marx, que pueden conducir a un cortocircuito entre el momento de excepción (la “dictadura del proletariado”) y la perspectiva de una rápida desaparición del estado (y del derecho). Me parece que este cortocircuito está presente en Lenin (particularmente en El estado y la revolución), lo cual no es de gran ayuda para pensar los aspectos institucionales y jurídicos de la transición. Ahora bien, todas las experiencias del siglo XX nos obligan a pensar de fondo la diferencia entre partidos, movimientos sociales e instituciones estatales.
En cuanto a la actualidad de la herencia, ello está muy claro. La actualidad de Marx es la de El capital y la de la crítica de la economía política, la actualidad de la comprensión de la lógica íntima e impersonal del capital como social killer [2]. Es asimismo la de la globalización mercantil. Marx ha tenido ante sus ojos la globalización victoriana : el desarrollo de los medios de transporte y de comunicación (los ferrocarriles y el telégrafo), de la urbanización y de la especulación financiera, de la guerra moderna y de la “industria de la masacre”. Nosotros vivimos una época bastante similar, con una revolución tecnológica (Internet y la astronáutica, la especulación y los escándalos, la guerra global, etc.) Pero, allí donde la mayoría de los periodistas se contentan con describir la superficie de las cosas, la crítica marxiana nos ayuda a comprender la lógica, la de la reproducción a gran escala y la acumulación acelerada del capital. Nos ayuda sobre todo a ir a las raíces de la crisis de civilización : una crisis general de la medida, una crisis de funcionamiento del mundo, debida al hecho de que la ley del valor – que reduce toda riqueza a la acumulación de mercancías, y mide a los hombres y las cosas en términos de tiempo de trabajo abstracto – se vuelve cada vez más “miserable” (la palabra es de Marx en los Grundisse). De manera tal que la racionalización parcial del trabajo y la técnica se traduce en una creciente irracionalidad global. La crisis social (la productividad genera exclusión y pobreza, no tiempo libre) y la crisis ecológica (es imposible administrar los recursos naturales a una escala de siglos y milenios con el criterio de los “arbitrajes” instantáneos de la Bolsa o de NASDAQ) lo ilustran de manera flagrante.
Detrás de esta crisis histórica – que amenaza el futuro del planeta y de la humanidad en tanto especie – están los límites inherentes a las relaciones de propiedad capitalistas. Aunque la socialización del trabajo está más desarrollada que nunca, la privatización del mundo (no sólo de las industrias, sino también de los servicios, del espacio, de la vida y del conocimiento) se ha convertido en un freno al desarrollo y a la satisfacción de las necesidades. En contraste, la demanda de servicios públicos de calidad, el desarrollo de la gratuidad de ciertos bienes y servicios, la reivindicación de un “patrimonio común de la humanidad” (en materia de energía, acceso a la tierra, al agua, al aire y al saber), expresan la exigencia de nuevas relaciones sociales.
Vpered : ¿Cuáles son los principales problemas teóricos que los marxistas tendrían que resolver hoy ?
Daniel Bensaid : Hablaré de problemas que tienen que ser elaborados más que resueltos. Porque la solución no es puramente teórica, sino también práctica. Si existe, será el resultado de la imaginación y la experiencia de millones de millones de personas. Por otro lado, hay cuestiones que deben ser re-abiertas y elaboradas a la luz de un siglo de experiencias que ni Marx ni Engels ni ninguno de los padres fundadores podían imaginar.
En primer lugar, la cuestión ecológica. Ciertamente hay en Marx una crítica a la concepción abstracta de un progreso unidireccional (en las primeras páginas de losGrundisse), y la idea de que cualquier progreso alcanzado dentro del marco de las relaciones sociales capitalistas tiene su costado de devastación y retroceso (a propósito de la agricultura en El capital). Pero ni él, ni Engels, ni Lenin, ni Trotsky, han verdaderamente incorporado nociones de umbrales y límites. La lógica de sus polémicas contra las corrientes malthusianas reaccionarias los condujo a apostar a la abundancia para resolver las dificultades. Ahora bien, el desarrollo del conocimiento científico nos ha hecho tomar conciencia de los riesgos de la irreversibilidad y de las diferencias de escala. Nadie puede saber hoy si los daños inflingidos sobre el ecosistema, la biodiversidad y el equilibrio climático serán reparables. Hace falta entonces corregir una suerte de soberbia prometeica y acordarnos de que – tal como Marx observó en losManuscritos de París de 1844 – mientras que el hombre es un “ser humano natural”, es ante todo un ser natural, por tanto dependiente de su nicho ecológico. Así como la crítica marxista puede hoy en día nutrirse de la elaboración en otros campos de investigación (tales como los de Georgescu-Rötgen), en los últimos años hemos visto también desarrollarse una importante “ecología social” inspirada en la crítica marxista (Bellamy-Foster en EE.UU., Jean-Marie Harribey o Michael Husson en Francia, y muchos otros).
Después, parece importante considerar las consecuencias estratégicas de los cambios en curso en las condiciones espaciales y temporales de la política. Existe una abundante literatura teórica acerca de la cuestión del tiempo, tanto a propósito de los ritmos económicos (ciclos, rotación del capital, indicadores sociales, etc.) como de la discordancia de los tiempos sociales (o de lo que ya Marx llamó “contratiempo” y Bloch “no-contemporaneidad”), entre un tiempo político, un tiempo jurídico y un tiempo estético (a los cuales hoy habría que agregar un tiempo largo de la ecología). Por otro lado, al margen de la obra pionera de Henri Lefebvre, la producción social de espacios sociales ha suscitado una muy menor atención teórica. Sin embargo, la globalización produce hoy en día una reorganización de las escalas espaciales, una redistribución de los lugares de poder, de nuevos modos de desarrollo desigual y combinado. David Harvey ha mostrado que hay en Marx pistas interesantes en este sentido, y ha desarrollado su relevancia respecto de las formas contemporáneas de la dominación imperialista que, lejos de desembocar en un “espacio liso” y homogéneo del Imperio (como lo sugiriera Toni Negri), perpetúan y utilizan el desarrollo desigual en provecho de la acumulación del capital.
Un tercer gran tema sería el del trabajo y su metamorfosis, tanto desde el punto de vista de las técnicas de gestión de la fuerza de trabajo en los procedimientos de control mecánico, así como en la recomposición de la relación entre trabajo intelectual y trabajo manual. Las experiencias del siglo XX, en efecto, han mostrado que la transformación formal de las relaciones de propiedad no bastaba para poner fin a la alienación en y por el trabajo. Algunos han deducido de esto que la solución consistiría en el “fin del trabajo”, o en la salida (¿o fuga ?) fuera de la esfera de la necesidad. Hay en Marx una doble comprensión del concepto de trabajo : en sentido amplio, una comprensión antropológica, que designa la relación de transformación (o el “metabolismo”) entre la naturaleza y la especie humana ; y una comprensión específica o restringida, que concibe por trabajo el trabajo involuntario, y específicamente la forma del trabajo asalariado en una formación social capitalista. En relación a este significado restringido, podemos y debemos fijar el objetivo en liberar al trabajo y en ser liberados del trabajo, en socializar los ingresos para desembocar en la desaparición de la forma-salario. Pero no podemos, sin embargo, eliminar el “trabajo” (aun si le damos otro nombre) en el sentido general de actividad de apropiación y transformación de un medio natural dado. Se trata por tanto de imaginar las formas bajo las cuales esta actividad podría volverse creativa, dado que es altamente dudoso que pueda existir una vida libre y plena si el trabajo en sí mismo permanece alienado.
Una cuarta cuestión mayor sería la de la (o las) estrategia(s) para cambiar el mundo. En efecto, tras un breve momento de euforia o ebriedad que siguió a la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, la gran promesa liberal pronto perdió su credibilidad. Cada día se revelan en toda su amplitud los estragos sociales y ecológicos de la competencia de mercado “sin distorsiones”. El estado permanente de guerra y excepción no son más que el reverso lógico de esta crisis histórica. El nacimiento de los movimientos altermundistas expresa una constatación del fracaso : el mundo no está a la venta, el mundo no es una mercancía… A menos de 15 años del pretendido triunfo definitivo del capitalismo (el famoso “fin de la historia” de Fukuyama), la idea de que este mundo de capitalismo realmente existente es inhumano e inaceptable está ahora ampliamente extendida. Por otra parte, existe una fuerte incertidumbre acerca de las maneras de transformarlo sin reproducir los fracasos y las caricaturas de socialismo del siglo XX. Hace falta, entonces, sin renunciar a la centralidad de la lucha de clases en las contradicciones del sistema, pensar la pluralidad de estas contradicciones, de estos movimientos, de estos actores, pensar sus alianzas, pensar la complementariedad de lo social y lo político aunque sin confundirlos, retomar la problemática de la hegemonía y el frente único abierta por los debates de la Tercera Internacional y los Cuadernos de la carcel de Gramsci, profundizar en las relaciones entre ciudadanía política y ciudadanía social… Vasto programa, que no puede avanzar sino con el aporte de nuevas experiencias de lucha y organización.
Seguramente – y esto está ya implícito en el punto precedente –, implica dimensionar en toda su extensión el fenómeno de la burocracia en las sociedades modernas, y sus profundas raíces en la división social del trabajo. Una idea superficial es creer que el fenómeno burocrático sería un resultado exclusivo de las sociedades culturalmente atrasadas, o el producto de formas organizativas (tales como la organización en “partidos” políticos). De hecho, cuanto más se desarrollan las sociedades, mayores son las formas burocráticas varias que producen : burocracias de estado, burocracias administrativas y burocracias del saber y de la acreditación. Las organizaciones sociales (sindicatos, organizaciones no gubernamentales) están no menos burocratizadas que los partidos. Por el contrario, los partidos (llámeseles partidos, movimientos u agrupaciones, poco importa) pueden ser un medio de resistencia colectiva a la corrupción financiera y a la cooptación mediática (dado que la burocracia mediática es también una nueva forma de burocratización). Se ha vuelto crucial, por ende, pensar los medios para desprofesionalizar el poder y la política, para limitar la acumulación de cargos electivos, para eliminar los privilegios materiales y morales, para garantizar la rotación de las responsabilidades. No hay aquí armas o antídotos infalibles. Se trata de medidas para el control y la limitación de tendencias burocráticas, pero las soluciones genuinas a largo plazo dependen de una transformación radical de la división del trabajo y de una drástica reducción del tiempo de trabajo involuntario.
Para elaborar estas cuestiones, existen importantes recursos – a menudo desconocidos u olvidados – en Marx y en la tradición marxista. Pero también hay importantes herramientas conceptuales provenientes de otras corrientes de pensamiento, sea en la economía, la sociología, la ecología críticas, los estudios de género, los estudios post-coloniales o el psicoanálisis. No avanzaremos sin dialogar con Freud, Foucault, Bourdieu y muchos otros.
Vpered : En tu opinión, ¿quiénes han sido los pensadores marxistas más destacables de las décadas recientes y cuál es la importancia de su contribución al desarrollo del marxismo ?
Daniel Bensaid : El ejercicio de establecer una lista de honor o un top ten de los estudios marxistas sería bastante estéril. Por un lado, gracias a la socialización del trabajo intelectual y a la elevación general del nivel cultural, ya no existe propiamente la figura de los “maitres penseurs” [3] o “gigantes intelectuales” (como lo fueron Sartre, Lukács…) Y esto es algo más bien positivo, un signo de la democratización de la vida intelectual y el debate teórico. Esto vuelve difícil y arbitrario enumerar las grandes figuras de la actualidad. Por otro lado, hay un conjunto mucho más extenso de trabajos e investigaciones inspirados en Marx y los marxismos, en los campos y disciplinas más variados, desde la lingüística hasta la economía, pasando por la psicología, la historia, la geografía… Uno debería enumerar decenas de nombres, en muchos casos precisando el área de competencia del autor, puesto que el sueño del “intelectual total” probablemente se ha vuelto una ilusión, pero el “intelectual colectivo” ha ganado en el proceso.
Hay otra razón que vuelve más difícil todavía una respuesta detallada a su pregunta. Basta con enumerar algunos grandes nombres de la historia del movimiento socialista y comunista para dar cuenta de ello : Marx, Engels, Kautsky, Pannekoek, Jaurès, Rosa Luxemburgo, Lenin, Trotsky, Bujarin, Gramsci… Todos ellos han sido “intelectuales orgánicos” del movimiento socialista, militantes que unían teoría y práctica. Ahora bien, la reacción estalinista a escala internacional y las derrotas del movimiento obrero han tenido como resultado un divorcio perdurable entre teoría y práctica. Esta es la cuestión que está en el centro del breve libro de Perry Anderson sobre “el marxismo occidental”, publicado en los años ’70. Para preservar su libertad de pensamiento y actividad teórica, los intelectuales – salvo por unas pocas honrosas excepciones – han mantenido en su mayoría una distancia prudente respecto del compromiso militante, y cuando escogieron el camino de tal compromiso, muchas veces tuvieron que sacrificar su conciencia y su trabajo teórico. La historia de la relación entre los intelectuales franceses y el movimiento comunista es la historia de esta tragedia : la de Paul Nizan, Henri Lefebvre, los surrealistas, Pierre Naville, Aragon y muchos “compañeros de ruta”. En los años ’60, para liberar a la investigación teórica del tutelaje y la ortodoxia partidarios, Althusser llegó a teorizar una estricta división del trabajo entre teoría y práctica.
Hoy podemos esperar emerger de este período oscuro. El movimiento altermundista es una oportunidad para una nueva conjunción de movimientos sociales revitalizados y una investigación teórica viva, sin complejos ni censuras. Es sin dudas una nueva oportunidad a no desaprovechar.
Vpered : ¿Podés hablarnos acerca de tu posición sobre la cuestión del lugar de la dialéctica en la teoría marxista ?
Daniel Bensaid : La cuestión es demasiado vasta, y ha hecho correr demasiada tinta ya, para abordarla en una breve respuesta a una breve pregunta. Me contentaré, por tanto, con algunos comentarios generales. Por más que, en el siglo XIX, los alemanes, los italianos, y más aún los rusos necesitaban, para alcanzar su emancipación nacional y social, de la crítica dialéctica, la ideología conservadora francesa, después de junio de 1848 y de la Comuna, hizo todo lo que pudo para deshacerse de ella. El “materialismo subterráneo del encuentro” [4], admirablemente evocado por Althusser en sus últimos escritos, estaba derrotado en Francia incluso antes de la llegada de Marx. Y el “marxismo inhallable” de Guesde y Lafargue estaba desde su origen teñido de positivismo. Les era difícil pasar de una lógica clasificatoria de las definiciones a una lógica dinámica (dialéctica) de las determinaciones, del tipo que Marx puso magistralmente en juego en El capital. En sus formas más rígidas, el estructuralismo en boga en los años ’60 efectivamente prolongó este rechazo, tomando estructuras petrificadas como objeto de estudio, sin acontecimientos ni subjetividad, y sistemas tanto más vaciados de historia cuanto más dolorosa de pensar se volvió la historia real del siglo.
El marxismo ortodoxo, erigido en razón de Estado en los años ’30 por partent de la burocracia estalinista triunfante, ha tomado provecho de este estado de cosas para imponer la influencia de su “diamat” [5], dogmatizado y canonizado. Este fue el segundo sacrificio de la dialéctica, una suerte de Thermidor en el campo de la teoría, cuyas premisas fueron evidentes desde la condena al psicoanálisis y al surrealismo en el siniestro Congreso de Járkov, y cuya doctrina estableció el inmortal panfleto de StalinMaterialismo histórico y materialismo dialéctico. La “dialéctica” devino entonces una meta-lógica formal, una sofistería de estado buena para todo, y especialmente para quebrar a los hombres. La dialéctica de la conciencia crítica (aquella de Lukács y Korsch) retrocede entonces ante el imperativo de la Razón de Estado.
Esta reacción al interior de la teoría se combina con otro proceso, especialmente en Francia. Bajo el pretexto de defensa – legítima en cierta medida y justa hasta cierto punto – del racionalismo y la Ilustración frente las mitologías oscurantistas, una suerte de Frente Popular en la filosofía ha complementado el Frente Popular de la política, sellando una alianza anti-fascista bajo la hegemonía de la burguesía. Esta apología de la razón no-dialéctica fue asimismo la victoria póstuma del santo Método cartesiano sobre el dialéctico Pascal. El propio Lukács, que hasta su texto – recientemente descubierto – de 1926 Una defensa de Historia y conciencia de clase, se había enfrentado al tribunal de sus detractores, reivindicando sus ideas sobre la espontaneidad y la conciencia, ha escrito entonces – un libro que no es de sus mejores– La destrucción de la razón(inédito hasta después de la guerra). La victoria de la contrarrevolución burocrática exigió una lógica binaria (“el que no está conmigo…”) del tercero excluido : ninguna lucha posible, siquiera asimétrica, en dos frentes. Está lógica de intimidación y culpabilización hizo un enorme daño político (en tiempos de las intervenciones en Hungría, en Checoslovaquia, en Polonia, y más recientemente otra vez en Afganistan).
Puede que estemos asistiendo a un renacimiento del pensamiento dialéctico. Sería un buen signo. Un signo de que los vientos cambian, y que el trabajo de lo negativo recobra vigor contra la comunicación publicitaria que nos conmina a “pensar positivo” a cualquier costo, contra las retóricas del consenso y la reconciliación general. Habría buenas y fuertes razones para creerlo : una urgente necesidad de pensamiento crítico y dialéctico, traída por el espíritu de la época.
Una razón histórica, para empezar. Tras las tragedias del siglo pasado, ya no podemos nadar en las tranquilas aguas del progreso unidireccional e ignorar la formidable dialéctica benjaminiana de progreso y catástrofe. Con más razón, ante la incierta transformación del mundo que se perfila desde hace una veintena de años. Y esta necesidad de la dialéctica también se expresa en la necesidad de una ecología crítica capaz de intervenir en dos frentes : contra las bienaventuranzas de la mundialización mercantil, pero también contra las tentaciones oscurantistas de la ecología profunda. [6]
La renovación de las categorías dialécticas a la luz de controversias científicas en torno al caos determinista, la teoría de sistemas, las causalidades holísticas o complejas, las lógicas de lo viviente y del orden emergente (a condición de proceder con precaución de un dominio al otro), ponen a la orden del día un diálogo renovado entre diferentes campos de investigación y una renovada puesta a prueba de las lógicas dialécticas.
Una necesidad acuciante de pensar la mundialización y la globalización desde el punto de vista de la totalidad (de una totalización abierta), para comprender las nuevas figuras del imperialismo tardío e intervenir políticamente en el más desigual y peor combinado desarrollo que jamás existiera en el planeta.
Una necesidad acuciante de pensar el siglo desde el punto de vista de un espacio/tiempo discontinuo, socialmente producido, y de conceptualizar una temporalidad política específica, de la no-contemporaneidad y del contratiempo, en lugar de pensar indolentemente la historia según las categorías cronológicas lineales de “post” y “pre” (post-capitalismo, post-comunismo, etc.)
Una necesidad acuciante de pensar el progreso efectivo desde el punto de vista del desarrollo (o del trans-crecimiento [7], en la terminología de Trotsky), y no de la acumulación o del “crecimiento sin desarrollo” que ya Lefebvre criticaba acertadamente.
Finalmente, el deshielo de la guerra fría y la interferencia compleja de múltiples conflictos obliga a salirse de la lógica binaria de los “campos” bajo hegemonía estatal de una madre patria (incluso aquella del socialismo realmente inexistente), y de reintroducir el tercero excluido para orientarse estratégicamente en conflictos como los de los Balcanes o el Golfo.
Si esta actualidad del pensamiento dialéctico se confirma, deberíamos esperar – y alegrarnos por ella – la publicación, más temprano que tarde, después del Libro negro del comunismo y el Libro negro del psicoanálisis, de un “Libro negro de la dialéctica”. Significaría que la contradicción antagónica no ha sido neutralizada, ni disuelta en una “oposición no de contradicción, sino de correlación”. Significaría también la puesta en jaque del fetichismo del hecho consumado, de la exclusión de lo posible en provecho de una realidad empobrecida. Y que la “filosofía del no”, el trabajo de lo negativo, el punto de vista de la totalidad, los “saltos” imprevisibles celebrados por Lenin en sus notas marginales a la Ciencia de la lógica de Hegel, no han sido definitivamente sometidos.
Puesto que por medio de la dialéctica, es la revolución el verdadero blanco. El Lukács deHistoria y conciencia de clase y El pensamiento de Lenin lo había comprendido bien. Se hallaba, es cierto, en el ojo de la tormenta, durante años de crisis, que son lógicamente años de intensidad dialéctica.
Vpered : En los años ’90, se extendió ampliamente la opinión de que la contradicción entre el trabajo y el capital no era ya el conflicto principal de las sociedades contemporáneas ¿Estás de acuerdo con esta idea ?
Daniel Bensaid : Hay muchas maneras de abordar esta cuestión. La opinión extendida a menudo partía del argumento de una evolución sociológica y de la constatación, en los países desarrollados, de un retroceso relativo del proletariado industrial en la población activa. Este retroceso es real (en Francia se pasa de 33 a 25%), pero se trata aún de un cuarto de la población activa ; y a nivel internacional ha habido más bien un desarrollo global del proletariado urbano.
La impresión de una decadencia, o aun de una desaparición del proletariado, suele basarse en una definición restrictiva, incluso obrerista, de las clases sociales a partir de categorías sociológicas clasificatorias. Para Marx, sin embargo, no se trata de una sociología positivista de las clases, sino de una relación social dinámica, las clases no existen sino en sus luchas. Si se considera la relación de propiedad de los medios de producción, la forma y el nivel de ingreso salarial del empleo, el lugar en la división social del trabajo, la gran mayoría de los asalariados del denominado sector terciario (entre ellos, cada vez más mujeres) son proletarios en el sentido inicial que Marx daba a la palabra : en 1848, el proletariado parisino tematizado en La lucha de clases en Franciano era tan industrial, sino más bien ligado al artesanado. A menudo se confunde, pues, un debilitamiento de la organización y de la conciencia de clase (como consecuencia de derrotas políticas y sociales) con un irreversible declive de la lucha de clases. Dicho eso, es necesario prestar la mayor atención a los obstáculos que existen en adelante para esa organización y esa conciencia : privatización e individualización de la vida social, flexibilidad del trabajo, individualización de los tiempos de trabajo y de las formas de remuneración, presión de la desocupación y de la precariedad, desconcentración industrial y cambios en la organización de la producción…
La relación capital-trabajo, sin embargo, persiste como central en las sociedades contemporáneas. Por otro lado, yo no utilizaría el término “conflicto principal”, puesto que tiende a reducir las otras contradicciones a un lugar “secundario”. Hay más bien una serie de contradicciones que no responden a la misma temporalidad (a la misma escala histórica), pero que están estrechamente imbricadas (o “sobredeterminadas”, para retomar el léxico de Althusser, por la lógica dominante del capital) : las relaciones de género (o sexo), las relaciones entre naturaleza y sociedad humana, las relaciones entre lo individual y lo colectivo. El verdadero problema es articular estas contradicciones.
¿Por qué los sindicatos, los movimientos feministas, las agrupaciones ecologistas, los movimientos culturales, convergen tan espontáneamente en los foros sociales ? Porque el gran unificador de esas diversas contradicciones es el capital mismo, y la mercantilización generalizada que impregna la totalidad de las relaciones sociales. Pero esta convergencia debe hacerse con respeto de la especificidad de los diferentes movimientos.
Por otra parte, hay una dimensión de lucha ideológica en esta cuestión. Si aceptamos la idea de sociólogos como Bourdieu, según la cual las relaciones sociales no son solamente captadas en su estado natural, sino construidas mediante representaciones, aun así es necesario que esas representaciones tengan un fundamento real. La representación de lo social en términos de clases posee argumentos sólidos, tanto teóricos como prácticos. Es por otra parte asombroso que se interrogue frecuentemente sobre la existencia del proletariado, pero jamás sobre la de la burguesía o la patronal : en efecto, ¡basta estudiar la distribución de las ganancias y las rentas para verificar su existencia !
Enfatizar la actualidad de la lucha de clases implica una apuesta evidente : es la de construir la solidaridad más allá de las diferencias de raza, nación, religión, etc. Quienes no quieren yamás oír hablar de lucha de clases tendrán a cambio las luchas de las tribus y las etnias, las guerras religiosas, los conflictos comunitarios. Y sería un extraordinario retroceso, que desgraciadamente está ya en curso en el mundo actual. La internacionalización de la lucha de clases es en verdad el fundamento material (y no puramente moral) del internacionalismo en tanto respuesta de los oprimidos a la mundialización mercantil.
Vpered : ¿Qué puntos de encuentro ves hoy en día entre la teoría marxista y los movimientos sociales de masas ?
Daniel Bensaid : Yo creo que en su núcleo duro (la “crítica de la economía política” y de la acumulación del capital), la teoría marxista sigue siendo el instrumento más productivo para abordar la mundialización liberal y sus consecuencias. Su actualidad, ya le lo he dicho, es la de El capital mismo. Además, la mayoría de los movimientos sociales están inspirados en ella, lo quieran o no. El historiador Fernand Braudel señaló ya hasta qué punto las categorías críticas del marxismo han impregnado nuestra comprensión del mundo contemporáneo, incluso entre sus detractores. Y el filósofo Jacques Derrida resumió su actualidad en 1993 (¡en una fecha poco favorable a la teoría marxista !) con la fórmula : “No hay futuro sin Marx”. Con, contra, más allá… ¡pero no sin ! El marxismo no es la verdad última para la comprensión de las sociedades contemporáneas, pero continúa siendo un pasaje obligado para eso. La paradoja es que los ideólogos liberales que pretenden tratar a Marx como a “un perro muerto”, pasado de moda, obsoleto, caduco, no tienen para oponerle más que el retorno a los economistas clásicos, o a la filosofía política del siglo XVII, o a Tocqueville. Marx perteneció, desde luego, a su tiempo. Compartió ciertas ilusiones, sobre la ciencia y el progreso. Pero, en cuanto a la naturaleza del objeto cuya crítica ha abordado – a saber, la acumulación del capital, y su lógica –, desbordaba su tiempo y anticipaba el nuestro. En esto es que sigue siendo un contemporáneo nuestro, mucho más joven y estimulante que todas esas pseudo-innovaciones que se vuelven obsoletas al día siguiente de su aparición.
Vpered : ¿Cómo percibís los movimientos socialistas amplios contemporáneos y el hecho de que, a diferencia de los partidos políticos, parecen en mejores condiciones para desarrollar luchas contra el capitalismo ? ¿Qué pensás acerca del futuro de los partidos como tales, y como elementos para la construcción de una organización internacional ?
Daniel Bensaid : Debemos pasar en limpio qué queremos decir por “movimientos socialistas amplios”. Probablemente estemos en los comienzos de una reconstrucción teórica y práctica de movimientos emancipatorios, tras un siglo de terribles tragedias y derrotas. En cierta medida, se tiene a veces la impresión de estar recomenzando desde foja cero. Un partido como el Partido de los Trabajadores en Brasil (PT), nacido en los comienzos de los años ’80, en la época de la caída de la dictadura militar, y producto de la rápida industrialización de los años ’70, podía asemejarse a la gran socialdemocracia alemana antes de la guerra de 1914 : tenía un mismo carácter de masas y un pluralismo ideológico comparable. Pero nosotros estamos en los albores del siglo XXI, y el XX ha pasado, no lo disimularemos. Así, el PT ha atravesado en menos de un cuarto de siglo un proceso de burocratización acelerada, y se ha visto atrapado en el juego de las contradicciones contemporáneas, de las relaciones de poder, del lugar de América Latina en la reorganización de la dominación imperialista, etc.
En un primer momento, para las luchas de resistencia y de oposición, los movimientos sociales parecen más eficaces y más concretos que las organizaciones partidarias. Su aparición marca el comienzo de un nuevo ciclo de experiencias sin las cuales nada sería posible. Pero, así como Marx reprochó a sus contemporáneos una “ilusión política”, consistente en la creencia ende que la conquista de libertades civiles y democráticas eran la verdad última de la emancipación humana, nosotros podemos constatar en nuestros días una “ilusión social”, según la cuál la resistencia social al liberalismo sería, en ausencia de una alternativa política, nuestro horizonte infranqueable. Es la versión “de izquierda” del “fin de la historia”. La crisis del capitalismo es sin embargo tal, las amenazas que hace pesar sobre el futuro de la humanidad y del planeta son tales, que una alternativa a la altura de las circunstancias resulta urgente.
Aquí se trata de un problema de estrategia y proyecto político, encarnados por fuerzas determinadas. O bien peleamos seriamente por una alternativa tal, o bien nos conformamos con hacer presión sobre las fuerzas social-liberales existentes, con “rebalancear” a las izquierdas cada vez menos de izquierda, y entonces acumularemos desmoralización tras desmoralización. Para construir una alternativa verdadera – y la tarea será larga, porque la pendiente a remontar es hostil – se precisa de paciencia, convicciones, firmeza sin sectarismos, de lo contrario seremos destruidos por aventuras sin futuro, bajo pretexto de realismo, y por la acumulación de decepciones.
Respecto a la reconstrucción de un movimiento internacional, ésta es una cuestión aún más vasta. Algunos comparan el movimiento altermundista actual, sus foros sociales mundiales o continentales, con los comienzos de la Primera Internacional : un encuentro amplio de sindicatos, movimientos sociales y corrientes políticas. Hay, en efecto, algo de eso. Y la globalización capitalista – es su aspecto positivo – da impulso a una convergencia internacional de movimientos (como las exposiciones universales del siglo XIX habían dado la oportunidad para reuniones que terminarían en la Primera Internacional). Pero hay una diferencia : es, nuevamente, que el siglo XX ha pasado ; que las divisiones y las corrientes políticas surgidas de esa experiencia no desaparecerán de la noche a la mañana. No se puede volver a poner los contadores en cero. Por esto es que las convergencias y encuentros como los foros son positivos y necesarios. Nadie puede predecir hoy en día qué saldrá de ahí. Dependerá de las luchas y las experiencias políticas actualmente en curso, como en América Latina o el Medio Oriente. Esta etapa inicial de reconstrucción está lejos de haber culminado. Hay posibilidades de extensión en Asia y África. Pero la condición y la prueba de madurez del movimiento estará en su capacidad para mantener una unidad de acción, para incluso ampliarla, sin limitar o censurar los debates políticos necesarios. Es claro que una primera fase de resistencia – lo que llamo “momento utópico” por analogía con el movimiento socialista naciente de las décadas de 1830 y 1840 – está consumada.
La fórmula de “cambiar el mundo sin tomar el poder” ha envejecido pronto, después de haber encontrado un cierto eco (notablemente en América Latina, pero no sólo). Se trata hoy en día de tomar el poder para cambiar el mundo. En América Latina, cuesta imaginar un foro social que evite las cuestiones de orientación política y se abstenga de trazar un balance comparativo de las experiencias brasileña, venezolana, boliviana… ¡y cubana ! Y cuesta imaginar un foro europeo que no discutiera sobre una alternativa europea a la Unión Europea liberal e imperialista.
Desde esta perspectiva, es perfectamente compatible y complementario contribuir a estos amplios espacios de convergencia, y mantener una memoria y un proyecto desde una corriente política con su propia historia y sus propias estructuras organizativas. Es incluso una condición para la claridad y el respeto hacia los movimientos unitarios. Las corrientes que no asumen públicamente su propia identidad política son las más manipuladoras. Si es cierto que, como insistía un filósofo francés, no existe en política la tabla rasa, y que “siempre se recomienza por el medio” [8], entonces deberíamos poder estar abiertos a la novedad sin perder el hilo de las experiencias adquiridas.
Vpered : ¿Puede existir una filosofía marxista dentro del marco de la universidad burguesa ? ¿Podés contarnos sobre tu experiencia al respecto ? ¿Cómo puede la burguesía tolerar una presencia marxista dentro del marco de uno de sus aparatos ideológicos, como es la universidad ?
Daniel Bensaid : Es una cuestión de relaciones de fuerzas en la sociedad. El campo escolar y universitario no es un campo cerrado, separado de las contradicciones sociales. Este es, por otra parte, el peligro de la fórmula de los “aparatos ideológicos del estado” : dar la impresión de que se trata de simples engranajes estáticos de la dominación burguesa. En realidad la escuela (y la universidad) cumplen una doble función, de reproducción del orden social dominante, claro, pero también de transmisión y de elaboración de saberes. La institución está pues atravesada por relaciones de fuerzas. Antes y después del 68 en Francia, ha habido una influencia significativa (aunque no hay que exagerar una imagen de “edad de oro”) del marxismo en la universidad francesa. Ha habido espacios importantes de libertad de enseñanza y de experimentación pedagógica. Esas conquistas parciales no son irreversibles. Está claro que con la contra-ofensiva liberal de los años ’80, la normalidad académica y el orden pedagógico han sido ampliamente restablecidos. Ello se observa en los programas, en las modalidades de examen o en la gestión presupuestaria de las universidades. Pero quedan algunas cosas. Por ejemplo, yo soy totalmente libre de decidir mis programas de enseñanza cada año. Este año, nuevamente di (no lo había dado después de una quincena de años) un curso sobre las lecturas de El capital, otro sobre la guerra global y el estado de excepción permanente, otro sobre las filosofías de la mundialización y el derecho internacional… El problema es que “la generación marxista” de los años ’60 (es una simplificación, porque siempre se ha tratado de una minoría significativa) está en vías de salir de escena, y que las nuevas generaciones se forman en el pensamiento crítico a través de Foucault, Bourdieu o Deleuze, lo cual está bien, sólo que la transmisión del legado marxista se rarifica.
Es evidente que las relativas libertades universitarias dependen directamente de las relaciones de fuerzas sociales existentes más allá de los muros de la escuela o de la universidad. En cuanto estas relaciones se degradan, en cuanto el movimiento social sufre derrotas, se sienten las consecuencias en el orden universitario. Pero éste es un combate a dar, dentro y fuera de la universidad, puesto que también está la posibilidad de desarrollar canales no oficiales de educación popular y organizada.
29 de diciembre del 2006
Publicado en SolidaritéS n° 100
Notas
[1] En inglés en el original : “asesino social”.
[2] En inglés en el original : “asesino social”.
[3] “Maitres” en francés, presenta un juego de palabras, dado su doble significado de “maestro” y “amo”.
[4] El autor se refiere al concepto que el último Althusser trata, ante la inminente “crisis del marxismo”, en textos como “La corriente subterránea del materialismo”, donde recupera el valor de la contingencia y el lugar de la coyuntura en cierta tradición materialista que va desde Epicuro hasta Maquiavello y Rousseau, y redefine la relación entre historia y política, donde el acontecimiento político se sobrepone al aplastamiento del proceso histórico.
[5] “Diamat” es la expresión abreviada de la interpretación del “materialismo dialéctico” canonizada por el estalinismo.
[6] “Deep ecology” en el original : corriente ecologista holística y espiritualista que promueve la integración plenamente armónica entre el ser humano y la naturaleza.
[7] El término lo usa Trotsky en La Revolución Permanente, para referirse a la la estrategia trazada por Lenin en sus Tesis de abril de transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista en Rusia.
[8] El autor se refiere a Gilles Deleuze, quien se opone a la vana búsqueda del origen absoluto. Ver Diálogos, capítulo segundo.

jueves, 27 de marzo de 2014

Anuncios de la vergüenza.

ARTÍCULO DE OPINIÓN



(AW) En alguna ciudad latinoamericana donde no abundan los ricos precisamente, pueden leerse, uno tras otros, los siguientes anuncios publicitarios en enormes vallas callejeras: “Hay un mundo mejor… ¡Pero es más caro!”; o este otro: “El 0.000001 % aparece en nuestras listas. El resto nos lee. Revista Forbes”. Y en alguna publicación, elegantemente presentada en fino papel satinado: “¡Bienvenido a la clase!”, firmado por una lujosa marca de automóviles. Vivimos en un mundo “occidental y cristiano”. Hay una línea imaginaria que separa tajantemente dos mundos, dos maneras de ver la vida. Y nos guste o no también, vivimos en un mundo donde el consumo nos define. Dime qué consumes y te diré quién eres. Eso es Occidente.
Cristo consumista
 Por: Marcelo Colussi
Vivimos en un mundo –así nos cansamos de escucharlo, más aún durante las dictaduras que asolaron nuestros países en estas últimas décadas– “occidental y cristiano”. Occidental, no sólo por la posición geográfica, eso está claro (el planeta no tiene Este y Oeste; eso es un código humano. ¿Quién inventó el Meridiano de Greenwich?). En todo caso, ello intenta significar diferencias de cosmovisiones: hay una línea imaginaria que separa tajantemente dos mundos, dos maneras de ver la vida. La nuestra, occidental, va de la mano de aquello de “cristiano”. Y se profese o no esta religión monoteísta basada en la figura de un Dios masculino, todopoderoso y a veces bastante sordo a nuestras súplicas, nadie puede escapar a la ideología cristiana dominante. Nos guste o no: ¡somos occidentales y cristianos! Ser, por ejemplo, musulmán o budista en nuestro medio no deja de constituir una excentricidad. Y nos guste o no también, vivimos en un mundo donde el consumo nos define. Dime qué consumes y te diré quién eres. Eso es Occidente.
De esa manera, todo el mundo sabe –aunque no lo practique– que es de buen cristiano poner la otra mejilla así nos hayan pegado en la primera. Es decir: en nuestro mundo cultural cristiano (y occidental), donde el Hijo de dios, dios encarnado, el Mesías o como se le quiera llamar vino a enseñárnoslo hace dos milenios, debemos ser solidarios, humildes y no arrogantes. Eso, al menos, es lo que se ha escuchado siempre. Somos “buenos” en tanto no somos altaneros, soberbios, despectivos del inferior. Recuerdo un refrán que nunca deja de impresionar: “la codicia rompe el saco”. La bondad se une a la solidaridad. No hay que mostrarse ostentoso.
Incluso algunos sacerdotes que conocí personalmente –dos de ellos masacrados en El Salvador en 1989– predican con su ejemplo todo eso. Haber sido asesinados en eses país centroamericano justamente por mantener esos ideales me hizo cuestionar el tema de la solidaridad. ¿Será que el mundo realmente quiere eso? Pero entonces ¿cómo entender estos anuncios publicitarios?
A decir verdad, la única “Solidaridad” exitosa que he visto hasta ahora fue el sindicato que en Polonia, liderado por el luego Premio Nobel de la Paz Lech Walesa y apoyado por el Papa Juan Pablo II, sirvió como instrumento para derrotar al gobierno comunista y restaurar el capitalismo en ese país. Y, a decir verdad también, esa Solidaridad –dicen que financiada por la CIA– no parecía muy comprometida con estos valores de humildad y altruismo. En todo caso –debo confesarlo– me parece más cercana a lo que los carteles de marras transmiten: “¡sea exitoso! ¡Entre al mundo de los mejores! ¡Marque su diferencia!” ¿Consumiendo cosas caras entonces? Pero…. ¿cómo? ¿Y la humildad y toda esa retahíla de pomposas declaraciones que condenan la ostentación?
Y ahí empiezan las contradicciones. Si vivimos en un mundo occidental y ¡cristiano!, ¿qué será lo que significan las propagandas citadas? ¿Cómo es posible esto: no es malo ser arrogante, jactancioso, soberbio, petulante y presumido? Porque, me parece, estas promociones a eso apuntan, ¿no? Si la codicia rompe el saco, ¿por qué ensalzarla?
Definitivamente, creo que la gran mayoría de la población del mundo jamás podrá ingresar en ese 0,000001 % de los que aparecen en las listas de multimillonarios. ¿Estamos condenados a no ser “exitosos” entonces?
Lo más patético es que buena parte del 99,999999 % restante se termina creyendo estas propagandas y pensando que sí podrá algún día.