Domingo Cavallo |
La economía de Venezuela se encuentra en una situación muy parecida a la que prevalecía en Argentina a principios de 1975: fuerte inflación reprimida, brecha gigantesca entre el precio del Dólar en el mercado oficial y el precio en el mercado paralelo, trabajadores y sindicatos demandando fuertes aumentos de salarios para sostener los niveles de vida prometidos en los años anteriores, enorme déficit fiscal, total descontrol monetario y muy bajos niveles de productividad.
Desde el punto de vista político, la desaparición de Chávez, como ocurrió con la muerte de Perón en 1974, deja sin liderazgo a un movimiento fuertemente personalista. Además, Maduro debe enfrentar una situación en la que las expectativas populares, por la naturaleza misma de la metodología política del régimen, son muy elevadas e imposibles de satisfacer frente a las penurias económicas que ya se han puesto de manifiesto y aparecerán con más claridad en el horizonte inmediato.
Es sabido que en 1975 se produjo en Argentina el episodio conocido como “Rodrigazo” cuando una fuerte devaluación, acompañada por fuertes aumentos de tarifas públicas y demandas de aumentos salariares que fueron satisfechas luego de pujas distributivas y conflictos sociales extendidos, terminó en una explosión inflacionaria que llevó la tasa de inflación del 30 al 300 % anual. La probabilidad de que en Venezuela pase algo similar es alta. Si llegara a ocurrir, es importante que la crisis política que le suceda se resuelva dentro de los cauces constitucionales. Una renuncia anticipada de Maduro, al verse superado por la Crisis y no contar ya con el apoyo unánime de las fuerzas Chavistas, podría llevar a una nueva elección en la que seguramente resultaría electo Capriles, un dirigente que ha dado muestras de liderar una fuerza opositora bien organizada y preparada para gobernar.
Si, por el contrario, los militares Venezolanos llegaran a dividirse y un grupo anti-Chavista derrocara a Maduro para reemplazarlo por un jefe militar, el resultado para Venezuela sería tan malo como fue para Argentina el Golpe Militar de 1976, porque la gente quedará confundida sobre quien tiene la responsabilidad política de una crisis que en Venezuela puede llegar a ser tan dolorosa como lo fue para Argentina la crisis de 1975. Entre 1975 y 1990 Argentina sufrió mucha violencia, muy alta inflación y un completo estancamiento de la economía, fenómenos que se prolongaron durante 15 años. La estanflación prevaleció tanto con gobiernos militares como luego de la vuelta a la democracia en 1983.Todos los gobiernos responsables del Mundo, y en particular el de Argentina, que es el que está en mejores condiciones de advertir los riesgos con que se enfrenta Venezuela, deberían tratar de contribuir a que Venezuela se aferre a su sistema constitucional con transparencia y honestidad.
Lamentablemente, el Gobierno de Cristina, en lugar de solicitar a Maduro mesura y sensatez, como lo han hecho, entre otros, los gobiernos de Estados Unidos y España, actúa con el mismo fanatismo Chavista que ha llevado a Maduro no sólo a crear dudas sobre la legitimidad de su mandato sino que también lo aleja del clima de diálogo con la oposición que puede tornarse imprescindible para resolver con éxito los seguros conflictos internos que ya se insinúan dentro del Chavismo.
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