lunes, 19 de noviembre de 2012

Pasó el 8N. Quedará en la historia argentina como el día en que gran parte del Pueblo salió a las calles de todo el país, pidiendo ser escuchado por el partido gobernante.

Opinión
 
-Y ahora, ¿qué? 
Por Malú Kikuchi

 Fue glorioso, educado, genial, correcto, multitudinario, pacífico y contundente. Constitucional. Pero fue. Ya está. Y ahora, ¿qué?
 
Todavía queda la mística del esfuerzo realizado, que fue enorme y formidable. Hecho concebido y realizado a través de las redes sociales, sin partidos, ni dirigentes, ni promesas de prebendas. Simplemente el milagro de sumar ciudadanos conscientes, en defensa de sus libertades básicas que están siendo conculcadas.
Nos sabemos ciudadanos reclamando con razón y con razones, por sus avasallados derechos. Sabemos que este gobierno debe durar hasta el 10/12/2015 -la fecha no es negociable-, sabemos que no estamos representados, y por eso salimos a la calle. En busca de respuestas. En busca de algo. En busca de alguien. En busca de instituciones destruidas.
Pero programar marchas periódicas, no parece ser la solución. Sería utópico presumirlas iguales en cantidad de personas y en calidad de educación cívica a la del 8N. Pero algo debemos hacer para que el entusiasmo y la alegría de recuperar compatriotas y valores que creíamos perdidos, no se diluyan en el tiempo.
Eduardo Marty propone: “Si toman Cablevisión por la fuerza, resistirán cualquier protesta y a los 15 días será Navidad y el verano. De allí la incomunicación del interior y de la propaganda K hay un solo paso. Luego manejarán Fibertel y será el adiós de la comunicación cacerolera (a lo China impidiendo Google). Luego vendrá la liquidación de La Nación, Clarín, Perfil y Canal 13. Luego será fácil, con todos los medios tomados y sin libertad de prensa, fraguar y ganar elecciones. Con 10.000 tipos y una mateada de vigilia rodeando cablevisión, podríamos impedirlo y le daríamos un claro mensaje a la Corte Suprema de respaldo. Protestar con el hecho consumado es ponerse a la defensiva y nadie gana estas batallas de esta forma. ¿La consigna? “No es por vos Magnetto, que sos igual que Nessstor, es por la libertad de prensa”. Luego “no lloremos como mujer lo que no supimos defender como hombres”.
Santiago Lozano propone: “¿Y si estas fiestas no compramos regalos? Si estuviste el 8N, si estás cansado que (…) se quiera hacer pasar por clase media… pensalo. Y si queremos recuperar nuestra libertad, nuestra paz y amistad, nuestra democracia y nuestra república, no consumamos lo innecesario, lo que podemos prescindir, que se caiga la fiesta del consumo y la recaudación, dejemos a los K sin Kaja y se caen. Si tenés hijos pequeños les decís que CFK. Kicillof y Moreno no dejan entrar los regalos de Papá Noel, que cerraron la aduana. Los demás entendemos todos. El 8N fuimos a la calle, esta Navidad brindemos con la familia y los amigos, pero no compremos nada”.
Otros proponen una rebelión fiscal, que está fuera de la ley, por lo tanto no me convence. Hay quien pide un juicio político, que es constitucional, soñando que los diputados, aún los FPV, empezarán a sentir el cambio de humor social y a su vez cambiarán de posición. Pero eso ya no depende directamente de nosotros, los ciudadanos. Sigo sin saber qué hacer. Todo me parece adecuado. Y si todo se hace consecutivamente, mejor.
Le añadiría los números telefónicos y los de los celulares y las direcciones de correo electrónico de todos los funcionarios, diputados y senadores, tanto nacionales, como provinciales. Los de los intendentes y los legisladores. Que cada ciudadano protagonista del 8N se haga una lista y cada día, y todos los días, le dedique media hora de su tiempo para comunicarse y comunicarle al representante de turno, nuestros problemas, necesidades y hechos con los que no estamos de acuerdo. La fuerza del uno más uno, es infinita. Y la persistencia en el reclamo, siempre da resultados.
Que un inmenso e imparable y atronador mensaje llegue a los oídos de los sordos. Que se enteren por nosotros, sin filtros, lo que no nos gusta, lo que no queremos, lo que no estamos dispuestos a permitir. Que sepan, día tras día, que Argentina está compuesta por ciudadanos conocedores de sus derechos y decididos, en paz y dentro de la ley, a defenderlos.
Dependen de nosotros. Les pagamos los sueldos y todos sus privilegios. Viven de nosotros. Y están donde están porque algunos argentinos los pusieron en ese lugar a través del voto. Que se enteren que si no cambian, se acaban los sueldos, los puestos, los privilegios, y el voto. Nosotros, los ciudadanos, nos despertamos después de una larguísima siesta, es hora de ponerles el despertador a los que dicen representarnos.
Acciones directas, respetuosas pero constantes, claras y sobre todo, persistentes. Si los pájaros carpinteros pueden con la madera a fuerza de insistir, podamos con las conciencias de los que se llaman representantes.
Se aceptan ideas legales y son bienvenidas. La Patria es de todos. Y la hacemos entre todos. 

Malú Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar

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