Hace mucho que no escribía, otra vez. Y nuevamente, por los mismos motivos que ya había mencionado anteriormente. Mi blog se iba a encargar de filosofía general, de intentar comunicar y debatir desde mi espacio un cambio de dogmas sociales que considero que están terriblemente equivocados, y como forma de pataleo o descarga de cosas personales o vividas a diario. Pero no puedo despegarme de lo que estamos sufriendo en Argentina, y no puedo despegarme de la política nacional. Y no me ocurre a mí solo, pues estoy viendo esa apatía de forma generalizada, ya no en los blogueros solamente, sino también en gran parte de la sociedad. Y hay una razón, que supongo que es la que sentirán todos.
Creo que hay un solo punto en el que concuerdo con Cristina Fernández de Kirchner, y es que “todo pasa por la política”, pero no tengo la misma concepción que tiene ella al respecto. Mientras nuestra Presidente nos dice que la política es parte creadora y movilizadora de soluciones y debe estar en todo, yo creo fervientemente que es generadora de problemas y que debe estar en los menores lugares posibles. Mientras todos los políticos (no sólo el oficialismo) ven a esa “ciencia” como benéfica, yo creo que es la culpa de casi todos los males que vivimos a diario, y que terminan coartando la acción de ciudadanos que tal vez sí quieran lo mejor para su país de forma desinteresada.
Así es que sería irrelevante escribir sobre filosofía educativa, si La Cámpora se mete en las escuelas (y hasta en los jardines de infantes) a adoctrinar políticamente a los alumnos, mientras son defendidos por todo el arco oficialista, y hasta por la misma Presidente por monólogo popular. Estaría de más definir las sutilezas entre libertad y esclavitud, si abiertamente artistas K como Gustavo Garzón festejan públicamente piquetes que impiden la salida de diarios que no son afines con el gobierno, coartando la libertad de expresión ya desde el vamos.
alegria de domingo sin tapas de clarin y nacion a la vista!—
Gustavo Garzón (@garzongustavo) August 19, 2012
Sería irrelevante seguir haciendo investigaciones para encontrar pruebas de los delitos gubernamentales, si el mismo Boudou que está acusado con pruebas enormes de malversación, estafas y lavado de dinero por la causa Ciccone, es el que está al frente de las Cámaras que quieren expropiar esa misma empresa, de la que no se sabe ni quiénes son los dueños. Sería de locos juntar pruebas de delitos en otras provincias o de fraude electoral, si a la impecable investigación de Lanata sobre la Formosa del kirchnerista Insfrán, Alicia Kirchner (hermana del expresidente Kirchner, actual Ministro de… Desarrollo Social) le responde con 140 caracteres intentando bajar todo con una consigna populista que desestima toda la realidad probada (y aclara, de paso, que no trabajan para todos).
Otra vez el chiquero está a la caza de brujas,criticando ensombreciendo el trabajo que hacemos para la mayoría del pueblo argentino.—
alicia kirchner (@aliciakirchner) August 20, 2012
Estaría siendo redundante si escribiera sobre la dignidad que deberían tener nuestros abuelos, si un jubilado tiene que iniciar juicio al Estado a sus 103 años por no cobrar lo que corresponde… y al momento de ganar el juicio, ANSES espera a que muera antes de pagarle. ¿Denunciar la inseguridad diaria? ¿Para qué, si organizaciones K como Vatayón Militante sacan a los asesinos y violadores a “murgas de reinserción” sin que hayan pasado una semana en la cárcel siquiera, también siendo defendidas esas salidas por la misma Cristina? ¿Para qué hablar de economía, necesidades, indigencia o desnutrición, si el INDEC dice que se puede comer por $6 por día, y nuestra primer mandataria ordenó no censar a los que no tenían casa en el 2010? Ni siquiera debería estar hablando sobre nada, porque la Presidente no tiene reparos en dar información confidencial de los que se quejan o informan, por cadena nacional a todo el país, y tampoco tiene escrúpulos para que la AFIP arme causas contra cualquier ciudadano, aunque esté en regla. Ya hemos pasado hace rato el “punto de no retorno”, pero parece que muchísimos siguen sin percatarse de ello.
Entiéndase entonces, que es imposible para mí escribir de cosas más importantes y profundas (y también hasta más banales, ¿por qué no?), si todavía se siguen discutiendo las mismas cosas que hace 7 años. Y también es imposible hablar en la realidad, si la gente sigue prefiriendo vítores pasionales y nacionalistas por sobre la verdad, las pruebas, y la Ley. Y es por eso que mi apatía en el blog, también se ha trasladado hacia las redes sociales, y hasta en la vida misma. No puedo hablar del tiempo, porque hay cosas más importantes; pero tampoco puedo hablar de cosas más importantes, porque todavía la gente pregunta qué hay de malo en un juego político organizado por una agrupación oficialista violenta, en el jardín de infantes… Laidiotez se ha sumando a la desinformación y ha convertido a casi todo el país en un desierto sin oasis a la vista. Y mientras ese macabro combo siga actual, el kirhnerismo seguirá gobernando por siempre.
Estoy (intentando, con algún éxito) quitar la vista de los problemas que veo a diario. Porque ser analista puntilloso en un sistema disfuncional y cerca del ápice de la decadencia (si algo me enseñó la Argentina es que “siempre se puede caer más bajo”), puede llegar a ser fatal (social, moral, y hasta físicamente también). Y aunque generalmente la acumulación me supera y estalla por algún lado, vuelvo a llamar a la apatía para que me cobije, recordando los párrafos volcandos más arriba en este texto. Aunque no siempre la contención funciona, y son las veces en las que escribo algo aquí, en las redes, o termino apabullando a algún interlocutor físico hasta dejarlo sin argumento (hasta que 678 vuelva a bajar línea). Así y todo, la disconformidad no se quita, ni mirando películas, ni jugando, ni estando en familia, ni en un lugar específico. Intentar relajarse mientras estamos yendo a cientos de kilómetros por hora hacia una pared maciza, es un poco difícil. No todos nacimos con el don de ser kirchneristas.
En otros posteos anteriores, había dicho que estaba dispuesto hasta a sacrificarme y derramar sangre en defensa de mi país y mi gente, pero que si la sociedad seguía embrutecida (por un lado) y sin accionar (por el otro), la revolución yo la iba a ver por TV sentado en mi sillón. Y estoy muy, pero muy cerca de ese punto de abandonar la lucha en común para centrarme sólo en los míos. Estoy casi por colgar los guantes contra la enfermedad, para atacar sólo los síntomas que me tocan de cerca. Va a ser una pelea inútil, no me va a hacer feliz, pero sería una que podría luchar, en defensa de gente que valga la pena y que quieren ser salvados.
Sé que hay muchos por allí como yo, y sé también que están sufriendo cosas muy parecidas, y algunos no pueden explicárselas. Compartan o no mis sentimientos o mi razonamiento, no se puede negar que el malhumor y la apatía social nace desde las entrañas mismas de este gobierno, que se ha empeñado en desgranar la Argentina capa por capa, eliminando generaciones completas de educación, moral y sentido común, haciendo que división, pasión, y ataque, sean sus formas naturales de conducción. Cuando uno recibe esas formas desde una organización que se ha filtrado en, básicamente, todo, y que se supone que nos representa, esa violencia se transfiere a sus defensores, y descoloca al resto de la sociedad, al no tener armas de defensa contra ella. Los argentinos estamos acostumbrados al avasallamiento de los gobiernos, pero no al nivel al que nos ha sometido el kirchnerismo. La oposición política hace más política que oposición, la Justicia y la Seguridad han sido eliminadas, y el último recurso que se usa para todo, son los fallidos cacerolazos que venimos aplicando desde hacer más de una década.
La gente afín que desea un país mejor, se siente perdida, y cae en el error de repetir viejas soluciones o pataleos, con la esperanza de que algo cambie; y cuando eso no sucede, vuelve a marearse y sentir desesperanza, depresión, apatía y desinterés. Es que no estamos acostumbrados a revueltas, rebeldía o violencia, porque el gobierno (muy inteligentemente) ha colocado a esos representantes de su lado. Los hombres de acción sin lógica están del lado kirchnerista, y aquí sólo han quedado los intelectuales inmóbiles. Y en un escenario en que las palabras no se escuchan, la acción es la que cuenta. Pero aunque no sepamos rebelarnos y tengamos todas las de perder, hay que ponerse en movimiento y combatir. Tenemos que estar dispuestos a caer en la recuperación del país, no hay “rebeliones seguras”. Ahora mismo estamos cayendo como moscas por la zona liberada adrede para el delito, ahora mismo nos están fundiendo económicamente (a nosotros y a nuestros tataranietos). Pero como estas cosas no son aceptables para muchos de los que peleamos por un país libre y soberano, las cosas seguramente seguirán igual, porque hasta que no vislumbremos la salida como una rebelión total contra el gobierno actual y contra el sistema generador de eternos políticos corruptos, continuaremos perpetuando el problema por los siglos de los siglos. El fuego puede combatirse con agua cuando es chico; pero cuando es demasiado, se lo combate con explosiones. Ustedes dirán si es “amén” o no. Y no nos confundamos: la rebelión y las muertes VAN a suceder, lo querramos o no.
Por lo pronto, yo sigo con mi apatía que amenaza con quedarse allí, y ya comenzamos con algo que no quería hacer. Nuestra hija dedujo (sin decirle nada, ni siquiera implícitamente) que Cristina Kirchner era mala “como los ladrones” (luego le diría yo que se podía ser las dos cosas), ya le expliqué que muchos que están con ella ponían bombas y mataban chicos, y mi esposa le hizo distinguir la bandera Argentina de la de La Cámpora, y le dijo que le avisara a la maestra que nos llame si llegaba a aparecer esa insignia en su salita. Todo sea para que en la próxima fiestita colegial no reciba datos incorrectos o incompletos. No debería estar recibiendo esa información con apenas 5 añitos, pero los inocentes son los que mueren primero en este país. Y porque atacar los síntomas parece la única salida viable. ¿Verdad?…
PLPLE
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