miércoles, 29 de agosto de 2012

El kirchnerismo es un fraude en sí mismo.

Con "Cristina eterna" la democracia desaparece
Por ARIEL CORBAT*
El kirchnerismo es un fraude en sí mismo. Cuando escucho a la Presidente de la Nación , Cristina Fernández de Kirchner, alentar odios entre los argentinos recurriendo para ello a la descarada falsificación de la historia, siento que la investidura presidencial está siendo degradada a la condición de triste tribuna demagógica para un pueblo en proceso de embrutecimiento. Un pueblo merecedor de la re-reelección; al módico precio de reformar la Constitución Nacional , olvidar su historia y entregar su voluntad resignando libertades.


Y es que Fernández, celebrando con un "¡¿Cómo podía faltar?!" la presencia en Casa Rosada del embajador de la rancia dictadura comunista que oprime al pueblo de Cuba, asunto sobre el que volveré al final, en el acto del 24 de Agosto de 2012 rindió un curioso homenaje al Gaucho Antonio Rivero (ver video). Curioso, no porque Rivero no merezca el recuerdo, sino porque la ocasión fue utilizada para sostener que todo quien cuestiona al Gobierno Nacional defiende intereses foráneos e intenta desestabilizar, lo cual implica una retórica peligrosamente autoritaria y el bastardeo de las causas nacionales.

En primer lugar, frente a la manía refundacional del kirchnerismo, es necesario decirle a la Presidente que no es cierto que el Gaucho Rivero haya sido condenado al anonimato; su historia era conocida y debatida, fue precisamente por ese conocimiento que durante la Reconquista de 1982, antes de rebautizar Puerto Argentino a Port Stanley, se barajó el nombre de Puerto Rivero. En 1972 la Editorial Plus Ultra publicó el libro de Juan Lucio Almeida "Qué hizo el gaucho Rivero en las Malvinas", como parte de la Colección Esquemas Históricos que dirigía Don Armando Alonso Piñeiro.

Almeida concluyó su estudio sobre Rivero señalando, entre otros conceptos, que "Fuerza es reconocer que no hay aportes documentales que permitan decir lo que íntimamente cada argentino quisiéramos que se dijera: que Antonio Rivero fue un gaucho patriota que en un momento de desesperación se alzó contra los ocupantes de la isla, extranjeros todos, y se apropió de una tierra que la sabía suya. La figura del héroe debe surgir nítida, cristalina, auténtica. Y aquí el caso no se presenta así. Para formar conciencia de nuestros legítimos derechos soberanos sobre las Malvinas los argentinos no necesitamos de mistificaciones".

No sólo mistifica intentando elevar a la condición de prócer a su difunto marido, sino que también en otros órdenes miente la Señora Presidente , y revela que la mentira sistemática tiene por objeto alentar odios entre  los argentinos.

Y ello me queda muy claro desde que hablando ante el Comité de Descolonización de la ONU en Junio de 2012, ella, que por su formación universitaria no puede desconocer la importancia de los contextos históricos, dijo esta grosera burrada con la que descaradamente pretende tergiversar la historia reciente y antigua de nuestra Patria: "Yo quiero referirme también a la historia, a una historia que se quiere negar. No estoy acá porque hace treinta años, estoy acá porque dentro de unos meses va a ser 180 años que fuimos usurpados. Que el capitán Pinedo debió abandonar las Islas, porque una corbeta inglesa muy superior en poderío militar, como lo era en ese momento el imperio inglés, el gran imperio naval, del siglo XIX, el cual no era la primera vez que venían a la Argentina. Ya habían venido antes, lo hicieron en 1806, cuando todavía éramos colonia española, con Beresford a la cabeza, el General Beresford. Mire usted lo que son las cosas, si hubieran triunfado en ese momento a lo mejor no estaríamos discutiendo aquí y seríamos como Canadá, un protectorado. Pero bueno fueron vencidos por el pueblo de Buenos Aires, por sus mulatos, por sus negros, por sus criollos; las familias más acomodadas hacían tertulias con el invasor. Pero realmente el pueblo, sublevado, los echó en 1806, pero insistieron en 1807, con Whitelocke, el general Whitlocke y fueron nuevamente derrotados".

Esta burrada presidencial demuestra que el odio de clases, que promoviera con todas las letras Luis D'Elia, es una constante del kirchnerismo. Una paradoja, dada la posición social de los Kirchner a partir de su crecimiento patrimonial iniciado en los tiempos de la 1050, posición acomodada que comparten sus principales dirigentes. En la Buenos Ayres colonial, los negros, los mulatos y los criollos de condición humilde, no pelearon por sí mismos contra el invasor, fueron guiados por los principales del vecindario, miembros de esas familias acomodadas a las que Fernández les atribuye connivencia con el enemigo. No puede ignorar que Don Martín de Álzaga era probablemente el hombre más rico de Buenos Aires, y que fue junto con Liniers el artífice de la victoria. Pero además, hay que saber situarse en época para entender que quienes querían la independencia de las colonias americanas veían en Gran Bretaña la posibilidad de un aliado. Ese fue el pensamiento de Miranda, de Bolívar y de muchos otros.

No es por ignorancia que la Presidente dice tales cosas, lo hace con intencionalidad política, así a los charrúas que acompañaban a Rivero los insinúa como una suerte de prototupamaros, y en los sucesivos discursos queda implícito o explicito que se pretende asimilar a los guerrilleros que asolaron al país con los combatientes de Malvinas, pero despojando a todos de su condición de combatientes para volverlos víctimas redimidos por el kirchnerismo. Fabula la Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas al decir que durante la Guerra de Malvinas existió "Un batallón entero de correntinos pasado a degüello", y vaya uno a saber qué batallón habrá sido ese que en lugar de combatir se dejó pasar a degüello. Pero, si lo dijo ella, ¿quién se anima a decirle que está equivocada o que miente? No serán los obsecuentes que la rodean.

Miente; el kirchnerismo miente y sólo cada tanto se les escapa la verdad. Tanta mentira ha logrado calar un miedo sigiloso pero real en la sociedad. Peligra la democracia cuando se coleccionan sumisiones. Para ejemplo de escarnio, agravado por lo que ya es una indignidad personal, basta ver a Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, haciendo jactancia pública de su condición de felpudo deshilachado. No era un exabrupto lo de Diana Conti, era el pensamiento en acción del kirchnerismo: "Cristina eterna". Y van por todo. Todo es todo. Todo es cercenar libertades. "Ni lo piensen" vienen escribiendo en las paredes; así es que acá no se piensa y hasta la UBA se encuadra en la cobardía intelectual.

Y entonces, ¿cómo va a faltar el embajador de Cuba? Hace más de medio siglo que esa dictadura, con la complicidad obvia de la izquierda y de todo el progresismo latinoamericano, mantiene bajo una tutela propia de subhumanos incapaces de gobernarse por sí mismos a los cubanos. Por los derechos de ese pueblo no reclama ningún zurdo ni progre de los que se rasgan las vestiduras por el funcionamiento de la democracia en Honduras o Paraguay. Es notable cuanto se parecen los comunistas a las monarquías absolutas cuando concentran el poder en manos de una sola familia. Corea del Norte y Cuba son ejemplos claros. ¿Será ese el destino que nos espera a los argentinos? ¿Una Cristina eterna como Fidel Castro, y eventualmente otro familiar? ¿Vamos a Cuba pasando por Venezuela?

Nadie puede hacerse el distraído: con una "Cristina eterna" nuestra democracia se nos va a la mierda. Aunque rime no es verso. Para ella no puede faltar el embajador de Cuba; y ese sujeto es el representante, no de un pueblo, sino de un dictador enemigo de la Libertad y de la Argentina.
* La Pluma de la Derecha

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