domingo, 28 de septiembre de 2014

Que la Presidente está insana ya es algo que nadie duda.


Ya sé que estoy piantada ...
“No te compadezcas de ti mismo; eso sólo lo hacen los mediocres”. Haruki Murakami
Que la Presidente está insana ya es algo que nadie duda, salvo los adocenados chicos criados en los feed-lots de La Cámpora. Ni siquiera los aplaudidores seriales creen ya en que todo lo que se está haciendo forma parte de una estrategia lúcida y fenomenal nacida desde las capas más profundas del cerebro de la viuda de Kirchner.
Esta semana, cuando se conocieron los nuevos requerimientos que se han dispuesto para quienes pretendan viajar al exterior, una amiga residente en el exterior me escribió preguntando, como lo hice yo mismo la semana pasada, hasta cuándo los argentinos, dócilmente, soportaremos que se nos siga llevando, a los tortazos, por la senda del fracaso y de la tiranía que inaugurara el finado Chávez en Venezuela. Quiso saber por qué los dirigentes, sean políticos, militares, sindicalistas, empresarios, productores o banqueros, o la misma ciudadanía, viven aterrados ante una Presidente totalmente demente que, convertida por las urnas en un cuatro de copas, sigue conduciendo la Argentina como si todavía tuviera en la mano el as de espadas.
Parte fundamental de esos retrucos que lanza la Casa Rosada será el proyecto de Código Civil que la próxima semana aprobará el Congreso, y al que la sociedad da tan poca importancia, pese a la enorme trascendencia del tema; la falta de reacción es un subproducto más de la falta de educación y de la ignorancia que padecemos, por obra y gracia de tantas administraciones populistas.
Claro que el elenco de funcionarios que la acompaña no se queda atrás. Koki Capitanich, el Canciller ex-Twitterman y el Ministro de Economía Bambino Kiciloff, que forman el estado mayor del frente para la derrota del Estado, se muestran interesadísimos, para ocultar los fracasos de su jefa, en crear enemigos externos entre quienes debieran ser nuestros amigos naturales, como Estados Unidos, Brasil, Chile, Uruguay y Europa Occidental, mientras nos alinean con países tan estrambóticos y extraños a nuestros intereses, como Irán, Rusia, Venezuela y hasta China, a quien esta semana el Congreso le autorizará la instalación de una base científica o militar en la Patagonia, sobre un acuerdo que le es desconocido.
El calificativo que aplico al estado mental de la viuda de Kirchner ya no necesita prueba alguna pero, si se la requiriera, bastaría con leer la ininteligible catarata de "tuits" que envió mientras regresaba a la Argentina desde Nueva York, donde no dudó en acusar de terroristas a la Justicia norteamericana y a los fondos buitres, incluyendo al Presidente Obama; criticó, nada menos que desde la ciudad que sufrió la caída de las torres gemelas, la forma poco humanitaria en que fue, finalmente, abatido Osama ben Laden. Me precio de ser medianamente inteligente y, en general, estoy bien informado, pero no conseguí entender a qué se refería en sus mensajes electrónicos ni, menos aún, qué quiso decir a su tropa; palabras sueltas, inconexas, incomprensibles, fueron la característica general de esa insana diarrea.
Los argentinos siempre hemos sido muy proclives a las teorías conspirativas pero la gran viuda nos supera a todos. Porque, reconozcámoslo, hablar de un complot contra su exitoso "modelo" de desarrollo desde las Naciones Unidas con tan amplio espectro de integrantes, nos supera por lejos; baste con recordar que dijo que nada menos que Alemania es un país cooptado por los fondos buitres, y que la Administración de los Estados Unidos contribuye al no interferir en las decisiones judiciales.
Lo verdaderamente negativo para todos es que los conjurados en su contra tienen cada vez más éxito. La economía de nuestro país continúa su marcha descendente y nadie duda que chocará, en forma definitiva, el año próximo, sobre todo por la escasez de dólares y por el exceso de pesos, que el Gobierno imprime con una velocidad digna de mejor causa; sólo resta saber, como siempre, el momento justo en que los parches, los cepos, la inflación, la desaparición de las reservas y el colosal incremento del gasto dirán finalmente basta. ¿Habrá también una matinée financiera, como la que pronosticó doña Cristina en materia social?; si así fuera, estaremos en medio de un huracán sin precedentes.
Los vientos que lo formarán han comenzado a soplar, en este segundo semestre, con muchísima más fuerza. Las obligaciones de la deuda, la caída en el PBI industrial (6%), del comercio (12%), de las exportaciones (9%), de las reservas monetarias -a cuyo saldo nominal deben restarse los US$ 5.500 millones que se adeudan de importaciones ya concretadas-, del precio internacional de la soja (30%), del empleo privado, y la disparada de la inflación -estimada en 50% para el 2015-, de la emisión monetaria -se imprimirán $ 110 mil millones más antes de fin de año- y de la brecha cambiaria (80%) confirman el negro pronóstico.
En el fondo, el periplo presidencial de la semana pasada tuvo un costado positivo. Con la insignificancia que ha adquirido la Argentina en el concierto mundial y con las ridículas posiciones adoptadas por la Presidente, resultará imposible que lleguen a nuestras playas los indispensables dólares; así evitaremos que entren por una ventanilla del Banco Central y salgan en pesados bolsos rumbo al sur, agravando la carga del sucesor.
El Estado y todos sus organismos se han transformado en un enorme edificio carcomido por el narcotráfico y la corrupción, y no contribuirá a mejorarlo la gigantesca cantidad de jóvenes inexpertos con los que el Gobierno lo está poblando con la intención de mantener su ilusorio control post K; más temprano que tarde serán expulsados del paraíso oficial, y lo saben. ¿Qué harán entonces?
Muchos especulan con un eventual adelantamiento de las elecciones para evitar que el colapso llegue con la viuda de Kirchner aún en la Casa Rosada, pero eso sería para ella aceptar un fracaso y una derrota, algo imposible para su naturaleza de escorpión; si es necesario, incendiará el país, pero en ningún caso dejará el poder anticipadamente.
Por mi parte, me sumo a quienes ven en el horizonte horribles planes para terminar de destruir a la Argentina; pero lo haré desde adentro. LLevo años diciendo que a este nefasto régimen no lo sacaremos ni con votos; que ya algunos comiencen a creer en esta profecía implica, al menos, que cuando la hora final llegue, nos encontrará más preparados.
En general, se me contesta que no existe nadie capaz de sostener al régimen por la fuerza y con violencia, porque la situación actual no puede compararse con los años 70's, cuando imperaba una ideología que permitía que muchos jóvenes enceguecidos se convirtieran en máquinas de asesinar o de morir por un nefasto ideal, y que el dinero no alcanza para comprar voluntades dispuestas a poner el pecho y jugarse la vida.
Si bien el argumento es rigurosamente cierto, no lo es menos que la situación actual difiere en dos aspectos sustanciales: la droga y la marginación. Allí, en los pliegues más profundos de la miseria y del consumo de "paco", y entre los miembros del "Vatayón Militante", se encuentra la mano de obra que saldrá a defender en la calle este proyecto político, a cambio de un suministro que la complicidad oficial con el narcotráfico garantiza. Esos jóvenes, que la sociedad ha descartado, son conscientes de su propia vida no vale nada y, por ello, no dudan en quitarle toda importancia a la ajena.
Pero no hay que llorar sobre la leche ya derramada. Debemos tomar conciencia de la necesidad de cambiar, desde lo más profundo, nuestro contrato social, de darnos nuevas reglas de juego que impidan que todo esto nos vuelva a suceder. Cuando este régimen termine del modo que sea y debamos decidir nuestro futuro con el voto, miremos con detenimiento los antecedentes de cada uno de los candidatos; todos ellos tienen un archivo que nos dice qué hicieron hasta ahora y, si lo revisamos, no podrán engañarnos ni podremos evadir nuestra responsabilidad.
Sólo la decencia, la recta moral y la convicción de la necesidad de conocimiento nos permitirá reflotar a una nación que, habiendo chocado con otro iceberg, está hundiéndose a ojos vistas.
Bs.As., 28 Sep 14

No hay comentarios:

Publicar un comentario