jueves, 2 de mayo de 2013

Si uno escucha la explicación que dan muchos de los que ahora quieren distanciarse del Gobierno, el problema inflacionario habría comenzado con la salida de Lavagna del Ministerio de Economía.

Domingo Cavallo 



Algunos incluso sostienen que el problema fue no haber seguido una política cambiaria como la que se pregonaba cuando decían que la clave de la nueva estrategia de crecimiento era el “tipo de cambio real alto”. Como si haber devaluado a un ritmo mayor en el mercado oficial, hubiera ayudado a reducir la tasa de inflación.
Esta explicación es absurda. En realidad el origen de la inflación que hoy azota a la economía Argentina está, precisamente, en la pesificación acompañada de fuerte devaluación de 2002 y en la política monetaria que se siguió desde que se quiso mantener el “tipo de cambio real alto”. La supuesta estabilización de 2003 y 2004 tuvo su origen en el congelamiento de tarifas públicas a los niveles de 2001,  a la imposición de retenciones a las exportaciones agropecuarias, algunos controles de precios sobre los alimentos básicos y en la apreciación del Peso que se produjo  durante 2003 en forma más o menos espontánea, aún a contramano de la política cambiaria que el Gobierno se había propuesto implementar (el precio del dólar bajó de casi 4 pesos a fines de 2001 a  alrededor de 3 a fines de 2003).
Pero ¿porqué la inflación comenzó a aumentar  nuevamente a partir de 2004? Por no haberse seguido la misma política de Lula en Brasil, como yo lo había propuesto en el post titulado “Duhalde, Carrió y Kirchner deberían imitar a Lula, no sólo admirarlo” de febrero de 2003 y, con más detalle, en el post “Es positivo que el Peso y el Real se fortalezcan” de marzo de 2003.
Pruebas al canto. Observemos el comportamiento del tipo de cambio nominal del Real y del Peso, desde junio de 1994 hasta la actualidad:
Se puede ver claramente que luego de las fuertes devaluaciones que comenzaron en febrero de 1999 en Brasil y en Enero de 2002 en Argentina, el Dólar llegó a cotizarse hasta 4 Reales en Brasil y 4 pesos en Argentina. Es decir el Real y el Peso valían apenas 25 centavos de Dólar, a pesar de que hacia 1996 ambos habían estado en paridad con el Dólar.
Desde que asumió Lula en Brasil y durante el año de la campaña electoral en Argentina, tanto el Peso como el Real comenzaron a apreciarse y hacia fines del 2003 el precio del Dólar había bajado a 3 pesos  y 3 reales respectivamente. Brasil no siguió la teoría del “tipo de cambio real alto” sino que se propuso alcanzar metas de inflación decrecientes.  En Argentina, Lavagna y muchos otros economistas convencieron a Kirchner de las bondades de no dejar que el Peso se siguiera apreciando y Kirchner dio la orden al Banco Central de no dejarlo bajar de 3 pesos.
Tanto Cardozo como Lula habían recibido de sus respectivos ministros consejos diferentes. Las dos preguntas que el periodista de Perfil le hizo a Lavagna en un reportaje de 2007, son muy elocuentes:
“-Periodista: ¿Usted dice que Brasil, hasta antes de Fernando Enrique Cardoso, tuvo un modelo más parecido al de los tigres asiáticos, y por lo tanto al suyo?”
“-Lavagna: Sin duda.”
“-Periodista: ¿Y que Cardoso y Lula se hicieron”cavallistas?”
“-Lavagna: Si, y así les va a ir.”
En el gráfico que sigue se pueden ver las consecuencias de que Kirchner se haya “Lavagnizado” y Lula se haya “Cavallizado”, en los términos del periodista de Perfil y del mismo Lavagna.
Mientras en Brasil la tasa de inflación comenzó a bajar, en Argentina comenzó a subir. Así llegamos a que hoy Brasil tiene una inflación del 6 % anual y Argentina del 25 % anual. Expliqué esta divergencia en innumerables artículos, entre los cuales vale la pena leer el titulado “Inflación y tipo de cambio: cómo se relacionan con la sensación de prosperidad brasileña y la desesperanza argentina” publicado en enero de 2010.
A esta altura, algunos lectores pensarán que es mejor que en Argentina el dólar oficial esté a 5.20 pesos y no a 2 reales por dólar como está en Brasil. Están equivocados por una razón muy sencilla, a 2 reales por dólar hoy hay total libertad cambiaria en Brasil y una fuerte entrada de dólares, con tasas de interés externas del 4 % anual, mientras que a 5.20 pesos por dólares en el mercado oficial de Argentina, nadie puede comprar dólares (estos valen 9.40 pesos por dólar en el mercado paralelo), la tasa de interés externa para Argentina no baja del 12% y los capitales se fugan del País.
¿Cómo se explican resultados tan disimiles? Muy sencillo. Si en 2004 Argentina hubiera seguido una política monetaria de metas de inflación, como lo hizo Brasil, el Peso se hubiera apreciado. Las bajas de precios asociadas a esa apreciación hubieran permitido la actualización de los precios de la energía y otras tarifas  de los servicios públicos, lo mismo que la de los salarios que habían quedado rezagados. El efecto neto hubiera sido una inflación baja, como en Brasil y hubieran desaparecido los desequilibrios en precios relativos que hoy obligan al pago de enormes subsidios. Además, a lo largo de todo el período esos desequilibrios desalentaron la inversión en sectores claves de la economía. La economía hubiera crecido quizás con un poco menos de consumo pero con más inversión productiva. El crecimiento hubiera sido más sostenible y hoy no existirían los cuellos de botella que han sumido al país en estanflación. Tampoco existirían restricciones cambiarias y los capitales, en lugar de fugarse, estarían entrando y financiando inversiones productivas.
Estoy seguro que quienes creen que la devaluación de 2002 fue el origen de la recuperación del campo, pensarán que con un dólar a 2 pesos hoy el sector agropecuario estaría mucho peor de lo que está. Craso error y, si no lo creen, lean el reciente  artículo de Juan Manuel Garzón de Fundación Mediterránea titulado “Se aleja la producción de granos de Brasil”. ¿Porqué en Brasil con un Dólar a 2 reales la producción granaria aumenta mucho más que en Argentina? Porque allá no aplican retenciones, los costos de los insumos también se compran a un dólar que cuesta 2 reales y el campo tiene más rentabilidad que en Argentina. Lo mismo pasa con la industria manufacturera de exportación o de sustitución de importaciones.
En fin, se podría escribir mucho más sobre este tema, pero con lo dicho es suficiente. ¿Creen los lectores que la explicación que dan Lavagna y muchos economistas devenidos anti-kirchneristas en los últimos años es la correcta? Me consta que la inteligente periodista Griega no se dejó convencer por las explicaciones de Lavagna… Por supuesto, mucho menos por las de Lorenzino.

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