domingo, 30 de septiembre de 2012

En la Argentina “nacional y popular”, preguntar no tiene swing.


Cuando preguntar no tiene swing


Por Agustín Laje (*)
En la Argentina “nacional y popular”, preguntar no tiene swing. La moda, por el contrario, consiste en callarse, cerrar la boca, enmudecer, para no molestar a quienes sí tienen ese mentado swing al que Fito Páez recurre para deslegitimar interlocutores.
En la Argentina “nacional y popular”, no tener swing significa estar simbólicamente inhabilitado para dialogar con aquellos privilegiados que sí tienen tal cosa. Tener swing es una cuestión de aprendizaje; hay que aprender a aceptar el monólogo de los reyes (¿o reina mejor dicho?) del swing. La moda, en efecto, no está en la retroalimentación. Esas son cosas del pasado, anticuadas, sin importancia.
En la Argentina “nacional y popular”, el recurso del swing es una nueva forma de descalificación arbitraria e intolerante. Más aún, es la forma de vapulear al preguntón; a aquel que desea dialogar con sus representantes; a aquel que tiene el tupé de formular alguna duda sobre lo que, a modo de dogma, está vedado dudar para los campeones del swing.
El del swing es un recurso parecido al de decir que todos los que no escriben bondades sobre el kirchnerismo son delegados de Magnetto; que todos los que se manifiestan en cacerolazos tienen mansiones en Miami; que todos los que viven del campo son oligarcas, o que todos aquellos que no simpatizan con el gobierno son golpistas. Los rótulos cambian, pero las intenciones de fondo son las mismas. Ahora, todos los que deseen formular preguntas que pudieran incomodar al kirchnerismo, quedarán apartados de la “gente con swing”.
Va de suyo que los jóvenes que se animaron a preguntar en Harvard no tienen un ápice de swing. No son siquiera dignos de tenerlo. Dudaron de la fortuna de Cristina y su crecimiento de más de 900% en menos de diez años; dudaron de una eventual reforma constitucional; dudaron del cepo cambiario; dudaron de la falta de diálogo en nuestro país; dudaron de las cifras del INDEC en torno a la inflación… dudaron. ¿Y qué es dudar, si no pensar? ¿Y qué es preguntar, si no dudar? Si preguntar no tiene swing, pensar, por añadidura, tiene aún menos swing.
Los jóvenes que expusieron sus dudas en Harvard, deberían aprender en todo caso del swing de los jóvenes de La Cámpora. Ellos sí que tienen mucho swing. Ellos no exponen sus dudas, porque no las tienen. Mucho menos formulan preguntas, porque conocen de antemano todas las respuestas detalladas en su “Manual del militante kirchnerista”. Tampoco piensan demasiado, porque la fe en el “Eternestor” los provee de revelaciones epistemológicamente superiores a cualquier proceso derivado de la razón. Eso es tener swing, y del bueno.
Si alguien se preguntó alguna vez por qué Cristina Kirchner aborrecía el diálogo, su lamentable actuación tanto en Harvard como en Georgetown arrojó una respuesta contundente: lo aborrece porque no está preparada para él. No se siente cómoda en el paradigma del feedback. El recurso de la descalificación y la minimización a sus interlocutores fue la constante de sus respuestas. Se la notaba incluso nerviosa y agresiva. Habló mucho, dijo muy poco, y respondió nada.
Cristina sabe que lo suyo es el monólogo prefabricado, actuado, estudiado de cabo a rabo, y predecible aunque las virtudes de la oratoria le den una falsa sensación de espontaneidad. Este esquema rígido no debería peligrar por culpa de interlocutores sin swing. Ella no está lista para ellos, como quedó evidenciado en Estados Unidos. Mucho mejor son los que no preguntan y se limitan a aplaudir; los que, como Fito Páez, sí tienen swing.
¿Pero cómo entender la viabilidad de una democracia sin diálogo? ¿Cómo creer que la democracia puede asentarse en el monólogo de quien imparte mensajes de arriba hacia abajo, y evita la retroalimentación de abajo hacia arriba?
La democracia tiene que ver con la libertad y con la igualdad ante la ley. Si en la Argentina “nacional y popular” preguntar, dudar y pensar no tienen swing, el swing es un atentado a la democracia.

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