
Conste que no quería saber ni comentar nada sobre política. Teniendo 2 semanas de vacaciones, había tenido que tomar la decisión de si duplicar mi participación en las redes y escribir más en mi blog, o si dejar todo eso en modo secundario y disfrutar de mi familia, distenderme jugando, y liquidar algunos trabajitos retrasados (como el backup de mi vieja PC). Y había tomado la segunda decisión. Y de ésto pueden dar fe los que me siguen en las redes sociales.
Pero así y todo, no pude evadirme del mal del kirchnerismo ni de los de los “Derechos Humanos”. Seguían las noticias que me llegaban por cualquier canal, y Cristina parecía esforzarse por que volviese, por ejemplo, con medidas como limitar la importación de libros porque “pueden ser peligrosos para el consumidor” (y es cierto, algunos contenidos pueden ser tóxicos para algunos integrantes de ciertas sectas). Parcialmente vencido, entré brevemente a subir algunos links, cuando mi mujer me avisa que había actividad en el jardín de infantes de mi nena (sala de 5 años, aunque ella tenga 4) con motivo del “Día de la Memoria“. Ya había tenido una “muestra gratis” en el cuaderno de mi hija, cuando pedían cuál era su nombre y por qué se le había puesto. No tardé mucho en hilar “identidad” con “memoria” y el 24 de Marzo. Decidí ir, aunque en ese tranquilo estado zen que me había prometido.
Llegamos, nos sentamos en las sillitas de las que ya había hablado años atrás, con los chicos en el piso, y la maestra situada frente al pizarrón con un curioso e improvisado teatro de títeres (una manta con una luz detrás). Comenzó diciendo de cara a los padres algo como “Hoy recordamos cosas sucedidas en épocas terribles para el país, pero que nunca hay que olvidar. Ellos todavía son chiquitos como para explicarles la situación completa, no van a entender todavía ni se les puede hablar a fondo, pero creemos que hay ciertas cosas de las que sí les podemos hablar y afianzar el concepto, como la identidad y el respeto. Por eso, van a ir pasando detrás de la sábana y van a hablar a través de sus títeres (creados por ellos en clases) con un cartelito con su nombre al lado [cartelito que entre los 3 habíamos hecho en casa días antes]“
Yo suspiré a medias porque parecía ser un revisionismo extra-light, los chicos fueron pasando (mi hija estuvo hermosa, por supuesto
) y fueron sucediéndose algunas pequeñeces curiosas. Por ejemplo:
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- Mi hija pasó primera y cuando la maestra preguntó su nombre para que represente, dijo su apodo (diminutivo de su nombre real); la educadora la corrigió y ella tuvo que decir su nombre completo para que siguiera la obra. Pregunto: ¿acaso el apodo no es parte de la identidad? ¿Si la identidad fuera algo único e irrepetible, no deberían haber dicho también segundo nombre, apellido y DNI?
- La escuela a la que asiste mi nena es pública y laica. La maestra dijo“algunos nombres de los chicos provienen de La Biblia. No les dije “Biblia”, sino “un libro”, como para que sepan que algunos pueden tener ese origen“. Ella parece estar confundiendo el significado real de “enseñanza laica”. Que no pueda machacar con cualquier religión ni imponerla a sus alumnos, no indica que no pueda decir realidades reales. Si un nombre proviene de La Biblia, vino de allí y listo, no de “un libro” cualquiera. Uno de sus alumnos tiene un nombre que proviene del Corán, pero ella no pareció notarlo ni mencionarlo, ni siquiera como “un libro”. Respeto e identidad para no-todos…
- Uno de los chicos dijo cuál era su equipo favorito, y la maestra animó a los siguientes a que lo dijesen. Me pareció un tanto dual para una obra sobre identidad, porque cuantas más pertenencias tengamos, menos individualidad e identidad propia vamos a tener. Está bien como entretención para cualquier otra obra, pero para una del Día de la Memoria… y más si tenemos en cuenta que ella vitoreaba a los que eran de Boca, reforzando el espíritu grupal al individual.
- Un chico tenía verguenza de hablar detrás del telón, y la maestra justificó “y bueno, no importa. Total no vas a ser artista”. Ahí van los sueños de un pibe. Respeto al palo.
Cuando todo parecía haber terminado, la maestra vuelve a decir que a los chicos no se les podía decir la verdad completa porque no estaban listos de manera grupal, pero que los padres podían aprenderla y, si querían, y explicársela a su manera a sus chicos. Con un manojo de fotocopias en la mano, dice que va a hacer entrega de una “carta histórica para comprender mejor lo que pasó“, y recibo un ejemplar de “Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar“. O sea, la verdad para ella era “la parcialidad de la historia revisionista”, y dejaba en claro que ellos no podían adoctrinar, pero sí te dejaban material para animarte a que lo hagas vos mismo en tu casa. Apenas leí el título debí haber puesto una cara extraña, porque mi mujer enseguida me pasó la propaganda subversiva con cara de “tomá… hacé lo que quieras“, con un gesto que leí en ese momento como una carta blanca para ahorcar a la maestra frente a su alumnado.
Le dí una oportunidad a la fotocopia, y busqué por si había algo también “del otro lado“, pero esa carta era lo único que había. Ojeé al vuelo algunos párrafos (no la conocía), y se hablaba de la inflación en el gobierno militar, falseaba datos en varios frentes, y exponía quejas sobre que les mataban a mucha gente en represalia por la gente que mataban ellos (?!?!). Cosa rara para repatir en un acto de “identidad”, “memoria” y “respeto”. Le pregunté a mi mujer qué podía hacer, no porque no supiera que hacer, sino porque no sabía hasta dónde llegar; no quería iniciar una guerra intelectual en el medio del jardín con todos los chicos, pero tampoco se sentía bien dejar pasar todo. A éste gobierno le dejamos pasar todo y miren dónde estamos…
Había decidido llevarme la fotocopia igual, pero seguía incómodo. Cuando nos tocó el turno de saludar y firmar para retirar a nuestra hija, ví el pilón de fotocopias no entregadas en una mesita. Con mi propia copia apunté hacia la pila y le pregunté a la maestra:
- Disculpame, ¿puedo dejar ésto ahí, no?
- [Sin comprender demasiado] S…Sssi. Pero esa copia es para ustedes, es para que la lleven y lean, no hace falta devolverla.
- Sí, ya sé. Pero… no… igual te la dejo. No… [decía mientras suprimía la catarata de cosas por decirle, y negaba con la cabeza y una cara de "conmigo no, Barone"]
Ahí pareció captar lo que estaba diciendo, aunque no creo que adivinase el por qué. Espetó un “Está bien… está bien… respeto tu decisión… la respeto…” con una cara mezcla de sorpresa y asco fitopaence. Le quedó lindo para cerrar el Día de la Memoria y su idea de “respeto”, aunque supongo que seré tildado de pro-militar en su tonta y/o adoctrinadora cabecita. Me hubiese gustado decirle que hubiese tomado de muy buena gana la fotocopia si venía acompañada por la otra parte de la memoria real, como una “Carta abierta de un civil a un guerrillero” (o algo más personal, como la nunca escrita “Carta de Juan Eduardo Barrios a Montoneros”, chico asesinado por subversivos a sus 3 años de vida), pero era explicarle algo a una maestra que no coteja información o que ya es seguidora de la secta “sólo los militares fueron malos“. O sea, cualesquiera fuera el caso, era para hacer lío sin llegar a nada.
Después nos retiramos y casi me arrepentí de mi decisión. Pude haberme llevado las fotocopias igual y evitar que se adoctrine con ellas a una nueva familia, y usar el tan preciado papel para prender el calefón de mi casa o limpiar las cacas del perro. Además, ya las había pagado por adelantado, ya sea a través de la cooperadora escolar o por los expoliantes impuestos para todos. Pero bueno, no todos venimos con el gen ventajero terrorista dentro…
PLPLE
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