sábado, 23 de agosto de 2014

SANTUCHO HABLA DE SAN MARTÍN.

SAN MARTIN Y SANTUCHO

(AW) Mario Roberto Santucho, reflexionó en su momento sobre el Gral. San Martin. Heredero de la tradición revolucionaria, el fundador del ERP, siente la tarea de la liberación de América, inconclusa.

Un revolucionario reflexiona sobre otro revolucionario
17 de agosto de 2014 a la(s) 12:06
Recordando a San Martín por Mario Santucho (1973) 
El 17 de agosto se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del líder de la Primera Independencia; el Gral. San Martín. Y una vez más los sectores oficiales siguieron con su tarea, como toda la historia que se enseña en nuestros colegios, de presentarlo como un héroe de museo, ocultando o deformando permanentemente ciertos aspectos de su lucha y su trabajo. Precisamente aquel aspecto que la prensa revolucionaria debe encargarse de rescatar para presentar su imagen entera, el aspecto de los duros enfrentamientos que hubo de tener con los dueños de la tierra y del poder para estar en condiciones de continuar adelante con su proyecto libertador.
UNIDAD e INDEPENDENCIA
En el pensamiento de los libertadores americanos, San Martín y Bolívar, estuvo permanentemente unida la idea de Independencia del imperio español, a la idea de un desarrollo independiente de nuestras naciones, a la idea de la unidad latinoamericana, de la construcción de una Patria Grande en América Latina.
Así Bolívar escribía en 1818 a San Martín y a los gobiernos de Chile y Perú: ” Una sola debe ser la patria de los americanos, ya que en todo hemos tenido una perfecta unidad. Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, nos apresuraremos a entablar el pacto americano, que formando de todas nuestras Repúblicas un cuerpo político presente la América ante el mundo con respeto de majestad y grandeza“. Y más adelante, en la misma carta “Venezuela aunque lejos, no os perderá de vista y cubierta de gusto os ofrece su hermandad; cuando cubierta de laureles haya extinguido los últimos tiranos de su suelo, entonces os convidará una sola sociedad para que nuestra divisa sea: “Unidad en la América meridional”
A fines de ese año, O Higgins, gobernante de Chile, eficaz colaborador de San Martín, contestaba: ” La causa que defiende Chile, es la misma en que se hallan comprometidos Buenos aires, La Nueva Granada, Méjico y Venezuela; es la de todo el continente de Colombia. Las armas de Chile y Buenos Aires pronto darán libertad al Perú y la escuadra chilena puede franquear las comunicaciones con Nueva Granada y Venezuela por el Chocó y Panamá y ayudar a los patriotas de esos países “
Por la misma fecha San Martín lanzaba una proclama al pueblo peruano ” Habitantes del Perú los estados independientes de Chile y las Provincias Unidas me mandan entrar en vuestro territorio para defender a causa de segunda columna vuestra libertad. Mi anuncio no es el de un conquistador. La fuerza de las cosas ha preparado este gran día de vuestra emancipación. La unión de tres estados independientes acabará de inspirar a la España el sentimiento de su impotencia. (…) Cuando se hallen restablecidos los derechos de la especie humana, perdidos por tantas edades en el Perú, yo me facilitaré de poderme unir a las instituciones que las constituyen, habré satisfecho el mejor voto de mi corazón y quedará concluida la obra de mi vida.
Estos proyectos emancipadores se apoyaban sobre las únicas clases que podían sostenerlos en aquella época, las burguesías locales constituidas por comerciantes, estancieros y unos pocos fabricantes de productos menores: velas, jabón, curtiembres, etc. La clase obrera tal como hoy la conocemos, no existía entonces, ya que no había industria alguna en nuestros países, salvo algunos telares familiares y otras por el estilo. El sistema de trabajo de la tierra no había desarrollado tampoco sólidos grupos de campesinos u obreros rurales. El pueblo estaba constituido pues por los pobres de la ciudad y el campo: peones, sirvientes, trabajadores de los pequeños establecimientos, gente sin trabajo que vivía de pequeñas “changas”, etc. Todos estos sectores estaban dispersos, carecían de la unidad en su propio trabajo que puede dar una fuerza social, como por ejemplo sucede con los obreros de las grandes fábricas de hoy. Sólo podían aportar su entusiasmo y capacidad de sacrificio, como lo mostraron las guerrillas de Guemes y otras.
Por eso decimos que los patrones de entonces eran la única clase suficientemente organizada para sostener los proyectos libertadores. Pero esta era una gente muy mezquina que no compartía los grandes sueños de los Libertadores. Para ellos la independencia consistía simplemente en tener libertad de realizar sus propios negocios directamente con los ingleses y otros países, en cobrar los impuestos ellos y no los españoles. De modo que ni bien se sacaron de encima a la administración española comenzaron a luchar entre ellos por el dominio de los puestos públicos, los puertos, las aduanas; abandonando en gran medida a su suerte a los ejércitos libertadores, como el de Los Andes.
San Martín tuvo que librar las batallas en dos frentes: militarmente contra los españoles; políticamente contra los patrones locales para conseguir el dinero necesario para equipar a sus fuerzas; las armas, los víveres, la caballería, etc. Una y otra vez tuvo que mendigar prácticamente sus recursos, viajando de Santiago de Chile a Buenos Aires y de Buenos Aires a Santiago; o imponer contribuciones obligatorias como la hiciera en Cuyo.
Este problema fue particularmente grave en los años 1818 al 20, cuando, ya vencedor en Chacabuco y Maipú, se preparaba e atacar en Perú el centro del poder español, batalla sin la cual no estarla asegurada la independencia americana.
Por eso en 1819 tuvo que inventar una maniobra estratégica, pera forzar el apoyo de los propietarios argentinos y chilenos: el repaso de los Andes. Ante la carencia de recursos en Chile, trasladó parte de sus fuerzas de regreso a Mendoza, dejando otra parte en Chile. Así presionaba a ambos gobiernos, a la par que se negaba enérgicamente a participar en le guerra civil argentina (contra las fuerzas de Artigas) como lo pretendía el gobierno porteño. Llegó Incluso a lograr del gobierno chileno que enviara un mediador a Artigas, para tratar de dar fin a la guerra civil.
LA DECISIÓN DE COMBATIR
De esa critica época en la historia sanmartiniana dá la la famosa “Orden General” del 27 de julio de 1819, que vale la pena reproducir aquí, aún siendo bastante conocida: “Compañeros del exercito de los Andes: (. . .) La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos: sino tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene de faltar: cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con la bayetllla que nos trabajen nues. tras mugeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los Indios: seamos libres, y lo demás no Importa nada (. . .) Compañeros, juremos no dejarles armas de la mano, hasta ver el país enteramente libra, o morir con ellas como hombres de corage”.
En el marco de lo que hemos relatado antes se pueden comprender mejor dos cosas: primero que las dificultades que apunta San Martin en la orden son causadas principalmente por los burgueses argentinos y chilenos, que deberían ser los sostenes de la fuerza libertadora. Segundo que cuando dice “hasta ver el país enteramente libre, con la palabra “país”, está designando e toda la América española, que pare él, como para Bolívar, era un solo país, una sola nación,
Manifiesta así su decisión de combatir, apoyado en el entusiasmo de los pueblos, entes que en la bolsa de los ricos decidido a morir con todas sus tropas, antes que a capitular frente a los opresores españoles. Con este siempre pie, con esta decisión, con este grandeza da miras, fue posible nuestra primera Independencia.
EL SUEÑO IRREALIZADO
Pero de los grandes sueños de San Martín, de los grandes sueños de los libertadores, sólo se realizó la mínima parte, la menos importante quizás. Nuestros paises fueron Independientes, pero sólo formalmente. Divididos en una veintena de pequeñas repúblicas, dirigidas por burgueses mezquinos y carentes de visión y temple, fueron rápidamente presa de otros imperios mayores: el ingles y el yanki, que, sin imponernos sus banderas, manteniendo la imagen aparente de nuestra independencia, se han apoderado de todas nuestras riquezas y nos oprimieron y oprimen tanto o más duramente de lo que en su tiempo lo hiciera España.
Los patrones, los burgueses de nuestra América, hace 150 años cuando su clase tenía todavía le fuerza revolucionaria de su juventud, fueron incapaces de sostener consecuentemente la empresa de San Martín y Bolívar. Mal podemos pues, esperar nada de ellos hoy, cuando están totalmente ya entregados al imperialismo y dominadas por él.
Por eso, en esta Segunda Guerra de la Independencia que hemos emprendido en América Latina, con el ejemplo glorioso de la Revolución Cubana y le dirección de nuestro Comandante Ché Guevara, sólo podemos confiar en una clase pera que dirija a todo el pueblo e su libertad LA CLASE OBRERA. Con los obreros al frente, los campesinos, los indios, los pobres de América, harán posible el sueño da San Martín y Bolívar, da la única manera que hoy es posible: creando la Gran Patria Socialista latinoamericana. Este será nuestro mejor homenaje al Libertador.
“ LA UNIDAD y MOVILIZACIÓN PATRIÓTICA DE TODO EL PUEBLO REQUIERE LA CONSTRUCCIÓN DE UNA HERRAMIENTA POLÍTICA ORGÁNICA QUE LA CENTRALICE, ORGANICE, IMPULSE y ORIENTE. ES EL EJERCITO POLÍTICO DE LAS MASAS “
M .R. Santucho

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