Los otros piratas de YPF |
La confiscación de YPF dio luz verde para el salto a la fama del joven economista Kicillof que ahora, según lo pinta el periodismo "militante oficial", es el nuevo "joven maravilla" de esta Ciudad Gótica, sin un Batman que la proteja y con muchos pingüinos en ímproba tarea de asedio a su fortaleza. Danny DeVito, feliz.
De unas de esas largas peroratas que se dan en el Congreso para defender lo indefendible, fundamentar inconsistencias, salvaguardar lo que antes se repudió o, en la mayoría de las casos, para oponerse en lo mínimo cuando previamente se acordó entre bambalinas lo máximo, Axel Kicillof fue -es- el publicitado trovador en la última escenografía en donde intentó justificar la confiscación de YPF. Se cae de maduro que este payador no es quien escribe la partitura que recita y sólo se limita a poner su cara y repetir lo que otros, le apuntan. Lo mismo sucedió con otro joven economista y ministro al que en su momento la prensa oficialista consideró "brillante" y que se vio obligado a renunciar en 2008 tras cuatro meses de gestión después de haber firmado la Resolución 125 y el financiamiento del extinto Tren bala que uniría en una primera etapa Buenos Aires con Rosario con un costo de 4.000 millones de dólares.
Pero a no desesperar que acaba de reaparecer Domingo Cavallo criticando al vicepresidente con un "Pero Boudou, que viene de la Ucedé, que viene del CEMA, que sabe del funcionamiento de los mercados, dice cada barbaridad". Lo dice el mismo que estatizó en 1982 deuda privada; que "privatizó" en los 90 empresas públicas; quien dijo que "el Papa está mal informado" y que, molesto por datos aportados por una investigadora del Conicet con relación al aumento del desempleo durante su gestión, dijo: "Yo prefiero que los investigadores se vayan a lavar los platos". Esas sí que son barbaridades. Lo malo de los economistas y de muchos políticos no son tanto sus ideas sino que se esfuerzan en. volver.
Pero no nos alejemos de tema. Nada mejor para analizar a esta novedosa versión del kirchnerismo recargado que alguien que lo conoce muy bien desde una postura ideológicamente opuesta a este socialismo minusválido que hoy esparce triunfante sus esporas. El liberal Adrián Ravier, o si se prefiere, para ser menos técnico, un defensor de la economía de mercado, tuvo a Kicillof de profesor en la Universidad y vaya si dice con fundamento y sin apasionamiento qué alforjas carga sobre sus espaldas el viceministro de Economía. Ravier es economista y uno de los responsables de PUNTO de VISTA ECONÓMICO.
Seguidamente transcribimos un artículo de un periódico de la localidad de Avellaneda que pinta de cuerpo entero la misión del periodista "militante", tal como lo pidiera al anterior titular de la agencia oficial y oficialista Télam. "YPF: Bienvenida nuevamente a casa", es la clara muestra de la soberbia izquierdista que hace denodados esfuerzos por parecer peronista. No lo logra, aunque el autor se haya visto en la obligación de colocar una cita de Jauretche. Es lo que hoy se usa. Un Cooke habría sido políticamente incorrecto.
La nota rebalsa de resentimiento y no queda nadie en ella que no sea del gusto del autor, sin recibir su correspondiente agravio. El guión respeta los lineamientos del Pensamiento Único gubernamental con respecto a la confiscación de YPF: una lacrimógena telenovela que penetra en lo más profundo del ser nacional y popular con inclusión social y asignación universal. ."Nosotros lo recuperamos con la Ley en la mano y una decisión política admirable", dice el autor de la nota en uno de los párrafos del escrito, imbuido como buen "periodista militante" de un cálido cristinismo, como si hubiese descubierto la pólvora y la privatización de la empresa se hubiera hecho de manera diferente. Con un populismo a todo trapo, el final del brulote hace aparecer al petróleo como "nuestro". ¡Cómo oponerse a un sentimiento tan racionalmente expresado!JUAN SALINAS BOHIL
Axel Kicillof, mi profesorPor ADRIÁN RAVIER
Inicié mis estudios de grado en 1997 en la Licenciatura en Economía que dictaba la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Por ese entonces no sabía quiénes eran Marx, Keynes, Friedman o Hayek, aunque sí me identificaba desde temprano con lo que hoy entiendo son las ideas de un liberalismo clásico.
Mi formación en la UBA fue bastante pobre, pues apenas me acerqué a Marx y a Keynes, pero "nada" escuché de Friedman y Hayek. El "neoliberalismo menemista" ya estaba en su última fase y no había curso en el que no se criticara al neoliberalismo, la convertibilidad, la apertura económica y la privatización. Julio Olivera era un prócer olvidado que merecía el Premio Nobel. Marcelo Ramal era el profesor marxista que comenzaba a abandonar la academia para ingresar en la política. Pablo Levín era "el mejor profesor" de la facultad según el Centro de Estudiantes. ¡Axel Kicillof era ¡la gran promesa!
Llegué a cuarto año en el 2000 y tuve que elegir dos materias optativas. La lista era extensa y la elección era difícil pues estaban "cálculo financiero", "mercado de capitales", "economía agraria", "instituciones al derecho público" y "Economía Marxista", entre muchas otras. Para ese entonces mi formación ya era más rica, o al menos, puedo decir, me había acercado bastante más a Keynes, Friedman y Hayek. El mérito de ese "enriquecimiento" debo decir que no se lo debo a la UBA , sino a seminarios privados que tuve la suerte de cursar en UCEMA, ESEADE y UCA, y gracias al esfuerzo de fundaciones privadas.
Desde joven me interesó la economía comparada, conocer los argumentos de ambos lados. Fue así que decidí optar por "Economía Marxista", dictada en ese momento por Pablo Levín y su ayudante, Axel Kicillof. Pablo Levín era un hombre mayor y participó muy poco del curso. Recuerdo sólo dos cosas: 1) recomendó su libro sobre "El capital tecnológico", recientemente publicado en Ed. Catálogos (1997); 2) su explicación de la teoría del valor de Aristóteles. Explicó que para Aristóteles el intercambio sólo podía ser justo si las dos cosas que se cambiaban tenían exactamente el mismo valor. Y luego pidiendo disculpas por el término que utilizaría dijo que salvo "una puta casualidad" las cosas que se intercambian nunca tienen el mismo valor.
Muy rápidamente Levín pasó a ser un mito para mí. Pero el curso tuvo su valor. Es que Axel Kicillof ofrecía la claridad que a Levín le faltaba. Recuerdo que llegó con El Capital y nos preguntó qué preferíamos: si estudiarlo completo o dedicar atención sólo a los primeros capítulos haciendo un análisis muy profundo, de tal modo que después cada uno podría recorrer el camino por su cuenta en los años siguientes. Pero antes de escuchar una respuesta, sugirió tomar este segundo camino. Recuerdo haber sido el único que prefería estudiarlo completo. Aprobé el curso con una síntesis crítica del capítulo I de El Capital -sobre mercancía-, pero no recibí ningún comentario.
En 2002 terminé la licenciatura, pero siempre seguí a Kicillof de cerca. Puedo confirmar su militancia constante dentro de la Facultad y el reconocimiento general que adquirió como académico. Constantemente ofrecía Talleres de Lectura para los estudiantes, profundizando en autores clásicos como Adam Smith, David Ricardo, Alfred Marshall, John Maynard Keynes y hasta el mismo Karl Marx. El Centro de Estudiantes siempre lo apoyó.
Recuerdo que defendió su tesis doctoral sobre los "Fundamentos de la Teoría General ", para lo cual realizó extensas investigaciones entre 1998 y 2005. No pude asistir a ella, pero compré el libro que publicó en 2007 y que lleva ese título, y de hecho, suelo recomendarlo a mis alumnos cuando hago alguna referencia a Keynes o su Teoría General. Si uno se pregunta por qué un libro tan confuso, mal escrito e inconsistente -según indican los especialistas- tuvo tremendo impacto, en este libro puede encontrar una respuesta.
Kicillof fue uno de los pocos jóvenes que en la UBA obtuvo cargos docentes en forma constante. Domina la microeconomía, también la macroeconomía y la teoría monetaria, y es un experto en la historia del pensamiento económico. Diré que es de los pocos académicos que intenta ignorar los manuales tradicionales, y en su lugar, va a las fuentes, algo que aprendió del mencionado Pablo Levín.
Recuerdo que hace unos años recibí un correo electrónico suyo convocando a un taller de lecturas en la misma UBA para desarrollar una "Macroeconomía Marxista". En ese momento yo mismo elaboraba mi tesis doctoral, y trataba de incluir un estudio comparado de los distintos enfoques macroeconómicos. Incluía la macroeconomía del trabajo de Keynes, también la macroeconomía del dinero de Friedman, las expectativas racionales de Lucas y la macroeconomía del capital de Hayek-Garrison, pero nada sobre Marx. Asistí al evento, pensando que podía enriquecer mi tesis con ello.
La reunión tuvo lugar en un subsuelo de la Facultad y recuerdo que asistieron unas 60 personas, con una importante "vocación marxista". Circularon panfletos y comentarios en extremo anti-capitalistas, a los cuales no estaba muy acostumbrado. La presentación introductoria de Kicillof no podía dejar de ser histórica y no podía dejar de criticar los programas de estudio que no incluían a Marx todo lo que él hubiera querido. Recuerdo haber dicho que estaba en desacuerdo, pues yo mismo era egresado de la UBA y no había estudiado otra cosa que Marx-Keynes, pero se me ignoró. A los pocos minutos se habló del marginalismo de Menger-Jevons-Walras, y recuerdo que Kicillof me preguntó si estaba bien decir que Menger era neoclásico. Le dije que no, pero también me ignoró y siguió adelante. Kicillof ya me reconocía como a un austriaco. Después de esto tuvimos un diálogo por mail donde le envié el artículo sobre el Methodenstreit de Jesús Huerta de Soto, para que observe las diferencias entre la Escuela Austriaca y la Escuela Neoclásica , pero si bien me lo agradeció, nunca supe si lo leyó.
También recuerdo un debate entre Juan Carlos De Pablo y Juan Carlos Cachanosky que tuvo lugar en ESEADE en 2006, para discutir la relevancia de la Teoría General de Keynes, después de 70 años de su publicación. Kicillof estaba sentado al fondo y al terminar me le acerqué para consultar su opinión sobre esta discusión. Su comentario resumía que había tenido un inesperado bajísimo nivel. Por supuesto que yo disentía, pero las críticas a Keynes habían sido muy fuertes y el público era tan hostil a sus ideas como lo fueron aquellas de la UBA con las mías.
En 2010 publicó otro libro que también compré y recomiendo a los interesados en el campo de estudio: "Siete lecciones de historia del pensamiento económico". No mucho tiempo después, Kicillof pasó a ocupar un cargo en el Directorio de Aerolíneas Argentinas. Me sorprendió mucho, pues lo consideraba un académico serio (aun sabiendo que no tiene numerosas publicaciones en revistas científicas bien rankeadas). Por supuesto que estábamos y estamos en las antípodas, pero no podía imaginarme a un intelectual en dicho cargo.
Seguí bastante los debates en torno a Aerolíneas Argentinas, interesado particularmente en escuchar sus argumentos. Se lo criticó por los déficits anuales que acumulaba la compañía, pero él siempre argumentó que tomó una empresa en quiebra con 10.000 millones de dólares de déficit, el que se fue reduciendo año a año. Explicó que una aerolínea de bandera siempre iba a perder dinero, pues el objetivo no es ganarlo, ni equilibrar las cuentas, sino conectar a todas las provincias del país, aun aquellas en donde mantener los vuelos no es rentable. De allí surgió mi pedido de una política de cielos abiertos, debate que aun está fuera de discusión.
También recuerdo informes suyos criticando al INDEK, pero desde que se acercó al kirchnerismo no volvió a omitir opinión sobre esta institución. Sí recuerdo haberme sorprendido hace unos pocos días cuando desmintió que hubiera un desaceleramiento de la economía, algo que todos los analistas coinciden es un hecho.
Desmintió varias veces el cargo de ministro de Economía que le imputaban los medios, pero hoy ya ocupa el cargo de viceministro y tiene un acercamiento e impacto real sobre las decisiones de la Presidente.
Su exposición pública va en aumento y lógicamente no pierde la claridad que lo caracteriza. Al contrario de la política tradicional, Kicillof es una persona de ideas claras. Si accede a una entrevista, le cuesta mentir, no puede ser confuso y es muy transparente.
Hace sólo unos días le preguntaron sobre la estatización de las pensiones y de YPF. Con mucha naturalidad explicó que lo único que se está haciendo es revertir el proceso tomado durante el "noventismo neoliberal", con su apertura irracional y con sus "salvajes" privatizaciones, para devolverle al Estado las funciones que puede y debe cumplir.
Como se ve, el debate es de filosofía política, de libro de texto. ¿Qué funciones debe cumplir el Estado? Detrás del noventismo y del kichnerismo hay diferentes respuestas, y se procede en consecuencia, sin atender en ninguno de los dos casos a la Constitución Nacional , ni a las instituciones. Son las ideas, entonces, las que hoy nos permiten entender que este proceso de estatizaciones apenas está comenzando. Lo único que les pido a los lectores es que no caigan en el fatal error de pensar que noventismo y kichnerismo son las únicas opciones. Insisto en conjeturar que el desenlace de este modelo, no será muy diferente del anterior.
YPF: Bienvenida nuevamente a casaPor Dante López Foresi
(Diario EL VIGÍA- 20/04/12) - La imagen que ilustra éste artículo está dentro de cada uno de nosotros ¿Quién alguna vez no circuló en el asiento de atrás del auto de papá por Debenedetti, en Dock Sud, y no le preguntó al viejo si ese fuego y humo que salían de una chimenea gigante no era un incendio? Ese fue el momento en el que cada uno de nosotros supo lo que significaba la palabra "petróleo".
Pero la explicación rápida y amateur de papá no alcanzaba para entender qué es realmente el petróleo. Seguramente, cuando éramos niños lo único que llegamos a comprender es que el auto de papá circulaba gracias al combustible. Luego, vino la segunda pregunta en la edad de los "Por qué?". En ese momento se nos explicó que el petróleo se extraía de lugares muy lejanos debajo de la tierra. "¿Y ese petróleo es nuestro, papá?", preguntamos algunos. Estos chicos, siempre con preguntas incómodas. Sólo un niño o un patriota se animan a preguntar semejante obviedad. Los padres más informados, le habrán respondido a sus hijos: "si, es nuestro. Pero se lo llevan los españoles". Aunque en éste caso se trate del Polo Petroquímico de Dock Sud y no de YPF (allí también había una planta de YPF hasta 1992). Estamos hablando de nuestros recursos naturales.
Sin embargo, creo que la mayoría de nosotros no llegamos a entender el verdadero significado del petróleo, hasta que en 1992, lo perdimos. O nos lo robaron. Y otros, jóvenes y no tanto, harán carne el concepto a partir de la decisión presidencial de recuperar el control de la empresa creada por Hipólito Yrigoyen y vendida al mejor postor por Carlos Menem.
Sólo los adultos podemos comprender que el petróleo es la sangre del país. Ese líquido espeso que nos permitirá dejarles una Argentina mejor a esos pibes que, desde chicos, nos preguntan cada vez que circulamos por Debenedetti, a la altura de Dock Sud: "Papá. ¿eso es un incendio?
Ese líquido que provocó una masacre en Irak y que desvela a los poderosos del planeta. Ese "oro negro" que genera invasiones, muerte y dominación, nosotros lo recuperamos con la Ley en la mano y una decisión política admirable.
Sólo aquellos a los que Arturo Jauretche denominaba "cipayos", los que desbordan odio, los ignorantes o los que protegen intereses de capitales extranjeros, pueden oponerse a devolverle a Argentina el control de la empresa petrolera más importante del país. No pienso distraerme con las tapas de Clarín o La Nación que, primero tomaron partido por los Kelpers y Gran Bretaña y pocas semanas después, por el gobierno de derecha de España. Nuestro varias veces conquistador. Es demasiado trascendental la noticia en sí como para distraerse con mercenarios de la palabra.
Obviamente, pasarán varios años hasta que podamos recuperarnos de 20 años de saqueo y vaciamiento. Pero, alguien tenía que tomar esta decisión. Y bienvenida sea.
Demás está decir, que la recuperación de nuestra soberanía petrolera no perjudica al pueblo español, tan caro a nuestros sentimientos. Los afectados son los capitales de una empresa privada española, que cuenta con la encendida y desmesurada defensa del gobierno de derecha que encabeza Mariano Rajoy. O quizás no sea tan desmesurada; es proporcional a la cantidad de millones de dólares que ya no podrán robarnos, a las divisas que no podrán fugar, generadas con uno de nuestros principales recursos naturales. La defensa de Rajoy a los intereses de Repsol, es proporcional a los intereses que afectó la decisión de Cristina Fernández de Kirchner y que apoyan casi todas las fuerzas políticas nacionales. Salvo Mauricio Macri y la electoralmente intrascendente Elisa Carrió. Vaya un párrafo para Macri. Socio político del Partido Popular español, ha ganado seguramente el apoyo de esa fuerza extranjera y varias tapas de Clarín y La Nación para su candidatura presidencial en 2015. Pero, no lo dude, también se ha ganado el desprecio de todo argentino bien nacido, que se sintió feliz ante éste acto de dignidad que significa recuperar YPF. Muchos aseguran que Macri es de derecha. No lo creo así. Porque para ser de derecha es necesaria una formación intelectual e ideológica de las cuáles el Jefe de Gobierno porteño carece por completo. Macri no es de derecha porque no puede. Macri no es más que un empresario bruto y primitivo. Que pretenda representar a la derecha argentina, es otra cosa. Pero mientras él y sus diarios protectores se siguen peleando con la historia, intuyo que en lo más profundo de cada argentino se incuba un orgullo intransferible. Y una tranquilidad por el futuro de nuestros hijos que nos permite experimentar la sensación de deber cumplido en nuestro paso por la vida. Obviamente, es necesario que YPF sea administrada correctamente por el Estado durante las próximas décadas, como para confirmar esa sensación placentera de la decisión tomada, por más difícil que haya sido. Y aún quedan recursos naturales y servicios por recuperar, también vendidos a la usura internacional por el ex presidiario de la década de los noventa. La minería, los trenes, la distribución de la electricidad, son sólo algunas de las asignaturas pendientes, como para terminar con todo vestigio de esa década infame tan cercana. Pero creo que el contexto suramericano e internacional y el propio mundo interno de cada argentino está preparado para grandes objetivos. Subamos a nuestros hijos a nuestros autos, o desde el colectivo, intentemos circular por Debenedetti. Como lo hicimos nosotros de chicos. Y cuando, a la altura de Dock Sud, nuestros hijos nos pregunten si ese fuego y humo que salen de "aquella chimenea gigante" es un incendio, respondamos: "No hijo. No es un incendio. No todo fuego es malo. Mientras ésa llama esté encendida, estamos bien. Eso que sale de esa chimenea, y todo lo que está debajo.ES NUESTRO".
Correo de Buenos Aires.
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viernes, 4 de mayo de 2012
La confiscación de YPF dio luz verde para el salto a la fama del joven economista Kicillof.
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