INMIGRANTES - CARTA PARA LA PRESIDENTE
Sra. Presidente:
Deseo informarle que al igual que usted, soy hija de inmigrantes con profunda fe cristiana y por lo tanto convencida que la defensa de la vida es la regla primera entre los seres humanos.
Nuestro país, fue siempre un crisol de razas y recibimos a todos con los brazos abiertos, ya que la diversidad de costumbres y culturas enriquece. Hoy, en honor a mis abuelos, me veo obligada a diferenciar lo que fue su llegada al país, de lo que hoy está ocurriendo.
Ellos llegaron con los bolsillos vacíos, pero llenos de esperanzas, trabajaban 16 hs. por día, comían un huevo frito adentro de un pan, no tenían comedores comunitarios, ni planes, ni subsidios y después de varios años de trabajo compraban un terrenito y allí entre varios paisanos ponían ladrillo sobre ladrillo y construían buenas casas.
Apenas les quedaba tiempo para dormir, por lo tanto, el agotamiento, impedía que se llenen de hijos a los que no hubieran podido mantener; no tenían educación sexual, tenían cansancio y responsabilidad.
Nunca se les pasó por la cabeza la idea de ir a "pedir una vivienda digna, ni un plan".
Llegaban primero los hombres, alquilaban entre varios una pieza, para compartir los gastos. y recién cuando tenían empleo y posibilidades, mandaban a llamar a sus esposas.
Vinieron con la idea de doblar el lomo y así nos enseñaron a luchar sin pedir, ni robar. Es hermoso integrarnos con los habitantes de distintos países del mundo, todos como hermanos, pero no podemos importar hambre y que nuestros recursos solucionen todos los problemas que todavía no se han solucionad ni para los argentinos.
Todas las familias de cualquier nacionalidad, que trabajen, y puedan cubrir sus necesidades, son bienvenidas.
Deben tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, pero dejar que lleguen todos, sin trabajo, ni vivienda, es cargar sobre nuestras espaldas, una mochila demasiado pesada.
En cualquier país del mundo, se sabe que no podemos ir, tomar un predio o una propiedad y luego exigir que nos den vivienda, comida educación y salud, eso no es aceptado en ninguna parte, además sabemos que donde uno va, debe respetar las leyes y de no hacerlo se pagan las consecuencias.
Creo que es hora de repensar todo lo que está ocurriendo, no podemos seguir avalando la cultura de "pedir" y mucho menos aceptar que se puede poner cuatro chapas en cualquier parte usurpando, porque se da por sentado que luego de esa forma se consigue la "vivienda digna" y, si es posible, cerca del obelisco en los terrenos más caros de la Capital.
A todos nos gustaría un terrenito en un buen lugar sin necesidad de trabajar toda la vida y aún así, no llegaremos nunca a comprarlo.
El amor al prójimo, es ley en nuestra condición de humanos, pero la caridad mal entendida hace que todos terminemos hundiéndonos, porque las escuelas, los hospitales y las viviendas, aun hoy no cubren las necesidades de todos los argentinos, por lo tanto menos pueden cubrir la de los extranjeros que vienen a vivir de la dádiva.
Recibamos con alegría a todos los que llegan a producir con su trabajo, que pueden cubrir sus propias necesidades y entre todos hagamos un país hermoso de paz y progreso, viviendo dentro de la ley y con respeto.
Sra. Presidente, no cargue sobre su espalda los problemas de los países limítrofes, ya es muy ardua su tarea de querer mejorar la situación de tantos argentinos que todavía viven en la pobreza.
Deseo que Dios la ilumine para poder mejorar la vida en nuestro país, con seguridad y bienestar para todos.
La saluda atte.
Adriana Lanzone,
L.C. 4.880.002
Sra. Presidente:
Deseo informarle que al igual que usted, soy hija de inmigrantes con profunda fe cristiana y por lo tanto convencida que la defensa de la vida es la regla primera entre los seres humanos.
Nuestro país, fue siempre un crisol de razas y recibimos a todos con los brazos abiertos, ya que la diversidad de costumbres y culturas enriquece. Hoy, en honor a mis abuelos, me veo obligada a diferenciar lo que fue su llegada al país, de lo que hoy está ocurriendo.
Ellos llegaron con los bolsillos vacíos, pero llenos de esperanzas, trabajaban 16 hs. por día, comían un huevo frito adentro de un pan, no tenían comedores comunitarios, ni planes, ni subsidios y después de varios años de trabajo compraban un terrenito y allí entre varios paisanos ponían ladrillo sobre ladrillo y construían buenas casas.
Apenas les quedaba tiempo para dormir, por lo tanto, el agotamiento, impedía que se llenen de hijos a los que no hubieran podido mantener; no tenían educación sexual, tenían cansancio y responsabilidad.
Nunca se les pasó por la cabeza la idea de ir a "pedir una vivienda digna, ni un plan".
Llegaban primero los hombres, alquilaban entre varios una pieza, para compartir los gastos. y recién cuando tenían empleo y posibilidades, mandaban a llamar a sus esposas.
Vinieron con la idea de doblar el lomo y así nos enseñaron a luchar sin pedir, ni robar. Es hermoso integrarnos con los habitantes de distintos países del mundo, todos como hermanos, pero no podemos importar hambre y que nuestros recursos solucionen todos los problemas que todavía no se han solucionad ni para los argentinos.
Todas las familias de cualquier nacionalidad, que trabajen, y puedan cubrir sus necesidades, son bienvenidas.
Deben tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, pero dejar que lleguen todos, sin trabajo, ni vivienda, es cargar sobre nuestras espaldas, una mochila demasiado pesada.
En cualquier país del mundo, se sabe que no podemos ir, tomar un predio o una propiedad y luego exigir que nos den vivienda, comida educación y salud, eso no es aceptado en ninguna parte, además sabemos que donde uno va, debe respetar las leyes y de no hacerlo se pagan las consecuencias.
Creo que es hora de repensar todo lo que está ocurriendo, no podemos seguir avalando la cultura de "pedir" y mucho menos aceptar que se puede poner cuatro chapas en cualquier parte usurpando, porque se da por sentado que luego de esa forma se consigue la "vivienda digna" y, si es posible, cerca del obelisco en los terrenos más caros de la Capital.
A todos nos gustaría un terrenito en un buen lugar sin necesidad de trabajar toda la vida y aún así, no llegaremos nunca a comprarlo.
El amor al prójimo, es ley en nuestra condición de humanos, pero la caridad mal entendida hace que todos terminemos hundiéndonos, porque las escuelas, los hospitales y las viviendas, aun hoy no cubren las necesidades de todos los argentinos, por lo tanto menos pueden cubrir la de los extranjeros que vienen a vivir de la dádiva.
Recibamos con alegría a todos los que llegan a producir con su trabajo, que pueden cubrir sus propias necesidades y entre todos hagamos un país hermoso de paz y progreso, viviendo dentro de la ley y con respeto.
Sra. Presidente, no cargue sobre su espalda los problemas de los países limítrofes, ya es muy ardua su tarea de querer mejorar la situación de tantos argentinos que todavía viven en la pobreza.
Deseo que Dios la ilumine para poder mejorar la vida en nuestro país, con seguridad y bienestar para todos.
La saluda atte.
Adriana Lanzone,
L.C. 4.880.002
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