“La victoria de Syriza en las elecciones griegas, por un margen mayor a lo que señalaban las encuestas respecto de la gobernante derechista Nueva Democracia, es un hecho político relevante en una Europa cruzada por la crisis y las políticas "de austeridad" dictadas por la troika del Banco Mundial, el FMI y el Banco Central Europeo, y aplicadas por los gobiernos locales. El partido liderado por Alexis Tsipras ha obtenido un 36 por ciento de los votos y ha quedado al borde de obtener la mayoría necesaria para poder formar gobierno en soledad. Este resultado, así como el voto a otras fuerzas de izquierda, expresa el rechazo de amplios sectores de los trabajadores y el pueblo griegos a las políticas que han provocado un brutal aumento de la deuda pública para salvar los negocios de banqueros y empresarios, al mismo tiempo que han crecido el desempleo, la pobreza y la precariedad laboral.
Sin embargo, hay una contradicción importante entre las aspiraciones del movimiento de masas y el programa y la orientación política de Syriza, tratando de mostrarse "respetable" a los ojos de los gobiernos de la Europa del capital. En estos años la clase obrera griega y la juventud han dado muestras de una gran combatividad, como atestiguan las 33 huelgas generales realizadas de 2010 a la fecha. Más allá de la política conciliadora de Syriza, las clases dominantes europeas ven con preocupación un resultado que puede anticipar la caída también en otros países de los partidos socialdemócratas y conservadores que han descargado su crisis sobre los trabajadores.
Mientras manifestamos nuestro rechazo a cualquier intento por parte del capital financiero de tratar de burlar el resultado de las urnas, señalamos con claridad que el destino de Grecia dependerá de la capacidad de movilización independiente de la clase obrera y el conjunto de los explotados para avanzar en la conquista de un verdadero gobierno de los trabajadores, levantado sobre las ruinas de este régimen social capitalista”.
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