miércoles, 2 de enero de 2013

La muerte del oso polar Winner seguramente haya colmado la paciencia de la Señora Presidente de la Nación.

Hay que expropiar el zoológico, hay que expropiar

by Ricardo Jorge Pareja

oso polar Winner
Por otra parte, para lo único que sirve -me refiero obviamente al zoológico- es para tener en cautiverio animales salvajes que deberían vivir en su hábitat natural. No tiene demasiado sentido que semejante “parcela”, se encuentre destinada a este menester, reñido a todas luces con la más elemental cuota de racionalidad que nos debería caracterizar.
Por otra parte, y para colmo, los porteños ya nos criamos, desarrollamos, y morimos, en ese zoológico rejas afuera denominado Ciudad de Buenos Aires, donde poco trabajo nos cuesta el ver cómo la inmensa mayoría “se hace la del mono”, en tanto los laburantes de siempre continúan haciendo las veces de “marmotas”.
¡Está al pedo, en definitiva!, y perdone por el exabrupto -me sigo refiriendo al zoológico-.
Detalle que quizá haya escapado a su consideración. El zoológico está ahí nomás, a pasitos de La Rural. Quien le dice no sería atinado desarrollar un excelente circuito para carreras de Fórmula 1. La Señora nos prometió, en su momento, y entre tantas cosas, que la máxima expresión del deporte automovilístico tenía su lugar asegurado en el año que se nos acaba de piantar. ¡Por supuesto que la Fórmula 1 no llegó, así como no llegaron ni llegarán otras tantas cosas prometidas, y de exclusivo beneficio social.
Además, imagínese la cantidad de “mano de obra” que se podría integrar a semejante emprendimiento. ¡Ud. me dice que mucha más de la disponible! ¿O sea que Ud. es uno de los convencidos de que la ocupación ha aumentado considerablemente en nuestro país? Me dice que de lo que está convencido, es que cada día existe menos gente con ganas de laburar en el país del subsidio y los planes sociales a rolete y destajo. ¡No lo había tenido en cuenta! De todas maneras, esta vez soy optimista. Año nuevo, vida nueva, que le dicen. Sigo.
El diseño del trazado lo dejaría en manos del Arquitecto Julio De Vido. ¡Ahora Ud. me pregunta si me consta que Don Julio sea arquitecto! ¡No va a conseguir cagarme la existencia a través de una simple conversación! Sigo. La construcción propiamente dicha, la dejaría en manos de Cristóbal López y Lázaro Báez, dos tipos que en materia de negocios se la saben “lunga”. Nada de licitación pública ni tres carajos. ¡Cuánto antes, manos a la obra!, así aparezcan otras “manos” que no tengan nada que ver con la obra, pero tan necesarias e inevitables como la obra misma, ¿comprende? ¡Primera pregunta que le formulo en este nuevo año, y como para demostrarle el giro de 180º que me he propuesto dar a los nuevos editoriales que me tome el permiso de hacerle llegar, así ya esté Ud. podrido de mí y de mis editoriales. ¡Le adelanto, por las dudas, que en tanto exista El Informador, y Gracielita sea el alma mater del mismo, de acá no me saca nadie!
Respecto del armado de las tribunas… tantas como sean necesarias… ésas que luego del evento y en menos de lo que canta un gallo o cacarea una gallina se pueden “desarmar”, yo lo dejaría en manos del encargado de semejante menester a raíz de la visita y partidos exhibición ofrecidos por Roger Federer, el mejor de la historia del tenis, y nuestro Juan Martín del Potro. ¡El hecho de que uno o dos tablones casi hayan ido a parar a la mismísima mierda, obviamente cargados de espectadores, no puede ser tomado como elemento capaz de desnaturalizar la notable capacidad del encargado de la obra.
Por supuesto que a Héctor Timerman le encomendaría todo lo que tenga que ver con la recepción y alojamiento de los representantes de las distintas escuderías. Caso que se sumara algún nuevo competidor de origen Iraní, y como ayudante de campo del mencionado, no dejaría de convocar a Luis D’Elía, quien, “de paso cañazo”, también podría ser el responsable de dividir en “parcelas” los boxes correspondientes a cada marca, líneas de partida y de llegada, señalamiento de curvas y rectas, etc.
Desde ya que el monumento erigido en Plaza Italia, en memoria de Giuseppe Garibaldi, lo remplazaría por uno de Juan Manuel Fangio. ¡Ésta sería una de las primeras medidas que tomaría, antes que a alguien se le ocurra instalar uno más de “Él”, quien nada tuvo que ver con este deporte, más allá de ser más ligero en vida, que cualquiera fórmula 1 en pista!
A este paso, Ud. habrá advertido que mezclo detalles de construcción con detalles organizativos propiamente dichos. Ocurre que es tan grande el entusiasmo que me embarga que no puedo evitar el hecho de que las ideas fluyan desordenadamente hacia mi mente privilegiada, y descargarlas sobre su paciencia no menos priviliegiada. A eso deberá sumarle el hecho de la extensión del editorial, en una característica que no me es propia. Lo bueno, si breve, dos veces bueno, ha sido siempre mi premisa, así no haya conseguido ningún resultado positivo, a lo largo de más de tres años de darle y darle a la notebook, apartado Word, con la que he reemplazado a mi obsoleta máquina de escribir. Sigo.
Y como para no abundar en demasía de ésa, su infinita paciencia, que bien puede resignar en el momento que más le plazca, cierro con la mención que no puede faltar, y tiene que ver con la persona indicada, encargada de ofrecer las palabras acotadas respecto de la inauguración de las instalaciones, sumadas a las de la primera competencia que seguramente se llevará a cabo el presente año. Me estoy refiriendo, y como no podía ser de otra manera, a la Señora Presidente de la Nación. En cuanto tiene que ver con el primer acto, sólo se me ocurre sugerirle al lector evite escucharla. En cuanto al segundo, bregaría porque las mismas sean pronunciadas al momento que los Fórmula 1 realicen las vueltas de reconocimiento a la pista, o mientas se encuentren calentando motores.
Ricardo Pareja2
Ricardo Jorge Pareja

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