domingo, 15 de febrero de 2015

Cecilia Pando le responde a Fernandez.

Esta carta la envié a distintos medios de comunicación a raíz de los dichos de Anibal Fernandez sobre mi persona.
Desde que las circunstancias de la vida me insertaron en la opinión pública he sufrido muchas persecuciones y acusaciones del entorno kirchnerista. Viví el apriete en carne propia desde el nacimiento del régimen fachista que hoy le toca padecer al pueblo argentino. Por suerte yo no era tan importante y no hubo vidas que lamentar como en el caso Nisman.
El apriete no pasó de producir la pérdida del trabajo de mi marido en varias oportunidades. Y las acusaciones descalificadoras fueron muchas: defensora de genocidas, admiradora de la dictadura, videlista y no sé cuántos otros epítetos que supieron instalar para opacar mi persona y mi mensaje.
He soportado todo y he callado en muchas ocasiones. Pero lo expresado recientemente por Aníbal Fernández no puedo tolerarlo en silencio. Me duele más que todas las demás acusaciones infundadas. Dijo el funcionario K que Cecilia Pando debe tener un brote antisemita fenomenal.
Estimados lectores: en mi vida no existe ni un asomo de antisemitismo. Valoro a la persona humana por lo que es, como criatura salida de las manos de Dios. Y como creyente, creo fervientemente que el Hijo de Dios se encarnó en el seno de una mujer semita, y que la propia sangre del nazareno se formó del pueblo elegido. La historia de mi fe se nutre del judaísmo y me avergüenza hasta lo imposible que alguien pueda siquiera sospechar que yo piensa o sienta de esa manera.
Este mensaje no va dirigido a Aníbal Fernández. Como felpudo de la presidente dice lo que le hace decir el relato del régimen. Me dirijo especialmente al pueblo argentino, entre los que se encuentran los hebreos que han decidido vivir en nuestro suelo.
María Cecilia Pando

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