domingo, 30 de marzo de 2014

Teléfono para Cri$tina.

Carta abierta a la presidente, de un ciudadano no militante


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En mi condición de ciudadano no militante, me dirijo a Ud. en la necesidad de expresarle mi más absoluto repudio hacia su persona y su gestión, que han convertido a gran parte de una sociedad, alguna vez considerada modelo, en un grupo disgregado de bárbaros.
Ud. padece de insania, con el agravante de la mala inspiración. Una insania y una mala inspiración que ha trasladado a la mayoría de los ámbitos en los que los argentinos nos desarrollamos. Ud. ha convertido los días que alguna vez agradecimos a Dios, en lo más parecido a ese Calvario o Gólgota de las afueras de Jerusalén, donde se llevara a cabo la crucifixión de Jesús, el hijo de Dios.
Y a tal punto llega su insania, esa palabra que hasta los más osados críticos periodistas no se animan a pronunciar, que una simple puesta en escena, ante un grupo cada vez más acotado de lacayos, le alcanza para sentirse venerada, endiosada, que es en definitiva el núcleo de ésa, su insania.
¡Por supuesto que para que su locura prospere, se necesita de la complacencia por acción u omisión, de un porcentaje importante de esos cuarenta millones de argentinos a los que alude la señora o señorita que la presenta en cualquiera de sus apariciones circenses, dignas de varios tratados de psiquiatría!
Ud., Señora, nos ha retrotraído a la época de la colonización, representada de alguna manera por ese monumento que hoy se encuentra en posición decúbito dorsal, deteriorándose aún más, detrás de La Rosada. ¡Y es cierto que a Cristóbal se le endilga el hecho de haber pisado éstas tierras acompañado de homicidas condenados a la pena de muerte. Algo así como “parte” del séquito que a Ud. ha rodeado y rodea, con la sutil diferencia de que a quienes lo integran no sólo no se los puede condenar a muerte, sino que gozan de fueros especiales, y se los ha resarcido económicamente a través de sumas de dinero varias veces millonarias, por haber impulsado la más terrible guerra fratricida que reconozca una historia escrita desde la insolencia supina de un marxismo vestido de payaso!
La saludo con recíproca desconsideración, en estado de total indefensión, pero dispuesto a no renunciar a mi inherente dignidad.
Ricardo Pareja2

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