domingo, 8 de diciembre de 2013

CÓRDOBA, LUCHA DE CLASES .

SAQUEOS EN CORDOBA



(AW) Los hechos de violencia de Cordoba analizados por el periodista Alexis Oliva.

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Alexis Oliva lucha de clases en Córdoba

La versión Córdoba 2013 de la lucha de clases revela la verdadera función que cumple la institución policial en el contexto del capitalismo neoliberal (en este caso, el "cordobesismo"): una suerte de sólida pared medianera entre las clases alta y media y la clase de los excluidos.
En momentos como este, cuando una falla en ese sistema de virtual privatización del servicio policial hace que el muro azul deje de funcionar, los excluidos avanzan (regresan) sobre el territorio de los incluidos buscando eso que les está negado. Entonces, la clase alta defiende su "seguridad" con guardias privados y la media saca del placard sus armas, sus prejuicios y su predisposición al linchamiento.
“Creemos que llega de ciudad Evita”, conjeturó una médica el origen del joven de veinte años que llegó a la guardia del Hospital San Roque ya muerto por un disparo en el pecho. O sea, viene de uno de los guetos para pobres que inventó la administración delasotista mientras la iniciativa inmobiliaria privada –alentada por el mismo Estado- acelera la construcción de esos guetos para ricos que son los countries.
Y así transcurre la vida “normal”, en los respectivos guetos separados por el vallado arquitectónico pero sobre todo por el cerco institucional policial, con una separación física entre las clases sociales que evoca al castillo medieval con pozo, cocodrilos y puente levadizo. Sin embargo, esos territorios están unidos por la televisión y una cultura del consumo que hace que los excluidos conozcan (y deseen) lo que existe del otro lado del muro. La misma televisión que instala los esterotipos y exacerba los prejuicios contra los marginados.
Hasta que de repente la matrix de la “tolerancia cero” pestañea y ocurre un dejá vu de los trágicos diciembres de 1989 y 2001. Pero esta vez en una versión policíaca, como si el gobernador José Manuel De la Sota, quien tanto esfuerzo hace para borrar de la memoria colectiva el golpe de Estado policial de febrero de 1974 (del que quizás formó parte) contra el gobierno popular de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, tuviera ahora que enfrentar su propio revival lumpen del “Navarrazo”.

Un tal Carlos Marx, quien primero y mejor pensó esto de la lucha de clases, escribía: “La historia se repite primero como tragedia y luego como farsa”. 160 años después, desde una ilusoria isla mediterránea argentina, un imposible lector llamado José Manuel de la Sota tensa hasta tal extremo la peligrosa cuerda del poder que la realidad termina dándole la razón

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