CRISPACIÓN Y ROTACIÓN
El llamado de la Presidente el sábado 25 a movilizar a la militancia organizada para controlar la inflación, está forzando para muchos el recuerdo de situaciones históricas donde primó el autoritarismo exagerado, es decir el totalitarismo. Esta situación nos remonta a la Italia fascista, a la Alemania nazi y a la Rusia de Stalin, en regímenes que suponían que la fuerza arrogante por la fuerza misma doblegaría una enfermedad económica. Pero la batalla contra la inflación no se puede reducir a la delación que efectúen las milicias para que el Secretario de Comercio imponga multas (el límite sería ese, salvo que reciban órdenes para actuar con violencia, posibilidad que no se puede descartar si el indicador se vuelve inmanejable).
La inflación es un fenómeno mucho más complicado, donde los comerciantes son sólo un eslabón de una larga cadena de manejos espurios. El comienzo de esa cadena es el mismo Estado, que emite enloquecidamente sin límites, para poder hacer frente a los gastos crecientes. En la inflación juega el factor expectativa, el azoramiento frente a determinadas medidas oficiales y el miedo.
El gobierno sabe muy bien que estos controles y congelamiento de unos pocos productos terminarán en un fracaso y que para lo único que sirve esta movida es para entretener a la gente e intentar llegar a octubre sin tanta turbulencia.
La Presidente cada día que pasa esta mas alterada, son muchas los problemas que afronta y las denuncias sobre lavado de dinero de Lanata es “la gota que rebalsó el vaso”.
Su alteración quedó demostrada en el discurso del jueves en Lomas de Zamora, recordemos frases salientes de su discurso: "Quieren quedar bien con todos y tener un millón de amigos" "En La Plata no miré para otro lado, como hicieron otros, fui y puse la cara donde tenía que ponerla, sin borrarme, defendiendo a la gente", dijo, y agregó: "Me hice cargo de lo que no era mi responsabilidad". "Cuídense de esos a lo que parece ser que nada les toca y nada les llega".
"Imaginen a ese tipo de dirigentes frente a las corporaciones, negociando la deuda, negociando por los trabajadores... Hagamos estos ejercicios para que nadie se equivoque".
"Pese que a veces no me defiendan algunos dirigentes, no crean que soy estúpida". “Ciertos sectores tienen protección mediática porque nadie le pide nada de nada", dijo. "A mí me llama mucho la atención que siempre haya dirigentes intocables, a los que los grandes medios corporativos nunca los tocan ¿Por qué le pegan a unos y no a los otros?".
"Estoy un poquito cansada, no cansada de gobernar, sino de que alguno se hagan los idiotas o me tomen a mí por idiota".
Es evidente que está muy alterada, el mayor problema que tiene es el económico y en el gabinete no existe persona capaz para tomar las medidas necesarias, la Presidente sabe que las encuestas le dan mal, cualquier sueño re reeleccionista comienza a desfallecer en manos de quien no quisiera.
Su pretendida visión épica de su propio gobierno, comienza a hacer agua a borbotones y le queda muy lejos el recrear su serie favorita (Juego de Tronos) donde la reina y sus dragones confrontan con todos y ganan. Sus candidatos confiables no miden ninguno de ellos.
Todos quedaron atrapados por su mal humor en un momento que la sociedad se cansó del conflicto permanente.
Quienes mejor miden para la sucesión dentro del peronismo, son cada día más peronistas y menos kirchneristas. Hasta siente que le robaron a Néstor.
La urgencia está en el conflicto económico, pero Cristina Kirchner optó por cambiar la conducción de las Fuerzas Armadas y de seguridad. El vacío más notorio del oficialismo es fácilmente perceptible en la construcción política, pero la Presidente prefirió dar vueltas en la misma noria de funcionarios que ya existían. Cambios para no cambiar nada. La lógica predominante parece ser que nadie, incluidos aquellos que ella ya no quiere, debe abandonar el Gobierno.
La figura de Nilda Garré se había marchitado conmovedoramente en los últimos tiempos, ni Garré ni Berni resolvieron nunca el problema de la inseguridad, que es por lejos la primera prioridad de la sociedad desde hace mucho tiempo, el problema no hace más que crecer.
Arturo Puricelli no augura una solución para el problema. Se va del Ministerio de Defensa con fracasos y sin ningún éxito, fracasos administrativos que son los únicos que pueden suceder en ese Ministerio devaluado hasta la insignificancia. Puricelli asumirá como Ministro de Seguridad para que Berni siga conduciendo ese Ministerio.
Un caso más inexplicable aún es el de Agustín Rossi, condenado a un Ministerio como el de Defensa, sin peso político, cuya materia él además desconoce. La novedad no consiste en su designación, sino en su eliminación como alternativa electoral en Santa Fe, provincia en manos opositoras. Rossi debía renovar este año su mandato como Diputado Nacional por Santa Fe; Cristina le acaba de negar cualquier esperanza de continuidad en la banca nacional. Seguramente confía más en María Eugenia Bielsa, hermana del ex canciller Rafael Bielsa, que es una popular dirigente del peronismo santafecino.
Garré cumplirá en Washington la misión de debilitar a la OEA. Puricelli renovará sus pergaminos de incompetente en el Ministerio de Seguridad. Y Rossi sentirá el gusto de la ingratitud en Defensa. Cristina tiene más preguntas que respuestas frente a las próximas elecciones. Ayer decidió enfrentar esos desafíos, pero sólo consiguió cambiar los problemas de lugar, y no resolvió ninguno.
Carlos Alberto Espiño Gamaza
C.A.B.A. Junio 2 del 2013
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