domingo, 11 de marzo de 2012

Condenar el brutal asesinato de la persona humana Muhammar Kaddafi.


CABILDO - Por la Nación contra el caos 




KADDAFI:
JUSTICIA Y VERDAD
  
  
Redactamos estas líneas movidos por el amor a la verdad y la justicia. Es una obligación como católicos condenar el brutal asesinato de la persona humana Muhammar Kaddafi.
  
Las brutales imágenes de los videos que tuvimos el triste privilegio de observar, mostraron un magnicidio con plasticidad demoníaca. En los minutos de la transmisión, se pudo apreciar al ex jefe ya vacilante que, en determinado momento, se pasa la mano por su rostro totalmente ensangrentado al igual que los jirones empapados de lo que había sido su camisa.
  
Más tarde los grupos arremolinados le tiraron  del cabello y le hicieron mover la cabeza de arriba hacia abajo golpeándolo. Gritaron, aullaron, haciendo fuego con sus ametralladoras. La cámara mostró entonces al infeliz condenado. Era un guiñapo en medio de la más baja de las pasiones: el odio. ¿Dónde estaban los derechos humanos de aquel desdichado? Luego, sus ojos fijos y como perdidos. Tal vez en ese momento el Dios piadoso lo había llamado a comparecer.
   
Todo esto es lo que nos horrorizó hasta el extremo. Se ha afirmado, con razón, que detrás del “joven con el revólver de oro” (quien habría dado el tiro de gracia) y entre la masa de cipayos había expertos asesinos profesionales.
  
Las imágenes de Kaddafi linchado por una turba feroz se ha difundido para de mostrar que en Libia hubo una rebelión popular. Versión simplista adjudicable sólo a las potentes “armas de destrucción masiva”. Así lo demostró, el 21 de octubre, el diario británico “The Telegraph” en reconstrucción documentada de los acontecimientos. La verdad está centrada en el accionar de los agentes de la CIA y el Servicio Secreto inglés M16 que operaron en Libia y se pusieron de acuerdo para capturar al berebere quien, contra toda lógica, había escapado a los bombardeos masivos de la OTAN. Una comunicación del coronel-objetivo, fue interceptada, dando la certeza de su ubicación con un convoy en la zona de Syrte. La columna fue atacada por un Predator yanqui con base en Signorella (Sicilia) con personal especialista en sensores que se encontraban en Estados Unidos a más de diez mil kilómetros de distancia. Luego Cazas Bombarderos Mirage franceses, llevando bombas de quinientas libras y municiones guiadas dieron fin al operativo. La OTAN jaqueó a Kaddafi al que condujeron hacia los “milicianos” de Misrata cuyo odio bestial observamos en los videos.
  
Lo expresado hasta aquí no es un intento de presentar purificado a quien fuera en vida Jefe de Libia durante décadas. Nuestra posición de católicos y nacionalistas nos obliga a presentar al lector algunas cuestiones a tener en cuenta y que siempre nos pusieron a distancias astronómicas del jeque mahometano asesinado.
  
En primer lugar, sus vinculaciones con el terrorismo que azotó la tierra Oriental de la Patria Grande. He aquí unos datos históricamente verdaderos. Cuando terminaba la década del ‘80, los Tupamaros se contactaron con Kaddafi. Así lo señala el politólogo Adolfo Garcé en su libro “Donde hubo fuego” en el cual expresa que en septiembre de 1989 un grupo de Tupas visitó Libia para participar en los festejos del vigésimo aniversario del Régimen. Esas semanas fueron aprovechadas para ser entrenados militarmente.
  
Pero hay más. Veamos el estudio realizado por Federico Leicht, y que éste titulara“Cero a la izquierda”. Allí se da la noticia de que el ex Ministro de Defensa Luis Rosadilla junto a Jorge Zabalza y Julio Marenales (todos Tupas de primer nivel jerárquico) fueron recibidos por Kaddafi, a quien le expusieron las necesidades de financiación para el “Movimiento de Liberación”.
  
“Zabalza afirmó que su objetivo era recibir entrenamiento pero que eso no se concretó” (información aparecida en la revista “Búsqueda”, de octubre del 2011).
  
En la citada publicación, y ya en el mes de marzo último, el senador tupamaro Ernesto Agazzi declaró: “Fueron —a Libia— compañeros y nos hicieron informes. Recorrieron zonas con nuevas instalaciones de riego y nos trajeron la visión de la importancia de la religión” (sic).
  
Con respecto a la Argentina hay que decirlo con voz clara y tonante.  Kaddafi apoyó el terrorismo marxista de manera explícita. Cuando el “Ejército Revolucionario del Pueblo” dominó la Provincia de Tucumán y la declaró “zona liberada” pidió el reconocimiento internacional. El único país que lo hizo fue la Libia de Kaddafi. También son conocidas las relaciones entre éste y los Montoneros. Por eso, de viaje por Libia, hacia el 2008, Cristina le expresó su “admiración juvenil y generacional”, aclarándole al ministro Al Mahmoudi que “yo y el líder de su nación (Khadafi), hemos sido militantes políticos desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes con un sesgo fuertemente cuestionador al status que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse” (cfr. http://www.pagina12. com.ar/diario/elpais/1-115505-2008-11-23.html).
  
Ocurrido el asesinato, claro, la “cuestionadora del status” no tuvo una sola palabra de  repudio. Pero al poco tiempo haría las paces públicamente con el verdugo Barack Obama.
  
Realizadas estas precisiones políticas cabe mencionar el obvio problema teológico. El mahometanismo de Kaddafi es Enemigo de la Fe Católica. Por lo tanto, poco podemos dejar de lado las persecuciones y los asesinatos de nuestros hermanos en Cristo, que fueron, responsabilidad, esta vez, de quien se hacía llamar “El Guía hacia la era de las masas”. Nihilismo puro en marcha hacia el caos.
  
Veamos ahora la parte política de los poderes internacionales que organizaron y llevaron adelante la guerra para deponer al gobierno de Muhammar. Esa conspiración pública hay que calificarla con  sus auténticos nombres: vandalismo e infamia.
  
Ante todo subrayemos que estos dramas no son un producto de los días que corren. Todo ello proviene de los finales de la segunda guerra mundial. Repasemos sucintamente esa historia. Al promediar el año 1944 delegados de los Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión de Repúblicas Socialstas Soviéticas y China se reunieron en Dubarton Oaks, un distrito de Washington, para redactar la Carta del Nuevo Orden Internacional. Ese fue el documento que las naciones reunidas en San Francisco, en abril de 1945 para dar vida a las Naciones Unidas, se vieron compelidas a aprobar so pena de ser consideradas parias por los dueños del mundo vencedor del Eje.
  
Apareció en escena un tiránico poder mundial conformado por los Estados Unidos, la Gran Bretaña y la Unión Soviética a los que se agregó Francia. Ellos se ubicaban (hoy igual que ayer) por sobre la soberanía de los demás Estados de la tierra. El Consejo de Seguridad era y es su órgano más importante. El organismo tiene el rol de Señores de la Paz y de la Guerra. Toma sus decisiones “por mayoría calificada”.El voto en contra de cualquiera de los cuatro miembros permanentes actúa como veto dejando sin efecto lo resuelto.
  
El Dr. Danilo Zolo en el excelente trabajo “La Justicia de los Vencedores. De Nuremberg a Bagdad” escribe: “Ambas superpotencias (se refiere a los Estados Unidos y a la Unión Soviética) violaron repetidamente los principios de la Carta  de las Naciones protegiéndose y protegiendo a sus aliados con el uso sistemático del veto…”
  
Así se explica la impunidad de Israel que desconoce sistemáticamente las decisiones del plenario de la ONU. Todo es aceptado, incluso cuando la Asamblea condena los más brutales “asesinatos selectivos” o no, junto a los atropellos contra el pueblo mártir de Palestina y sus legítimos derechos. Las “intervenciones en Cuba (1961), Líbano (1958), Santo Domingo (1965), Granada (1983), Libia (1986 ), Panamá (1989) ,de los Estados Unidos, así como las de la URSS en Hungría (1956) y en Checoeslovaquia (1968) nunca fueron condenadas”.
  
La historia ha vuelto a repetirse. Una guerra inicua decidida entre gallos y medias noches con objetivos rastreros, como en un momento escribiera Karl Schmitt. Se está  produciendo una creciente feudalización del poder mundial, la soberanía pasa a residir en los grandes grupos de presión financiera, industriales y mediáticos. La OTAN como brazo armado, ha vencido en una guerra de ocho meses lanzando sobre Libia cincuenta mil bombas en diez mil misiones. Ellas despejaron el camino a las “turbas rebeldes” conducidas por los Servicios Secretos y Oficiales especializados en las operaciones del desierto y la costa.
  
La meta “humanitaria” de las oclocracias se ha cumplido. Libia y su petróleo están en el dominio de los criminales de guerra residentes en Washington, Londres y París. Kaddafi está muerto y ya no podrá traer problemas, revelando secretos no convenientes para las “plutocráticas y decadentes democracias”.
  
Con la globalidad vivimos un colapso ético generalizado. Nosotros tratamos de seguir con Fe, firmes en el  Buen Combate, porque la promesa está vigente: “las puertas del infierno no prevalecerán”.
  
Luis Alfredo Andregnette Capurro
  

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